???Campeon¨ªsimos!!!
?pico y heroico. El tiempo se agotaba. El Bar?a ganaba por uno tras una remontada que ten¨ªa al madridismo angustiado. Desperdiciar siete puntos en dos minutos provocaba una ¨²lcera generalizada. Pero el Madrid de Laso es un canto a la fe, a la autoestima a toneladas, a la seguridad de que el escudo blanco grabado en el pecho te convierte en alguien invencible. Le le¨ª una vez a Armando Palacio Vald¨¦s, prestigioso escritor asturiano del siglo XIX, una reflexi¨®n perfecta para lo que afront¨® el Madrid en esa ¨²ltima jugada: ¡°Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo¡±. Eso hizo Sergio Rodr¨ªguez. Pudo jug¨¢rsela ¨¦l, pero su admirable instinto canario le dijo que Llull no iba a perdonar. La pelota fue de Sergio a Sergio. De genio a genio. Llull (?viva Menorca!) esperaba en la esquina, sabiendo que el honor y el orgullo de una afici¨®n entera estaba en juego. Quedaba una d¨¦cima para la bocina. Nada. Se levant¨® como en las pel¨ªculas que hacen los americanos de la NBA. Miles de gargantas en tensi¨®n en un abarrotado Mart¨ªn Carpena, que parec¨ªa el Palacio de Goya con mayor¨ªa madridista so?ando con la proeza (enormes los Berserkers y Los Ojos del Tigre). La pelota vol¨® y ?zas! Entr¨®, entr¨®. Canast¨®n. Copa y copazo. La n¨²mero 24 que recupera, por si alguien lo dudaba, la hegemon¨ªa blanca en el basket espa?ol. ?Llull, Llull, Llull, Llull, Llull!
Una calle para Laso. El Ferr¨¢ndiz del siglo XXI se la merece. Bendita sea la hora en la que Juan Carlos S¨¢nchez (espl¨¦ndido gestor de la secci¨®n de basket, bien apoyado por Alberto Herreros) decidi¨® apostar por el vitoriano. Gente como Javi Garc¨ªa Coll, titular en la ¨²ltima Copa de Europa que hemos ganado (1995), ayud¨® a abrir los ojos con Laso. ¡°Fichad a Pablo. ?l lleva el Madrid en la sangre y nos har¨¢ grandes¡±. Dicho y hecho. Ya lleva siete finales en tres cursos y hemos levantado cinco t¨ªtulos (1 Liga ACB, 2 Copas del Rey, 2 Supercopas). Y un subcampeonato de Europa. El Madrid ha vuelto a ser competitivo y a merodear por all¨ª arriba. La ambici¨®n de Pablo le viene de la educaci¨®n que le dio su padre, Pepe Laso, que jugaba pachangas con su ni?o en la pista descubierta de Vitoria y jam¨¢s se dejaba ganar. As¨ª sab¨ªa que ser¨ªa m¨¢s duro y m¨¢s fuerte para afrontar la presi¨®n de la ¨¦lite. Gracias, Pepe.
Buen Bar?a. Esta Copa sabe mejor porque enfrente hubo la mejor versi¨®n posible del actual Bar?a de Pascual. Menos en los tiros libres, llevaron el partido a su trinchera. Pero Navarro no pudo con la marca individual de Llull. El h¨¦roe de la final lo anestesi¨®. Y desactiv¨® la Bomba.
La Minicopa. Horas antes de disfrutar de las genialidades de Rudy Jordan, Magic Chacho, Gladiator Reyes, Multiusos Mirotic o Llull, Llull, Llull, los ni?os tambi¨¦n ganaron la Copa en una apretada final con el Unicaja. El Madrid, gracias a Alberto Angulo, tambi¨¦n ha ganado la batalla de la cantera. ?Vamos!
Gracias, equipo. El canast¨®n inolvidable de Llull hizo feliz a mucha gente. A mi amigo Ernesto, el del periquito Tamudo en la Liga del Clavo Ardiendo, que estuvo en el Carpena en su silla de ruedas vibrando con su Real. Va por mis primos Pepe y el Jaro, que el jueves se fueron en coche a M¨¢laga y han visto todos los partidos hasta cantar victoria. Va por mi hermana Amparo y mi sobrino Gonzalo, fieles abonados del basket desde hace a?os. Por mi colega Christian, que sigui¨® emocionado el triunfo junto a los vikingos de la Pe?a Sur de California. Y va por mi querido padre, que desde la habitaci¨®n 503 sigui¨® la final a tope y casi tira la botella del suero con la canasta ¨¦pica de Llull. Gracias, CAMPEONES.