Cruzando la ¨²ltima frontera
Como todos los a?os, convirti¨¦ndolos en un cl¨¢sico por Navidad, los festivales KutxaBank de Bilbao y Madrid, organizados por Juanjo San Sebasti¨¢n y Ram¨®n Portilla, nos acercan aquellas aventuras que marcaron un a?o que estoy seguro ser¨¢ recordado por un nuevo intento de llevar el alpinismo a sus ¨²ltimas fronteras. Aquellas que traspasan, como siempre, los alpinistas m¨¢s audaces e innovadores. De la misma forma que Bonatti, en los a?os 60 del pasado siglo, Bonington y Messner en los 80 y tras ellos un buen n¨²mero de alpinistas en los tiempos actuales, que revolucionaron escaladas cl¨¢sicas en estilo hiperligero como la escalada de la vertiente del Rupal del Nanga descendiendo por la de Diamir, o la ascensi¨®n en solitario hace unos d¨ªas, en s¨®lo 28 horas, de Ueli Steck. Todas ellas cierran las pen¨²ltimas grandes realizaciones; pen¨²ltimas porque en este momento ya hay alpinistas preparados para partir a realizar nuevas escaladas ¡°imposibles¡±.
Estos d¨ªas he tenido la oportunidad de charlar con tipos como Kristof Wielicki, Simone Moro, Adam Bielecki o Dennis Urubko sobre sus invernales en el Karakorum, sin duda la ¨²ltima frontera del alpinismo. Este macizo, situado m¨¢s al norte y m¨¢s alejado del mar, padece un clima m¨¢s fr¨ªo y detestable que el resto del Himalaya. Eso explica que sus cinco ochomiles sean los m¨¢s peligrosos y los que se resisten al empuje de los alpinistas. Dos de estas monta?as, el K2 y el Nanga Parbat, son las ¨²nicas monta?as de m¨¢s de ocho mil metros que contin¨²an sin haber sido holladas en temporada invernal. Representan el ¨²ltimo desaf¨ªo. En pocos a?os su estad¨ªstica es aterradora: 9 personas han logrado pisar alguna de estas cinco cimas situadas en Pakist¨¢n, pero a cambio siete magn¨ªficos alpinistas perdieron la vida en esos intentos. Creo que en este momento el mayor grado de compromiso y exposici¨®n que pueda existir en el himalayismo se encuentra en este tipo de escaladas. S¨®lo est¨¢n al alcance de los que posean la mayor fortaleza f¨ªsica y la mayor resistencia sicol¨®gica. Y, a pesar de ello, siempre estar¨¢s en un filo tan delgado como peligroso.
En invierno no hay margen para el error. Simplemente te quedas y mueres en poco tiempo por hipotermia y agotamiento. Ojala tengan suerte este invierno. Hay una frase del gran alpinista estadounidense, Charles Houston, que bien puede sintetizar la historia del alpinismo que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª: "Ninguna ascensi¨®n es obra de un s¨®lo hombre. Detr¨¢s de ellos, se api?an las sombras de otros que antes lo han intentado y han fracasado. Su fracaso les ha enriquecido y miran con orgullo y respeto a quienes han vencido". Me gusta pensar que somos herederos de ese sentimiento de la monta?a cuyo poso han ido dejando los m¨¢s grandes, de Saussure a Whymper, de Mummery a Mallory, de Welzenbach a Terray, de Bonatti a Messner. Y de Buhl, Diemberger, Bonington, Scott, Boardman o Fowler.
Y, espero, que tambi¨¦n hayamos sabido aprender de nuestros errores, de los malos atajos, de los accidentes y de los caminos equivocados. Porque si alguna vez fuimos grandes, como dijo Newton, es porque nos aupamos a hombros de gigantes. Todos dependemos unos de otros. Siempre tenemos motivos para sentirnos humildes. Cuando echamos la vista atr¨¢s y analizamos lo que hicieron aquellos alpinistas hace 50, 100 o 200 a?os antes que nosotros, cuando pensamos en sus equipos, en sus conocimientos o en su valent¨ªa, y los comparamos con los nuestros, tenemos muchos motivos para darnos cuenta de que ellos eran aut¨¦nticos gigantes que hicieron del alpinismo, ¡°el arte de hacer m¨¢s con menos¡±. Debemos estar orgullosos de ser sus herederos.