Despu¨¦s de luchar tanto por la entrada...
Nos dijo Cerezo en As que hubiera necesitado al menos otras diez mil entradas m¨¢s. Florentino me retir¨® hace tiempo el regalo de su voz, pero me consta que anda en las mismas. Mucha gente que hubiera querido ir al partido no va a poder hacerlo. El aficionado an¨®nimo ha luchado por encontrar entrada frente a esa muralla tras la que se las reparten los que tienen relaciones. Lo que ha llegado a los dos clubes es poco m¨¢s de la mitad del aforo. Y a¨²n de eso que les ha llegado, ellos han destinado un buen pellizco a sus propias relaciones. Y, claro, mucho hincha de a pie se queda en Madrid.
No es consuelo, pero esto no es tan de hoy como pueda parecer. Hurgo mucho en peri¨®dicos antiguos. Releyendo los d¨ªas previos a la primera final de Copa de Europa de todas, aquella que el Madrid le gan¨® al Stade de Reims en Par¨ªs (1956), me encuentro con que de las 38.000 localidades del Parque de los Pr¨ªncipes, la organizaci¨®n reserv¨® 14.500 para ministerios o departamentos del gobierno y para relaciones de la UEFA y de la Federaci¨®n Francesa. Eso s¨ª, entonces los 3.500 madridistas que quisieron ir pudieron hacerlo. Pero ahora que sube tanto la demanda, el abuso resulta doloroso.
Felicidades a los que lo han conseguido, incluso si ha sido v¨ªa ¡®compi-yogui¡¯. Felicidades y una petici¨®n: que tengan una conducta tan honorable como la que ambas aficiones tuvieron en Lisboa. Muchos, imagino, ser¨¢n los mismos. Dos ej¨¦rcitos de hinchas viajaron por la misma carretera, convivieron en Lisboa bastantes horas y regresaron por donde hab¨ªan venido sin el menor incidente. Fue un ejemplo de civismo que ennobleci¨® al f¨²tbol y a esta feliz y confiada Villa y Corte en que nac¨ª. Ya que ha costado tanto encontrar la entrada, bueno ser¨¢ mostrarse a la altura de ese privilegio, sea merecido o no.