Que tengas un juicio y lo ganes
Siempre me ha encantado Charles Dickens. Releo sus novelas una y otra vez, sin cansarme. Me encanta su sentido del humor y su capacidad para caricaturizar personajes y situaciones. Los avaros de Dickens son la avaricia; los ingenuos, la ingenuidad; los malos, malísimos y los buenos, casi perfectos. Los optimistas se embarcan en proyectos imposibles sin dudarlo y los románticos desprenden sirope por todos sus poros.
Al autor inglés siempre le han colgado el San Benito de que sus novelas sacaban lo más oscuro y ruín de la Gran Bretaña del Siglo XIX, pero lo cierto es que el autor, cuando te enfrascas en la lectura, provoca sobre todo carcajadas y lo que más abundan son las situaciones cómicas.
Todo esto viene a cuento porque los jueces del tribunal de apelación de St. Louis han necesitado tres semanas para confirmar una decisión provisional que ya tomaron y que dejará de tener vigencia dentro de otras tres semanas. Casi un mes y medio para decidir si la juez Nelson tiene competencias para decretar el cierre provisional del lockout mientras duran las diligencias de un juicio presidido por ella y que tendrá que sentenciar si el lockout es ilegal o no. Parece un trabalenguas, pero es la realidad, pura y dura.
Porque, o nos han estado engañando, o lo que tienen que decidir de verdad los tres jueces del tribunal de apelación es si la juez tiene competencias para impedir el lockout de forma provisional. Lo que decidieron hace tres semanas, y confirmaron hace pocas horas, es que mientras ellos estudian el caso, el lockout debe seguir vigente porque su cancelación provocaría unos daños irreparables a los propietarios. Lo curioso es que eso lo han dicho dos de los jueces, mientras que el tercero ha emitido un voto particular afirmando exactamente lo contrario, que el lockout provoca daños irreparables a los jugadores.
Insisto en que todo parece enrevesado, pero es muy gráfico y muy clarificador de lo que puede suceder si el conflicto que asola la NFL se resuelve en los tribunales. Pasarán los años, las sentencias y los recursos se acumularán, y serán necesarios meses y meses solo para decidir quien tienen competencias en cada caso.
Mientras tanto, las dos partes han vuelto a negociar de boquilla. Los representantes de propietarios y jugadores han reiniciado las reuniones en Minneapolis, haciéndose propuestas más o menos extravagantes e inaceptables, mientras todos miran de reojo hacia lo que pueda decidirse en la corte de St. Louis, o en la inminente sentencia del juez David Doty sobre la demanda de los jugadores contra los propietarios, por negociar con las televisiones el ingreso de 4.000 millones de dólares por derechos de retransmisión, aunque no se juegue la temporada 2011. Si los jugadores ganan, ese dinero no solo quedará retenido, sino que recibirán una indemnización de la otra parte que eliminaría de un plumazo todos los posibles ahogos económicos que pudieran sufrir los atletas menos previsores.
La NFL es ahora mismo una casa desolada, cerrada y sin inquilinos. Habitada por fantasmas que atraviesan las paredes sin inmutarse y nos tienen asustados, convencidos de que el arreglo sigue siendo una quimera.
Definitivamente, la única manera de que esto se resuelva es que todos lleguen a un acuerdo cuanto antes, pero esa solución se complica más cada día que pasa y las decisiones judiciales, en vez de aclarar el horizonte, lo oscurecen cada vez más.
Solo me queda formular un deseo, para jugadores y propietarios por igual: “Que tengáis un juicio, y lo ganéis”.