El amor en tiempos del c車lera
Doy mi 迆ltimo paseo por Cartagena de Indias antes de regresar a Espa?a. Y lo hago recorriendo a pie las magn赤ficas murallas que un d赤a sirvieron para rechazar invasiones de piratas y corsarios que asolaban el Caribe y tambi谷n para derrotar al general brit芍nico Vernon en 1741 con su nueva ※Armada Invencible§ destruyendo las intenciones brit芍nicas de hacerse con la llave de esta estrat谷gica plaza. Sonr赤o al ver que las troneras de esos ca?ones que hicieron trizas las ambiciones de muchos de esos corsarios dan ahora cobijo a parejas de enamorados refugi芍ndose de las tormentas tropicales. Me parece un justo rodeo, de la guerra al amor, que refleja un mundo m芍s amable y justo. Ese amor que fue retratado en la novela ※El amor en tiempos del c車lera§ por uno de los mejores escritores colombianos de todos los tiempos, el N車bel Gabriel Garc赤a M芍rquez, cuya casa precisamente se levanta al lado de estas murallas que sirvieron para que esta ciudad fuese calificada como ※la heroica§, por la cantidad de asaltos que resisti車 y, de paso, una maravilla que parece detenida en el tiempo. Voy a visitar a uno de los nuevos amigos que he conocido, Jorge Rausch, que es uno de los mejores chefs de Latinoam谷rica. Jorge no s車lo est芍 empe?ado en hacer una nueva cocina sino adem芍s est芍 preocupado por un problema medio ambiental que asola las costas del Caribe. Junto a Jorge Londo?o y Alejandro Olaya, han puesto en marcha un proyecto para frenar la invasi車n del Pez Le車n, un depredador que se est芍 imponiendo a la fauna marina del lugar. Se cree que este pez, originario de las aguas del ?ndico, debi車 ir a parar a estas costas durante el hurac芍n Andrew en 1992 cuando un acuario lleno de estos peces fue destrozado. Luego se ha convertido en el nuevo pirata de estos mares c芍lidos y los ha colonizado r芍pidamente, pues no tiene depredador natural que le frene. Est芍 causando un da?o tremendo al ecosistema pues se alimenta de los alevines y huevas de otros peces siendo un peligro para los arrecifes de coral. Mis nuevos amigos se han impuesto esta tarea casi como algo personal. Se trata de hacer recetas de cocina, en un libro que prologar芍 Bill Clinton, para estimular en todo el mundo el consumo de este pez que, a pesar de su terrible apariencia, tiene un sabor exquisito como resaltaba el cr赤tico de El Pa赤s. Lo he probado y, les puedo asegurar, que merece la pena. Es una cocina ecol車gica, o mejor dicho, una cocina inteligente puesta al servicio del bien com迆n. Y paseando por las murallas de Cartagena me he dicho que este proyecto es todo un s赤mbolo de c車mo utilizar la inteligencia para algo profundamente civilizado. Como en las troneras de los enamorados, bien ha merecido la pena esperar este tiempo y dar este rodeo, para ver ponerse el sol en el horizonte y al pez Le車n en el plato. Ya no quedan piratas en el Caribe, s車lo en Wall Street.