Las lecciones magistrales de Pedro ?andongo
Don Pedro ?andongo empalmaba una lecci¨®n magistral detr¨¢s de otra, sobre el tratamiento que hab¨ªa que dar a la pelota cada vez que ¨¦sta se le colocaba entre las dos piernas. Por eso su legi¨®n de seguidores le adoraba y le apodaba El Maestro. Hab¨ªa nacido en Biyabiyan, o sea Ebebeiyin, pero sent¨® c¨¢tedra y dict¨® sus mejores lecciones en Santa Isabel (Malabo).
Suced¨ªa que, en aquel entonces, uno pod¨ªa ser un formidable pelotero y tener grandes condiciones futbol¨ªsticas en Akonangui, Bisun, Asobla o Mikomeseng, pero se corr¨ªa el peligro de pasar sin pena ni gloria, por la historia del f¨²tbol guineoecuatoriano, si uno no presentaba sus cartas credenciales en la isla de Bioko.
Y, eso precisamente hizo ?andongo. Y dej¨® boquiabierta a la parroquia que acud¨ªa al viejo estadio La Paz, prendado de su t¨¦cnica depurada, su capacidad de liderazgo y visi¨®n perif¨¦rica. Pedro no s¨®lo mandaba sobre la pelota, tambi¨¦n mandaba sobre sus compa?eros en el campo con tan s¨®lo dirigir su arrogante mirada al compa?ero.
Adem¨¢s, don Pedro era un aut¨¦ntico crack a bal¨®n parado. Un ejecutor inapelable en esa suerte que consiste en pasar la pelota por encima de una barrera de hombres desesperados que saben que, hagan lo que hagan, el bal¨®n acabar¨¢ inevitablemente besando las mallas.
Jug¨® en el Rio Muni, el equipo de los fangs en Malabo, junto a otros peloteros como Santa Mar¨ªa y On¨¦simo. Un familiar suyo, Aquilino, me dijo el a?o pasado que sus ¨²ltimos d¨ªas los pas¨® solo y enfermo en un poblach¨®n de la vecina Camer¨²n.