El triunfo del f¨²tbol
El f¨²tbol es un bello misterio; Carlos Saura, el director de cine, me pregunt¨® este jueves, en medio de las conmemoraciones de El Pa¨ªs, donde llevo cuarenta a?os de trabajo, por qu¨¦ me hab¨ªa hecho aficionado a este deporte que ¨¦l tambi¨¦n ama. Le dije que por la incertidumbre. En medio de un barranco inolvidable, acosado por la humedad de la vegetaci¨®n y de las aguas, asustado o feliz, por el asma y por el sol, escuchar la radio, y por tanto el f¨²tbol, era una alegr¨ªa incre¨ªble. S¨ª, me dijo ¨¦l, ?pero por qu¨¦ el f¨²tbol ha sido tu pasi¨®n? Le volv¨ª a decir: por la incertidumbre.
Amo el f¨²tbol porque lo respeto, sobre todo; es una pasi¨®n de millones de personas en todo el mundo; alegra la vida de los ni?os y de los adultos, de los ignorantes y de los cultos; en esta pasi¨®n estamos acompa?ados por los que no quieren nuestros colores e incluso por los indiferentes a los colores. Por eso lo amo, porque es transversal y democr¨¢tico, supera las diferencias sociales, no est¨¢ manipulado (un poco s¨ª, la verdad) por los grandes poderes econ¨®micos o pol¨ªticos, y aunque a veces se desata en los estadios e incluso en los aleda?os una violencia est¨²pida, los futbolistas tienen en general un comportamiento admirable en medio de la lucha y cuando tienen que celebrar o llorar los resultados.
?Y la incertidumbre?, volvi¨® a decirme Saura. La incertidumbre es el gancho principal del f¨²tbol, y ya lo era en aquellos tiempos de mi adolescencia. Aparte de las cosas que pasaban en el mundo dom¨¦stico, todo parec¨ªa entonces quieto, como si la pel¨ªcula que viv¨ªamos fuera de una total monoton¨ªa. Pero el f¨²tbol¡ El f¨²tbol me dio la alegr¨ªa de esperar que algo extraordinario sucediera, que mi equipo ganara (sobre todo), que perdiera el adversario, que mis jugadores preferidos (Su¨¢rez, Kubala) jugaran bien y que mis jugadores contrarios (Di St¨¦fano, Gento) jugaran mal¡ Competir, competir, todo era competir; desde tan lejos, un barrio humilde de mi isla canaria, yo participaba de esas pasiones con una inmensa alegr¨ªa, como si estuviera al pie de los estadios, junto a aficionados como yo, que buscaban la felicidad de ganar y que muchas veces (entonces, much¨ªsimas m¨¢s veces que ahora, en el caso de los barcelonistas como yo) se hallaban con la tristeza de perder.
Por eso amo el f¨²tbol, y lo respeto, le expliqu¨¦ a Saura. En realidad hab¨ªamos empezado a hablar en la cena del cumplea?os de El Pa¨ªs sobre el partido Bayern-Atl¨¦tico, del que naci¨® la gloria atl¨¦tica, un d¨ªa antes de la gloria madridista. A Saura le hab¨ªa encantado aquel partido, su f¨²tbol, su incertidumbre. Fue el triunfo del f¨²tbol; as¨ª fue siempre, el buen f¨²tbol nos hizo felices y nos sigue haciendo felices.