Al final la mujer vencer¨¢
Un testigo presencial, cuyo nombre no puedo revelar, como dir¨ªa alg¨²n periodista del coraz¨®n instantes antes de revelarlo todo, se?al¨® que ya en los tiempos inmemoriales, cuando los hombres arrastraban a las mujeres hasta la cueva tir¨¢ndolas del pelo, al final quienes terminaban mandando eran ellas. Yo pienso que incluso antes, recordemos la jugadita de Eva a Ad¨¢n, cuyas consecuencias a¨²n sufre la humanidad y lo que te rondar¨¦ morena.
El hombre se defiende de lo inevitable como puede. Las tres religiones m¨¢s importantes aplican, a trav¨¦s de los siglos, una autodefensa implacable, junto a un ataque preventivo constante, impidiendo a toda costa la igualdad total entre el hombre y la mujer, especialmente en su seno jer¨¢rquico. Los hombres somos conscientes de que, al igual que el agua, al menor resquicio la mujer se infiltrar¨ªa inund¨¢ndolo todo y acabar¨ªa con nuestra est¨²pida y autoproclamada prioridad ante Dios.
La ¨²nica superioridad demostrada hasta ahora del hombre sobre la mujer es la f¨ªsica, y este es nuestro ¨²ltimo reducto, porque en el terreno de la adaptaci¨®n paciente, inteligencia expectante y ambici¨®n sin l¨ªmites, muy leg¨ªtima, no tenemos nada que hacer ante ella. Social y pol¨ªticamente la mujer ya tiene demostrada su capacidad de mando y de manejo sutil del mismo, aunque en un desfavorable porcentaje, circunstancia meramente temporal.
En versi¨®n libre del aria de Turandot me permito afirmar que; "dall alba al tramonto la donna vincer¨¢". Del amanecer al crep¨²sculo, la mujer vencer¨¢. Est¨¢ escrito.