Guerra fr¨ªa, dopaje caliente
Las evidencias del dopaje de Estado en Rusia se han multiplicado despu¨¦s de la publicaci¨®n del informe de la Asociaci¨®n Mundial Antidopaje (AMA), que extiende la conspiraci¨®n no s¨®lo al atletismo, sino a la inmensa mayor¨ªa de los deportes ol¨ªmpicos, tanto de invierno como de verano. El abogado canadiense Richard McLaren, encargado de recabar pruebas de las acusaciones presentadas por Grigory Rodchenkov, exdirector del laboratorio antidopaje de Mosc¨², ha elaborado un demoledor informe de 100 p¨¢ginas que confirma y supera las sospechas que afectaban al deporte ruso, sometido a un fraudulento r¨¦gimen de dopaje, instaurado y dirigido desde las m¨¢s altas instancias pol¨ªticas del Kremlin, incluido el Ministerio de Deportes, la KGB y los m¨¢s altos dirigentes de la agencia nacional antidopaje (RUSADA).
El esc¨¢ndalo es de tal calibre que la AMA ha recomendado la expulsi¨®n de Rusia de los Juegos de R¨ªo de Janeiro, que comienzan el 5 de agosto. La tensi¨®n alcanza cotas desconocidas desde la d¨¦cada de los 80, definida por el boicot estadounidense a los Juegos de Mosc¨² 80 y de la antigua URSS, con todo el bloque sovi¨¦tico excepto Ruman¨ªa, a los Juegos de Los ?ngeles 84. Se cierran 30 a?os de estabilidad ol¨ªmpica, desde 1984 hasta los Juegos de Londres 2012, y se vuelve a un periodo muy similar al de la Guerra Fr¨ªa.
Dos bloques. Durante casi 40 a?os, los dos bloques vencedores de la Segunda Guerra Mundial ¡ªuno encabezado por Estados Unidos y el otro por la Uni¨®n Sovi¨¦tica¡ª utilizaron el tablero ol¨ªmpico como escenario de debate pol¨ªtico. Desde los dos lados se utiliz¨® el deporte para atribuirse una superioridad ¨¦tica, social y pol¨ªtica. La mezcla de ret¨®rica, propaganda y simplismo sirvi¨® para construir un relato metaf¨®rico de la lucha de bloques a trav¨¦s de los Juegos, sometidos a incesantes tensiones, especialmente desde los Juegos de M¨²nich 72.
Cuatro a?os despu¨¦s, la mayor parte de los pa¨ªses africanos boicotearon la cita de Montreal. En 1980, Estados Unidos y algunos de sus aliados, caso de la Rep¨²blica Federal de Alemania, rechazaron participar en los Juegos de Mosc¨² como protesta por la invasi¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n. La respuesta de la URSS y sus sat¨¦lites fue contundente. No participaron en Los ?ngeles 84, pero la medida revel¨® la crisis del modelo comunista. China acudi¨® por vez primera a los Juegos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la Ruman¨ªa de Ceaucescu desobedeci¨® las ¨®rdenes de Mosc¨². El desaf¨ªo manifest¨® la debilidad de un mundo en decadencia: cinco a?os despu¨¦s ca¨ªa el muro de Berl¨ªn y se cerraba el periodo comunista en el Este de Europa.
Desde entonces, los Juegos han atravesado por un periodo de prestigio que ahora se agota. Desde Se¨²l 88 hasta Londres 2012, cada cita ol¨ªmpica se defini¨® por una voracidad pol¨ªtica y econ¨®mica que alcanz¨® su eclosi¨®n en 2005, en Singapur, donde se decidi¨® la sede de los Juegos de 2012. Las ciudades aspirantes eran Nueva York, Mosc¨², Londres, Par¨ªs y Madrid. Las cuatro primeras representaban a las cuatro potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial. Ganar la elecci¨®n era una cuesti¨®n de prestigio mundial.
Conflictivos. Ahora apenas queda rastro de aquel optimismo desaforado. Al contrario, los Juegos de R¨ªo se anuncian conflictivos en numerosos aspectos: Brasil atraviesa una tremenda crisis pol¨ªtica, econ¨®mica y social, Rusia puede ser expulsada y las tensiones se multiplican en un mundo extraordinariamente inestable.
Las acusaciones contra Rusia certifican el colosal fraude revelado por la cadena de televisi¨®n alemana ARD a finales del pasado a?o, corroborado de forma explosiva por Grigory Rodchenkov en el diario New York Times. El alt¨ªsimo voltaje de las denuncias ¡ªmanipulaci¨®n generalizada de las muestras de dopaje, participaci¨®n de la KGB en el laboratorio ol¨ªmpico de Sochi, designaci¨®n de los deportistas que merec¨ªan la tutela del Kremlin, etc¨¦tera¡ª oblig¨® a la Federaci¨®n Internacional de Atletismo (IAAF) a solicitar la expulsi¨®n del equipo ruso de atletismo de los Juegos de Mosc¨². Pero es ahora, con el devastador informe de la AMA, cuando se eleva la temperatura hasta l¨ªmites desconocidos en d¨¦cadas.
Inquietud. No se trata s¨®lo del deporte y de las consecuencias inmorales del dopaje. Estamos ante una inquietante fractura que se ha fraguado en los ¨²ltimos a?os en Ucrania y Siria, donde Mosc¨² y Washington mantienen posturas enfrentadas, y que ya alcanzado a organismos deportivos.
Como la FIFA, donde la destituci¨®n por corrupto de Sepp Blatter ¡ªferviente partidario de la celebraci¨®n del Mundial de 2018 en Rusia¡ª mereci¨® las dur¨ªsimas cr¨ªticas del presidente ruso Vladimir Putin, que ha vuelto a hablar de una conspiraci¨®n estadounidense en la elaboraci¨®n del informe de la AMA.