Un partido de f¨²tbol en la cumbre
Exactamente en una cumbre no ha sido, pero s¨ª bastante alto, a 3.200 m. de altitud, casi lo que mide la cima del Aneto, la monta?a m¨¢s alta de los Pirineos. Para ser m¨¢s exactos, deben ser algunos (muchos) cent¨ªmetros m¨¢s alto en una de las porter¨ªas, porque lo cierto es que el terreno de juego ha resultado algo irregular. Vale que el campo no es el Bernab¨¦u precisamente, pero a derrochar ilusi¨®n y voluntad no les gana ninguna estrella medi¨¢tica a los jugadores que el pasado martes saltaron a ¨¦l luciendo sus flamantes equipaciones, regalo de la Fundaci¨®n El Larguero y que nosotros hemos repartido entre escolares de Skard¨² y el cercano Hush¨¦, el pueblo donde ha tenido lugar el partido que sirvi¨® para su estreno oficial en lo que un vetusto cronista no dudar¨ªa en calificar como ¡°un marco incomparable¡±: a los pies del Masherbrum, ¡°La Monta?a resplandeciente¡±, de 7.821 metros de altitud.
Se trata de una cima con cierta historia asociada a ella, pues es la ¡°culpable¡± de que el K2 se llame as¨ª, ya que el top¨®grafo del ej¨¦rcito brit¨¢nico T. G. Montgomerie, quien la midi¨® a mediados del siglo XIX, la bautiz¨® con la ¡°K¡± de Karakorum y le dio el n¨²mero 1 aunque es ostensiblemente m¨¢s baja. As¨ª pues, all¨ª est¨¢bamos: en un escenario tan singular y con un p¨²blico entregado como no pod¨ªa ser de otra forma, pues lo formaban parientes, compa?eros y vecinos de los jugadores, que representaban a sus respectivos colegios.
Hay que hacer menci¨®n expresa a la dif¨ªcil labor del ¨¢rbitro, funci¨®n asumida, con mucho valor todo hay que decirlo, por uno de sus profesores. Lo cierto es que el buen hombre se las vio y se las dese¨® para poner algo de orden en aquella turbamulta de chavales corriendo sin descanso ni orden detr¨¢s del bal¨®n. Lo de las t¨¢cticas, la distribuci¨®n dentro del campo, los dibujos en la pizarra y otras zarandajas t¨¦cnicas decididamente no iba con ellos. El bal¨®n era el objetivo del juego y a por ¨¦l se lanzaban todos, salvo los porteros, aunque resultaba evidente que a duras penas pod¨ªan refrenarse bajo los palos.
Al final, la orograf¨ªa y la ley de la gravedad se pusieron del lado del equipo que jugaba en la parte de arriba del campo y que acab¨® ganando por dos goles a cero, aprovech¨¢ndose de que atacar cuesta abajo resulta obviamente mucho m¨¢s sencillo. Pero el resultado estoy seguro que a todos los all¨ª presentes nos dio igual. Fue una jornada espl¨¦ndida que los habitantes de este peque?o pueblo de un rinc¨®n remoto del norte de Pakist¨¢n disfrutaron juntos, y nosotros con ellos, gracias, en parte, a un modesto regalo que les hab¨ªa llegado desde la otra esquina del mundo. En ese sentido, desde luego s¨ª que fue de verdad un partido en la cumbre.