Sangre en la Pradera de las Hadas
El campo base de la vertiente del Diamir del Nanga Parbat es una hermosa rareza con respecto al resto de campos base de ochomiles, donde el hielo y las rocas son las protagonistas. Tal es as¨ª que la llaman ¡°la Pradera de las Hadas¡±. Se trata de una suave y acogedora pradera llena de flores donde la vida de los alpinistas resulta m¨¢s agradable.
Al menos hasta ahora. Porque ya ser¨¢ imposible no asociarla con la tremenda tragedia que acaba de ocurrir all¨ª. Un grupo armado talib¨¢n irrumpi¨® hace unos d¨ªas en este lugar y dio muerte a once personas. Al parecer, se ha tratado de una venganza por un reciente ataque norteamericano con drones que acab¨® con la vida de uno de sus l¨ªderes.

Adem¨¢s de diez alpinistas de distintas nacionalidades, los terroristas ajusticiaron a un joven cocinero del cercano pueblo de Hush¨¦. Le preguntaron el nombre, Al¨ª Hussain, y por ¨¦l dedujeron que era chi¨ª. Pero se equivocaban. Era, como el resto de la gente de Hush¨¦ suf¨ª nurbas¨ª. Al resto de sus compa?eros, del valle de Hunza, tan s¨®lo les golpearon porque all¨ª son ismaelitas, otra de las corrientes del Islam.
Este cruel y cobarde ataque de unos fan¨¢ticos religiosos tiene muchas m¨¢s v¨ªctimas que las que tristemente han muerto en la Pradera de las Hadas. Son los habitantes de esta regi¨®n del Baltist¨¢n, convecinos de Al¨ª Hussain y sus maltratados compa?eros, que tienen en las expediciones la ¨²nica fuente de ingresos con la que mejorar algo la dura vida en esta regi¨®n agreste e inh¨®spita. El clima es brutal y la tierra es ingrata pues arrancarle algo exige un arduo trabajo. Tan s¨®lo para llevar el agua a sus cultivos tienen que cavar kil¨®metros de canales. De hecho, uno de los hermanos de Al¨ª, Muhamad que ha sido uno de los m¨¢s fuertes porteadores con los que hemos contado en nuestras expediciones, muri¨® hace unos meses al ser alcanzado por una piedra de regreso a casa.
De ah¨ª la importancia para su econom¨ªa de poder trabajar de porteador, cocinero, gu¨ªa de grupos de turistas o porteador de altura en expediciones alpin¨ªsticas, muchas de las cuales se han retirado o han anulado sus planes despu¨¦s del ataque talib¨¢n. Una decisi¨®n comprensible, pero que castiga a quien menos culpa tiene y son los grandes perjudicados.
Son ya muchos viajes a esta regi¨®n de Pakist¨¢n los que he hecho y lo ¨²nico que he encontrado es a gentes hospitalarias y alejadas de cualquier fanatismo, cumplidoras de sus compromisos y generosas en el trabajo. As¨ª que dentro de dos semanas viajar¨¦ de nuevo al valle de Hush¨¦ a visitar a mis amigos y seguir ayud¨¢ndoles en lo que pueda. Ni ellos se lo merecen ni nosotros debemos dejarnos intimidar por la brutalidad fan¨¢tica que tan duro nos ha golpeado.