La frase m¨¢gica y el tarado
No hay que olvidar que el juez Kermit Bye emitió un voto particular discrepando de la decisión del tribunal de restituir el lockout que había suspendido la juez Nelson, pero también resulta significativo que un juez que está en minoría haga una afirmación tan lapidaria.
Así que ahora las dos partes están absolutamente acojonadas.
Los propietarios porque temen como a la peste cualquier sentencia en la que pueda aparecer la palabra monopolio, aunque sea de pasada. Los jugadores porque tiemblan solo de pensar que el lockout pueda alargarse indefinidamente.
En conclusión, ayer martes las dos partes volvieron a reunirse en Nueva York en otra supuesta entrevista discreta que se ha convertido en secreto a voces. Mientras, el juez Bye inscribe su nombre con letras de oro en la larga lista de personajes clave de toda esta rocambolesca historia.
No hay que engañarse. El acuerdo sigue lejano, pero la lavativa Bye puede haber sido el remedio mágico que haya curado el estreñimiento mental de ambas partes. Las soluciones y los puntos de acuerdo, aunque puedan parecer una mierda, parecen empezar a brotar de las mentes privilegiadas de Goodell, Smith y compañía.
Que nadie se engañe. Burress se fue al trullo por tarado. Solo un descerebrado se pega un tiro en la pierna en una fiesta, con una pistola que guarda en el bolsillo, con el seguro quitado y sin tener licencia de armas. Por eso es absurdo el debate que se ha abierto en EEUU sobre si ha aprendido de la experiencia y es un hombre regenerado. El que va a la cárcel por idiota difícilmente dejará de serlo cuando sale por la puerta. Burress era, sigue siendo y será toda su vida un tarado.
Pero tan tarado como muchos otros receptores a lo largo de la historia. Es una posición en la que siempre han abundado los chinados; tipos que aprovechan el lockout, que anula la cláusula de actividades prohibidas de sus contratos, para subirse a un toro, pelear contra serpientes, o poner en práctica su última ocurrencia sólo por llamar la atención.
Lo de atrapar el balón para anotar un touchdown de ochenta yardas, debe provocar los mismos daños cerebrales que chocar casco contra casco una y otra vez. En un caso se destruyen neuronas y en el otro se infla el ego, pero a la larga los daños terminan siendo permanentes en los dos casos.
Y que nadie piense que Burress pueda quedarse sin equipo por tarado. Si no lo encuentra, será porque en su última temporada sus actuaciones fueron lamentables. Igual que TO ha tenido problemas últimamente para encontrar quién le contrate no por su carácter, sino porque pasó en muy poco tiempo de tener unas de las manos más seguras de la NFL a sufrir en una temporada más pérdidas de balones atrapables que casi en el resto de su carrera.
Estos divos, con egos inabarcables y conducta de majareta, no son los que desestabilizan los vestuarios. Simplemente se convierten en altavoces de un problema latente y, a la larga, en chivos expiatorios. Si alguien descarta a Burress no será porque vaya por la vida disparándose en el pie sin tener licencia de armas, sino porque pueda estar más acabado que la Falange.
Y eso.