Forl¨¢n de los Forlanes
Yo estuve en el estadio de San Mam¨¦s la tarde de Forl¨¢n y eso lo podr¨¦ contar dentro de muchos a?os si a¨²n andamos por aqu¨ª. Pero tambi¨¦n he tenido el privilegio de jugar al f¨²tbol con don Pablo Forl¨¢n, el sabio zaguero de Pe?arol, leyenda de Sao Paulo al que hizo campe¨®n en su primera temporada brasile?a tras una d¨¦cada sin ¨¦xitos paulistas. Y la alegr¨ªa de jugar con el r¨¢pido Pablo, una centella que tiene un aire a Diego. Cuando no se desgarra. Soy amigo de Gabi Tedesco, ese privilegiado coleccionista de abrazos-c¨¢bala al que u-ru-gu-a-yo aprieta cada vez que rompe la porter¨ªa contraria y nuestra inquietud. S¨¦ que Forl¨¢n es mejor Forl¨¢n cuando el Kun anda fino. Entonces se juntan dos portentos. Y os digo porque lo vi de cerca, que el Kun estuvo admirable el s¨¢bado; lo defiendo desde la contracr¨®nica porque no he le¨ªdo a nadie que ponderara el esfuerzo de Ag¨¹ero en Bilbao, disputando todas, en desmarque constante, baj¨¢ndola entre gigantes, a la pelea cerrada por pelotas que, muertas, llegaron a Forl¨¢n para divinizarlas con un toque zurdo. Gol, gol y gol: Diego para la Bota de Oro, Forl¨¢n para la historia, un uruguayo para la memoria colchonera, un coraz¨®n de gol para la Champions.
Al terminar, se llev¨® con el bal¨®n de los elegidos, gol, gol y gol, camino del busto de Pichichi en San Mam¨¦s, su esfuerzo y el de los compa?eros por un triunfo que aproxima al Aleti a su lugar. Es Diego Forl¨¢n, un tipo al que admiro. Pero no tanto como a mi Forl¨¢n estrella, una chica que se llama Alejandra, que camina sobre nosotros en silla de ruedas. Sobre nosotros, no entre nosotros. Sobre nosotros, como las almas superiores. Simplemente, la mejor.