¡el desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador ser¨¢
Es curioso. Quedan pocos días para que se dispute la Super Bowl y de lo que se esta hablando en todas partes es del cada vez más seguro parón patronal. Casi todos los aficionados han dado por terminada la temporada, a falta de la guinda del pastel, y lo que de verdad les preocupa es la posibilidad de que el próximo septiembre no haya football americano los domingos por la tarde.
Os lo voy a decir con sinceridad, si el paro se confirma no creo que sea capaz de seguir con este blog. Sería una agonía escribir un artículo cada semana explicando lo bien o lo mal que van las negociaciones. Además, siempre he odiado la política deportiva. Disfruto del deporte como pasión. Pasión dentro del campo con la acción del propio juego y pasión fuera de él con las declaraciones y noticias que rodean el juego. Para mí, y creo que para la mayoría, intentar discernir si son los jugadores o los propietarios los que tienen razón es imposible. No tengo datos suficientes, ni conocimientos tan en profundidad del tema, que me permitan defender una postura. Pero también me está resultando repugnante ver como unos y otros intentan ganarse el favor de la afición dando visiones parciales del problema.
Yo siempre he sido claro con vosotros. Creo que el conflicto es exclusivamente económico. Es más, creo que el 99% de todos los conflictos humanos terminan siendo económicos. He vivido en mis carnes un divorcio y se por experiencia que un problema inicialmente afectivo, o de convivencia, termina derivando inevitablemente, y exclusivamente, hacia el dinero, por poco que haya. Cuando la guita entra en la ecuación, todo lo demás pasa a segundo plano.
También creo que los propietarios pensaron que la solución que desbloquearía el nuevo convenio podría ser la ampliación de la temporada a dos partidos más. Ahora parece uno de los puntos clave del problema, pero los que seguís el tema desde el principio sabéis que ese fue un factor que entró en el conflicto cuando ya todo estaba muy enredado. Las dos partes, digan lo que digan, lo que quieren es más dinero, así que los propietarios pensaron que si la temporada se ampliaba dos partidos más se generaría ese plus de ingresos con el que quizá se pudiera contentar todo el mundo. Inmediatamente, los jugadores protestaron porque el ritmo de lesiones es tan elevado que no están dispuestos a jugar más partidos (en agosto los titulares casi no juegan).
Lo malo es que los jugadores han terminado indignados con la nueva aplicación del reglamento, la mayoría del público no estamos en absoluto de acuerdo con las modificaciones y no se ha conseguido una reducción de las lesiones y conmociones. Al contrario, ha habido más que nunca. Lo más curioso es que durante los playoff es reglamento se ha vuelto a aplicar como hasta hace muy pocos meses. Mantener el despropósito en enero hubiera sido demencial. Golpes que hubieran sido considerados ilegales durante esta temporada regular se han asumido con la misma naturalidad que a lo largo de toda la historia. ¡Lógico! El football es lo que es y, como ya he explicado alguna vez, se transforma como un ser vivo para regresar a su esencia por mucho que intenten corromperlo.
Incluso se ha vuelto a confirmar que hay golpes violentos que podrían ser intencionados porque la perdida de 15 yardas queda compensada por otras ventajas. El año pasado ya escribí que los Saints intentaron lesionar a Favre durante todo el partido. Algunos dijisteis que yo era un exagerado y que me perdía mi devoción por el QB. Este año sospecho que Peppers intentó sacar del partido a Rodgers con un golpe desproporcionadamente duro que hubiera sido penalizado igual este año que hace diez. Los Bears sufrieron un castigo de 15 yardas pero sacaron mucho rédito ya que el QB no volvió a dar pie con bola hasta el final.
Por tanto creo que ha quedado bastante claro que una aplicación tan rigurosa del reglamento no solo desvirtúa nuestro deporte, sino que enfada a casi todo el mundo y no resuelve el problema del gran número de lesiones. Los clubes ocultan a sus rivales todas las dolencias que pueden, pero es tradicional que tras terminar la temporada haya una marea de jugadores que anuncia que tendrá que pasar por el quirófano para resolver dolencias que han estado encubriendo durante meses. Este año también ha sucedido.
Así que lo que los propietarios veían como una solución que desatascaría el problema se ha convertido en una preocupación más.
Y las cosas se complican aún más cuando ambas partes han contratado a dos bufetes de abogados que no cobran pluses por resolver el conflicto cuanto antes, sino por semanas trabajadas. Los encargados de desenredar el nudo ganarán más dinero cuanto más tiempo tarden en llegar a un acuerdo. ¿Qué haríais vosotros?
Así que la NFL tiene un grave problema. Más allá de puntos en los que todos pueden estar de acuerdo, como el excesivo salario de los jugadores recién elegidos en el draft, algo en lo que creo que todos están de acuerdo, el auténtico problema es el porcentaje de beneficios que quieren llevarse tanto unos como otros. Y ahí no se ha avanzado ni un milímetro. Todos quieren llevarse más de lo razonable. Así que no os dejéis engañar por botes de humo como la salud de los jugadores, que el público quiere más jornadas, que los novatos cobran mucho, que no se puede entrenar tanto,… eso es el chocolate del loro. Si esos fueran los problemas de verdad, el convenio se habría firmado hace meses.
Pero hay otro asunto que me preocupa y es la falta de interés de la NFL por preservar su legado. Ese es el principal motivo por el que no me gusta Goodell. La liga siempre ha tenido miedo de sufrir los mismos contratiempos que otros deportes americanos. Cuando comenzaron los problemas de esteroides en el béisbol, la NFL se lanzó a una campaña brutal para demostrar que el football está limpio (algo que no se cree nadie). Desde entonces todos los años aparece un número razonable de viejos acabados, jóvenes sin futuro y jugadores problemáticos, o que se han pasado demasiado de vueltas, sancionados por consumo de esteroides. Cuando la NBA sufrió una riada de detenciones, peleas dentro del campo con declaraciones gruesas, etc… la NFL publicó un código de conducta más propio de un convento de ursulinas que de un deportista profesional. Cuando algunos grupos de presión y minorías comenzaron a protestar por algunas celebraciones, se prohibió casi cualquier festejo tras un touchdown (cómo añoro aquellos saludos militares de los Broncos de Elway, también ilegalizados)…
Más allá del problema contractual que puede dejarnos sin football la próxima temporada, creo que la NFL tiene que replantearse su propia identidad. El deporte es pasión fuera y dentro del campo. Y además el football es violento, y esa es una de las razones por las que nos gusta. Desde hace unos años se busca que la pasión solo esté dentro del emparrillado, que nadie diga nada que desentone, que los jugadores sean ciudadanos ejemplares… Y el efecto conseguido es que cualquier tontería termina magnificándose y convirtiéndose en un problema. En una liga con más bocazas trascenderían menos los noticias escabrosas. Al final los aficionados nos sentimos más atraídos por un jugador que mea fuera del tiesto hablando de su rival que por un vestuario que no trata con la galantería adecuada a una periodista.
Cuando el balón vuele en el kickoff inicial del Steelers-Packers todos estos temas pasarán a segundo plano, pero deben ser resueltos cuanto antes para que el público no termine por dar la espalda al football como ya lo hizo con la NBA y la MLB. Os recuerdo que la NFL fue durante muchos años el segundo deporte estadounidense a gran distancia del béisbol. A mediados de los 80’ la MLB sufrió una huelga aderezada con una crisis de identidad (algo muy similar a lo que creo que está sucediendo ahora). Fue a partir de ese momento cuando la NFL se convirtió en el deporte rey. Desde entonces el béisbol no ha parado de perder audiencia… y dinero.