La final de Copa del Rey y las Esteladas
Concepci¨®n Dancausa, delegada del Gobierno en Madrid, ha echado la ¡®pata p¡¯alante¡¯ y ha prohibido las esteladas en la final de Copa. No soy un defensor de la estelada. No me hace feliz verlas en los partidos del Bar?a y hasta suelo pensar que su exhibici¨®n en ellos es ventajista y abusiva. A las ¨²ltimas elecciones del Bar?a se present¨® Laporta reclam¨¢ndose de adalid de la independencia y s¨®lo sac¨® un tercio de los votos. No es poco, pero no es mayor¨ªa. Eso s¨ª: si un tercio de los cul¨¦s que vayan al campo llevan la estelada dan la impresi¨®n de que todo el Bar?a es independentista. Y no es verdad.
Concepci¨®n Dancausa, y quien le haya aconsejado u ordenado, ha hecho un favor a ese tercio mal contado de barcelonistas. Escrutando la ley del deporte, no consigo ver algo que impida las esteladas. Lo escrito ah¨ª est¨¢ dirigido al racismo, la xenofobia o la homofobia, no al separatismo, que es el caso que nos ocupa. ?Por qu¨¦ no est¨¢ eso ah¨ª? Porque quienes redactaron las leyes no lo propusieron. Lo que ahora no vale, por mucho que a muchos nos disguste que se pitara el Himno, que invitaran a Otegui, u otras tantas actitudes reprobables, es decir de repente que fuera las esteladas del Manzanares.
El caso va a la mesa de un juez de Madrid. Que la Magdalena le gu¨ªe. Nos ha faltado seriedad en las Cortes para establecer liturgias de respeto a la Naci¨®n. Han sido muchos a?os de jugar, g¨¹elfos y gibelinos celtib¨¦ricos, a buscar las diferencias. Y as¨ª hemos llegado a esto: la sonrisa sobrada de Mas en un extremo, la decisi¨®n extempor¨¢nea de Concepci¨®n Dancausa en el otro. Quiz¨¢ estas cosas les den un r¨¦dito electoral. Eso pensar¨¢n ellos. Ya ni lo creo. Supongo que el tiempo nos acercar¨¢, a unos y a otros, por encima de esos espacios de incomprensi¨®n creados por gentes que est¨¢n donde no merecen estar.