Despiste. La leyenda dice que unos soldados japoneses con hambre de seguir la batalla continuaron combatiendo en la guerra mundial cuando ¨¦sta llevaba a?os vencida. A veces se producen estos despistes en la vida, y en todos los ¨®rdenes de la vida. Por ejemplo, en el f¨²tbol. Ha sido noticia estos d¨ªas que el portero alem¨¢n del Bar?a, Ter Stegen, ha demostrado tanto amor por el entrenamiento que lleg¨® a la concentraci¨®n azulgrana diez d¨ªas antes de que le tocara, para prepararse mejor ante una temporada que se presenta como una buena confirmaci¨®n del historial reciente del equipo en el que ¨¦l participa. Ah¨ª empez¨® el desastre: en que se tom¨® el partido como un entrenamiento.
Ensayo. Imagino que en esos entrenamientos el guardameta germano habr¨¢ ensayado todo tipo de jugadas; alguna vez, sigo imaginando, habr¨¢ querido ser delantero, o medio volante, o incluso entrenador. Y le ha gustado tanto el ensayo que ha perdido la noci¨®n del tiempo, del espacio y del juego y se ha metido a hacer de cualquier cosa para cumplir no s¨¦ qu¨¦ promesa. Su despeje de cabeza, que le acerc¨® a Higuita y al rid¨ªculo, ha sido unos de los fallos m¨¢s terribles de un portero del Bar?a en los ¨²ltimos tiempos. Solamente se justificar¨ªa en un entrenamiento, y es probable que eso es lo que estuviera haciendo Ter Stegen: entrenarse para ser Bravo o para ser Higuita. Y le dio por esto ¨²ltimo. Luego ya fue cuesta abajo, arrastrando a su defensa hasta l¨ªmites inconcebibles en el historial reciente azulgrana.