Mireia, gracias y mil gracias
El de ayer fue un d¨ªa, incluso a¨²n hoy, en el que es f¨¢cil caer en todo tipo de exageraciones a la hora de hablar de Mireia Belmonte. Mas trat¨¢ndose de ella pocos excesos caben. Se merece todos los elogios, y m¨¢s. ?Seis medallas! En todos unos Europeos del m¨¢ximo nivel. Derrotando este ¨²ltimo d¨ªa, adem¨¢s, a Katinka Hosszu, la h¨²ngara que nos tra¨ªa por la calle de la amargura. La tarde que Mireia nad¨® las tres finales, Hosszu se aprovech¨® bien de ello. No s¨®lo sac¨® a Mireia una barbaridad en los 200 estilos, sino que en el relevo hizo una monumental remontada mientras Mireia nadaba agotada. Para colmo, Hosszu nos hab¨ªa quitado el oro en los 400 estilos el primer d¨ªa. Era nuestra bestia negra. Hasta que ayer Mireia puso las cosas en su sitio.
Cuanto ha hecho Mireia en estos Europeos es tremendo. Ha llevado su organismo al l¨ªmite para saber precisamente d¨®nde se encontraba el umbral. Y ha luchado contra las decepciones y las frustraciones. Recuperarse de ellas supone una fuerza mental descomunal. Decepciones, porque en la tarde de las tres finales no obtuvo el resultado que esperaba; frustraciones, porque el oro no acababa de llegar. Consigui¨® salir adelante, y entonces vimos a la mejor Mireia. Su rostro ya era otro. Hosszu dej¨® de existir, y Mireia pas¨® a ser la reina de unos Campeonatos en los que se ha consagrado. Su trabajo, por fin, ha tenido recompensa. S¨®lo ella, su entrenador Vergnoux y sus padres saben lo que ha costado. A todos, gracias.