Primar a un tercero por ganar no es ama?ar un partido
El legislador y, se entiende, la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica creen que un incentivo externo atenta contra el juego limpio y se debe acatar esa ley. Dicho esto, conviene que se sepa que dentro del f¨²tbol no se comparte. Por testimonios y vivencias, me atrevo a generalizar sin errar mucho en el diagn¨®stico.
Mientras no han sido ilegales, las primas a terceros por ganar han sido constantes en el final de cada temporada, aunque tampoco se pod¨ªan considerar cotidianas. M¨¢s que nada porque dependen de la casualidad que marcan el calendario y los resultados.
El mecanismo ha venido siendo el mismo en todas las categor¨ªas, lo ¨²nico que var¨ªa es la cantidad de ceros a la derecha de la prima en cuesti¨®n. Digo que no est¨¢ mal visto en un vestuario porque ese incentivo no cambia nada sobre lo importante: el resultado del encuentro sigue siendo una inc¨®gnita, los equipos salen a ganar y se llevar¨¢ los puntos el conjunto que lo merezca sobre el c¨¦sped.
La cr¨ªtica generalizada alude a que con esas primas, los clubes poderosos desvirt¨²an la competici¨®n. Pero el fallo reside en darle tal poder decisivo a lo que es s¨®lo un incentivo. Por esa regla de tres, la plantilla del Real Madrid tiene m¨¢s opciones de ganar la final de Champions porque sus primas son mayores que las del Atl¨¦tico y est¨¢ claro que eso no interviene. Se olvida adem¨¢s otros incentivos ¡®desvirtuadores¡¯ del calendario, como que el equipo que no se juega nada sea tu rival o amigo hist¨®rico, por ejemplo.
Para los profesionales, en fr¨ªo, no es una excusa, aunque al aficionado afectado le duela caer contra un supuesto primado, pero es s¨®lo una pataleta. Porque primero, su equipo ha tenido en su mano vencer en un partido a ese otro cuyos incentivos econ¨®micos no son, ni por asomo, tan importantes como los que supone ganar un t¨ªtulo, ir a la Champions o no descender. Segundo, porque se olvida que la temporada dura meses, y que ese encuentro es s¨®lo el final de un largo camino, donde se pod¨ªa haber evitado tales apuros. Y tercero, cae en el error de pensar ¨¦l como un tramposo, al dar por hecho que un equipo que no se juega nada debiera no darlo todo en un choque as¨ª. Por estas suspicacias, un entrenador le lleg¨® a admitir a sus futbolistas que ¨¦l prefiere que el rival est¨¦ primado por un tercero si no se juega nada, porque as¨ª el partido est¨¢ lleno de tensi¨®n deportiva y, de ganarlo, a nadie le dejar¨¢ dudas de si le han facilitado o no la victoria.
Adem¨¢s, fueron numerosas las ocasiones que esas primas pactadas no se consiguieron porque se perd¨ªa el partido en cuesti¨®n. Como tambi¨¦n se dieron casos donde el tercero tuvo que pagar la prima, pero al perder su partido no le sirvi¨® de nada. Esto estaba ah¨ª, habr¨¢ jugadores que nunca se hayan encontrado con ello, y otros que lo hayan vivido a favor y en contra varias veces, y se asum¨ªa con mucha m¨¢s naturalidad que en la calle. Quiz¨¢ por esa incomprensi¨®n del aficionado es por lo que se ha llevado siempre en silencio, para evitar rencillas entre clubes, pero no porque se pensara que se estaba haciendo algo ¨¦ticamente incorrecto. Si fueran legales, de paso se dificultar¨ªa el flujo de dinero negro. Y es toda esa clandestinidad la que ha hecho que muchos aficionados lo metan en el mismo saco de los ama?os, enturbi¨¢ndose el debate.
S¨ª es cierto que ahora la AFE busca encontrar soluciones ingeniosas para que los equipos tengan siempre algo que jugarse hasta la ¨²ltima jornada, aparte de recordar que el deber del deportista es salir a ganar sin necesidad de m¨¢s incentivos. Medidas que persiguen acompasar la opini¨®n p¨²blica con las creencias del jugador medio.
Pero, por encima de todo, hay que dejar claro que las primas a terceros por ganar no tienen nada que ver con ama?ar un resultado, que es lo que jam¨¢s ser¨¢ bien visto por el gremio de futbolistas. Y es lo que siempre debe ser ilegal porque atenta sin lugar a dudas contra la limpieza de la competici¨®n y el esp¨ªritu del deporte.
La prueba de esto es que las primas a terceros por ganar, cuando todav¨ªa no eran ilegales, se repart¨ªan tradicionalmente a partes iguales y sin objeciones entre todos los miembros de la plantilla, y hasta el rival sol¨ªa conocer esa situaci¨®n de antemano y deb¨ªa incluirla es su lista de motivaciones; y sin embargo, los ama?os de partidos son oscuros, en la sombra, se toca a unos pocos jugadores clave para un penalti, una expulsi¨®n, etc¨¦tera, y el soborno (que no incentivo) se lo reparten en silencio los deshonestos deportistas que aceptan jugar a perder a cambio de dinero, algo que ocultan al resto de su vestuario. Porque la mayor¨ªa de compa?eros le repudiar¨ªan ipso facto. Aunque esto da para otro art¨ªculo.
Como ven, no tiene ni punto de comparaci¨®n. Lo que no quita que mientras la sociedad siga vi¨¦ndolas como un atentado al juego limpio, y las primas a terceros por ganar sigan siendo ilegales, la gente del f¨²tbol debe acatarlo aunque no lo comparta mayoritariamente.