SEBASTI?N ?LVARO
Contadlo, ?Esto es Pakist¨¢n!
Lo dice con voz tranquila, matizada con una pizca de orgullo. Y no es para menos. Desde la cabina de mandos del avi¨®n, el comandante nos ense?a un espect¨¢culo de monta?as sin igual: a nuestra izquierda se levanta la impresionante mole del Nanga Parbat (8125 m) sobresaliendo del mar de nubes. Pienso en nuestro amigo Ferran Latorre que ahora mismo estar¨¢ escalando esas paredes de hielo tratando de conquistar su ochomil n¨²mero trece. Debajo de nosotros, el r¨ªo Indo se?ala el desnivel m¨¢s profundo de la Tierra. A nuestra derecha vemos el esplendor del Karakorum; distingo el Rakaposhi (7788 m), mi querido K2, el grupo de los Gasherbrum y el Broad Peak (8047 m), a cuya base debe estar llegando ?scar Cadiach, en su ¡°carrera¡± con Ferran por ser el primer catal¨¢n en conseguir los 14 ochomiles. Para ambos deseo lo mejor; solo quiero que vuelvan a casa y me lo cuenten con una cerveza. Tiene raz¨®n el comandante pakistan¨ª en mostrar su orgullo. Pero no se refiere solo al paisaje sino tambi¨¦n a las gentes de este pa¨ªs pobre, maltratado por el terrorismo y que no sale en las noticias de los peri¨®dicos europeos si las v¨ªctimas no se cuentan por decenas. Sin embargo, nadie como ellos lo sufren: miles de personas han perdido la vida en atentados provocados por individuos fanatizados que asesinan en nombre de su Dios. No son animaladas, como a veces he le¨ªdo. Ning¨²n animal har¨ªa algo as¨ª. A cambio, tambi¨¦n podemos hacer cosas diferentes y maravillosas, pero que tambi¨¦n se encuentran en ese escaso 1,2% de ADN que nos separa de los simios: enamorarnos, crear obras de arte sublimes, o escalar monta?as, sacrificarnos incluso hasta dar la vida por quienes amamos. En esta zona de las altas monta?as de Pakist¨¢n siempre he encontrado gentes as¨ª: amables, hospitalarios, orgullosos y nobles. Por eso, cuando se ha dado cuenta de que somos espa?oles y periodistas, nos dice: ¡°por favor, contadlo, esto tambi¨¦n es Pakist¨¢n.¡±. Creo que tiene raz¨®n y es, adem¨¢s, de justicia. Y eso estoy haciendo ahora aqu¨ª, en mi ¨²ltima columna en este peri¨®dico.
Ep¨ªlogo: Estoy triste por dejar AS, este medio en el que he colaborado durante 17 a?os, donde siempre he sido libre y en el que, humildemente, creo que hemos contribuido a hacer un periodismo de aventura y naturaleza riguroso y comprometido. Han sido cientos de columnas, reportajes y entrevistas que, espero, nos hayan ayudado a ser m¨¢s civilizados y mejores personas. Esa era, al menos, mi intenci¨®n y si no lo he conseguido ha sido exclusiva responsabilidad m¨ªa. Los aciertos, sin embargo, debo compartirlos con Javier Ortega y con todos los compa?eros de M¨¢s Deporte, siempre generosos en su trabajo. A ellos, la direcci¨®n, subdirecci¨®n y dem¨¢s trabajadores de AS decirles que fue un honor trabajar con ellos. A todos: hasta pronto. Salud y amistad¡ siempre. Al filo de lo imposible.