C¨¢balas, supersticiones, creencias y mala suerte
Me cuentan que en las calles de Madrid, por primera vez, apenas se escuchan vaciles tras un derbi. Ni siquiera el eterno rival encuentra motivos en los que basar la broma. En un extra?o s¨ªndrome de Estocolmo que la historia dir¨¢ el tiempo que dura, parece que no queda ni un madrile?o que no crea que los rojiblancos son un campe¨®n sin t¨ªtulo.
Pero el vac¨ªo de la sala de trofeos es una verdad que no entiende de poes¨ªas, como bien sabe un Simeone que pidi¨® calma para asimilar esta fabulosa temporada que, parad¨®jicamente, es la primera sin t¨ªtulos desde que dirige al Atl¨¦tico. Ante lo complicado de entender las realidades como esta, es habitual acudir al comod¨ªn de la suerte, bajo el cual cabe todo.
En la previa se habl¨® de la superstici¨®n del Cholo y, preguntado, el t¨¦cnico advirti¨® que darle desde fuera importancia significa minusvalorar todo el trabajo hecho. En realidad, claro que existen las man¨ªas en el deporte, y Simeone tendr¨¢ las suyas. Pero como bien explic¨® Rafa Nadal, cuyas obsesiones en los h¨¢bitos est¨¢n a la vista en cada partido, todo tiene que ver con un proceso de mentalizaci¨®n y puesta en escena. De hecho la mayor¨ªa se repiten sea cual sea el resultado del partido anterior. Otras, como lo de cambiar de piso de hotel o entrenar en los mismos lugares donde se hizo antes de un triunfo, responden m¨¢s a enviar mensajes positivos durante procesos de gran tensi¨®n y espera. Pero, en definitiva, nadie se imagina a un profesional de esta talla ech¨¢ndole la culpa de una derrota a una c¨¢bala mal ejecutada.
Luis Aragon¨¦s, al respecto, sol¨ªa ser esquivo en p¨²blico, pero harto de las recurrentes preguntas lleg¨® a decir que ¨¦l no cre¨ªa en la suerte, sino en la mala suerte. Vendr¨ªa a ser aquello que, no estando en tus manos, te arruina un objetivo para el que te has vaciado. Muchos explicar¨¢n as¨ª la dolorosa derrota en San Siro. Pero siendo estrictos, la f¨ªsica y dem¨¢s ciencias explican perfectamente por qu¨¦ se le escap¨® el t¨ªtulo al Atleti, exculpando a los postes y otras conspiraciones del azar. Es demasiado prosaico, pero es la realidad.
Eso no evita que un protagonista de este juego vea muchos motivos para obsesionarse con el azar y el destino. Persigue lo m¨¢s caprichoso que hay en el mundo, un bal¨®n en disputa constante, y trata de controlar hasta lo incontrolable. Es la tan humana, antigua e irracional costumbre de intentar protegerse de la incertidumbre del futuro.
Keylor Navas agradeci¨®, nada m¨¢s ganar, que su dios le hubiera premiado a ¨¦l con el triunfo. Ignoramos por qu¨¦ le eligi¨® a ¨¦l y no a los creyentes de rojiblanco. Respetando completamente la libertad de culto, incidiremos en que hay explicaci¨®n racional a lo sucedido el s¨¢bado. Lo que pasa es que, cuando un resultado se basa en detalles a cu¨¢l m¨¢s peque?os, es cuando aparece el argumento de la buena o mala suerte, o de la ayuda divina. Que nada explica y nada aporta para la pr¨®xima.
El trabajo de un buen entrenador consiste en perseguir que, dominando el juego todo lo posible, la incertidumbre se reduzca. Eso que siempre se dice de la suerte es para el que la trabaja. Y Simeone ha rozado la perfecci¨®n en ese aspecto, pero no ha sido suficiente. De ah¨ª el dolor suyo y el de toda la familia del Atl¨¦tico de Madrid. Solo queda seguir caminando y hacerlo mejor la pr¨®xima vez. That¡¯s life.