El secreto de sus goles
Caray con Campanella. Jura y perjura que esto del f¨²tbol no va con ¨¦l, pero tiene asiento de tribuna en el coraz¨®n de los futbolerocin¨¦filos. Primero, por mostrar c¨®mo el amor a Racing de Avellaneda delataba a un criminal en El secreto de sus ojos. Y segundo, por ponerse a los pies (con botas de tacos) de los ni?os, pues para ellos es esta pel¨ªcula abiertamente menottista (subsector valdanista), cero bilardista: Futbol¨ªn, castizo t¨ªtulo suplente del Metegol argentino, muestra las venas abiertas del f¨²tbol latinoamericano por donde fluye el esp¨ªritu de los punteros zurdos de Benedetti y del fair-play a sol y a sombra de Galeano.
Aqu¨ª se juega al otro f¨²tbol, el que eleva al aficionado y pone en su sitio al club, al futbolista e incluso a la pelota, que en verdad nada ser¨ªan sin la pasi¨®n del hincha. Y todo eso lejos de la dura realidad. O eso intentaron. Porque el malo es un Cristiano con la napia de Ibra, aunque sin Messi, y porque se intuyen palomitas de Poy y ecos canallas (homenaje a Fontanarrosa, autor del cuento e hincha de Rosario Central) alrededor de unos colores pretendidamente neutrales. Hasta que apareci¨® el simp¨¢tico Club Atl¨¦tico Aldosivi de Mar del Plata reclamando sus listones verdes y amarillos.
Animaci¨®n nacarada de aire nost¨¢lgico con tecnolog¨ªa como para golear a Pixar, rehuye los partidos eternos de Oliver y Benji (icono del g¨¦nero pelotudo) y se humaniza con su mayor logro: la caracterizaci¨®n traviesa de los diminutos h¨¦roes, que convierten un juego de ni?os en una pasi¨®n de multitudes.