El corsario digno de un videojuego
Al final no ha logrado un papel en el ¡°reparto¡± protagonista de Assasin¡¯s Creed 4, ambientado en la Edad de Oro de la pirater¨ªa. Pero gracias a los creadores de este aclamado videojuego, que a buen seguro ser¨¢ uno de los m¨¢s regalados estas fiestas, la figura de Amaro Pargo ha escapado de las telara?as del olvido. La productora de este videojuego tiene a gala realizar una cuidada y muy concienzuda investigaci¨®n hist¨®rica de la ¨¦poca donde desarrolla las peripecias de sus personajes. En este caso ha patrocinado un amplio estudio en el que participa un equipo de arque¨®logos forenses y antrop¨®logos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, quienes han exhumado los restos de este singular marino para estudiar su ADN e incluso reconstruir su rostro a partir de su calavera.
Amaro Pargo naci¨® como Amaro Rodr¨ªguez Felipe en La Laguna un 3 de mayo de 1678. Como bien acredita el escudo de armas que adorna la l¨¢pida levantada por los investigadores en la iglesia del convento de Santo Domingo, alcanz¨® recompensas nobiliarias y una buena posici¨®n econ¨®mica. A lo que parece (porque en una vida tan azarosa como la de Amaro se viste de leyenda tanto como de realidad), el mar fue su gran pasi¨®n y desde muy joven se enrol¨® en distintos nav¨ªos hasta que decidi¨® convertirse en corsario, una versi¨®n ¡°legalizada¡± de un pirata. Los corsarios contaban con una ¡°patente de corso¡± emitida por su rey que les autorizaba a asaltar barcos de potencias enemigas y por supuesto, de los piratas que asolaban nuestras costas y las flotas espa?olas que tra¨ªan riquezas desde el Nuevo Mundo.
As¨ª fue como se convirti¨® en el fiero Amaro Pargo, azote de ingleses, holandeses y piratas de toda laya, incluido el turco Barbarroja corsario como ¨¦l, con los que s¨®lo compart¨ªa objetivos y artima?as para lograr sus presas porque en sus tripulaciones estaba prohibido el juego, la presencia de mujeres y el alcohol y la disciplina y el orden eran tan estrictos como en un barco de la Royal Navy. Su habilidad y la suerte de salir m¨¢s o menos indemne de los abordajes que protagoniz¨® con sus sucesivos nav¨ªos (su favorito fue El Clavel, armado con 24 piezas de artiller¨ªa y que acab¨® hundi¨¦ndose frente a las costas de Cuba) le reportaron una notable fortuna con la que compr¨® tierras y casas, puso en marcha industrias y realiz¨® muchas obras de caridad tras abandonar la azarosa vida de depredador marino. De hecho, era un hombre en extremo piadoso y amigo personal de Sor Mar¨ªa de Jes¨²s ¡°la siervita¡±, una monja con fama de santa a la que consultaba incluso sus negocios. A¨²n corre la leyenda de que hay escondidos en la isla tinerfe?a tesoros de su ¨¦poca como corsario y su casa ha sido expoliada por buscadores de esas riquezas amasadas por uno de los m¨¢s brillantes corsarios de nuestra historia.
?