La notaria del Himalaya
A finales del siglo XIX los alpinistas brit¨¢nicos fundaron el Alpine Club; a secas, orgullosamente, sin poner ¡®british¡¯, pues se supon¨ªa que era el ¨²nico, y lo definieron como ¡°un selecto club de caballeros que ocasionalmente escalan¡±. Los tiempos cambiaron, las cumbres de los Himalayas se masificaron, comercializaron y banalizaron, y aparecieron los intereses comerciales, los patrocinadores e, inevitablemente, deplorables secuelas. A veces se oculta el uso de botellas de ox¨ªgeno o el trabajo de los sherpas o datos esenciales; se aumenta la envergadura de la escalada o se miente. Afortunadamente una mujer desde Katmand¨² se impuso una tarea encomiable: filtrar y contrastar los datos de las escaladas a las monta?as m¨¢s altas del Himalaya. Su aspecto de se?ora venerable que te pide la vez en la fruter¨ªa se deshace en cuanto comienza la charla. Lo s¨¦ porque he tenido que pasar unos cuantos ex¨¢menes frente a Miss Hawley. Como aquel en el que, a la vuelta del Shisha Pangma y el Cho Oyu, me pregunt¨® si hab¨ªamos visto en la cima las huellas de tres grandes alpinistas ¡ªy buenos amigos¡ª Kurtika, Troilet y Loretan. Tuve que explicarle, con detenimiento y fotograf¨ªas, que estuvimos en cumbres diferentes y por rutas diferentes, lo que hac¨ªa veraz y coherente el relato de ambas expediciones. Al acabar, tras hacerme sudar tinta, con ese humor anglosaj¨®n entre la iron¨ªa y sarcasmo, me confes¨® que ya lo sab¨ªa, que s¨®lo pretend¨ªa medir nuestro grado de confianza.
Desde entonces me trat¨® con simpat¨ªa aunque casi nunca he visto sonre¨ªr a Elizabeth Hawley quiz¨¢s porque, como los defensas centrales, no se lo puede permitir desde ese oficio de notario mayor del Himalaya. No hace mucho, a un joven alpinista que le dijo que ¡°hab¨ªa sentido¡± estar en la cumbre, le contest¨® secamente: ¡°Joven, la cumbre no es un sentimiento, es el punto m¨¢s alto de una monta?a¡±. Muchos se han visto desenmascarados y a otros simplemente les ha puesto ¡°dudosa¡± en su ascensi¨®n, algo parecido a una descalificaci¨®n. Su llegada al hotel, en un destartalado Volkswagen ¡®escarabajo¡¯, pon¨ªa en guardia a los examinandos, conscientes de que iba a preguntarles con minuciosidad no siempre bien entendida. Su palabra es ley. Aunque ser notario no es igual que ser juez. Algunos farsantes han prosperado, pero vivir¨¢n el resto de sus vidas, como Maestri, Cook o Peary, entre otros muchos mentirosos, con el temor a ser descubiertos. Cada vez que veo a esta venerable periodista, ya una instituci¨®n, me hace a?orar aquellos lejanos tiempos en que la palabra de un alpinista era sagrada y escalar siempre implicaba solidaridad y fair play, como aquellos caballeros brit¨¢nicos que ocasionalmente escalaban.