A?o y medio que ha dado para mucho
La Agencia Estatal Antidopaje -el nuevo nombre es largo y feo, me disculpen- se pas¨® un tiempo firmando convenios insulsos con comunidades aut¨®nomas y federaciones semana tras semana. Sin proyectarse al exterior y sin resolver casi nada dentro. Su arma fue la Ley Lissavetzky del 2006, voluntariosa y loable, que introdujo la inducci¨®n al dopaje en el C¨®digo Penal pero que segu¨ªa dejando al albur de las federaciones la tramitaci¨®n de los expedientes y las sanciones. El zorro cuidando del gallinero, v¨¦ase el Atletismo de Odriozola, que alg¨²n ejemplo ha dado. Mientras, los ca?ones de la prensa internacional segu¨ªan apuntando con raz¨®n a Espa?a. Las trampas de algunos deportistas extend¨ªan sombras sobre una mayor¨ªa limpia. Hac¨ªan falta varios pasos m¨¢s.
Y Cardenal se acord¨® de su profesora en Pamplona, Ana Mu?oz. Ella, en a?o y medio, ha dotado a la Agencia de m¨²sculo e independencia. Lo primero que hizo fue ir a ver a la AMA y a EE UU, donde Tygart acababa de tumbar a Armstrong. La tomaron en cuenta. El dopaje es una mafia internacional que adem¨¢s mata (aqu¨ª hubo dos casos entre consumidores de gimnasio hace poco) y la AEA colabora m¨¢s estrechamente con todas las polic¨ªas, Europol e Interpol. Por la Ley del 2012, ha asumido controles (en los primeros cayeron tres atletas...) y sanciones. Como Mu?oz ha sido eficaz, ahora el CSD la reclama para sacudir cierta caspa del mundillo federativo, acostumbrado a pedir pero no a generar e impulsar la Ley del Deporte Profesional. Ojal¨¢ vaya igual de r¨¢pido. Falta hace.