El museo del clavo ardiendo
Ciento doce a?os de historia dan para casi todo. El Madrid perdi¨® mucho al principio y gan¨® m¨¢s que nadie despu¨¦s, cuando se le aparecieron primero Di St¨¦fano y luego su legado. Tuvo equipos remendados, gloriosos, de gladiadores, de artistas, repletos de Garc¨ªas, entregados a una Quinta, construidos en la galaxia o entregados a los desvar¨ªos de un entrenador. A veces abraz¨® la pelota y a veces fue galgo en el contragolpe. Tuvo presidentes ricos y menos ricos. Pero bajo esas mil caras siempre queda una perfectamente reconocible, para su afici¨®n y hasta para sus enemigos (preg¨²ntenle a Guardiola): nadie iguala su fe. La ¨²nica bandera blanca que no agita es la de la rendici¨®n. Afici¨®n y equipo nunca le niegan la mano al clavo ardiendo.
Anoche lleg¨® el gol de Ramos como en la Recopa del 71 lleg¨® el de Zoco, otro futbolista de quite, cuando el trofeo esperaba al Chelsea a pie de campo. En aquella ocasi¨®n el Madrid cay¨® en el partido de desempate, como ayer gan¨® en la pr¨®rroga. Pero en una y otra final y en las que hubo antes y despu¨¦s (?Recuerdan la ¨²ltima Liga de Capello?) algo invit¨® siempre a quienes pisaron el club a no dejar de creer. A veces parece esp¨ªritu indomable y a veces un optimismo estrafalario, pero lleva m¨¢s de un siglo funcionando. Bien lo sabe el museo del club y quienes lo visitan.