Un sentido elogio del mercenario
Le acaban de caer por todos lados a Samuel Etoo porque tuvo la ocurrencia de decir la verdad, mal negocio desde don Francisco de Quevedo ("?Siempre se ha de sentir lo que se dice? ?Nunca se ha de decir lo que se siente?"): "Yo soy del Mallorca; trabajo en el Barsa". No es f¨¢cil, pero quiz¨¢s uno de estos domingos que no soy capaz de imaginar, Etoo juegue horrible, no haga gol, parezca otro. De la grada saldr¨¢ un grito nacido del resentimiento que muchos corear¨¢n: Etoo mercenario. Quiz¨¢s no haga falta ni que juegue mal para escucharlo, quiz¨¢s hasta lo vea pintado en las paredes de Barcelona: Etoo mercenario.
Pero yo quiero mercenarios como Etoo para el Aleti; soldados de fortuna que tienen el decoro de no besar el escudo cuando marcan un gol; profesionales que cumplen con lealtad sin mirar a la tribuna, sin esconder sus piernas, sin pensar en el siguiente contrato, sin reservarse para estar pimpantes con su selecci¨®n. Gente de una ley particular basada en el compromiso, tipos que sustituyen el amor a los colores por el amor propio, un orgullo siempre en pie que les lleva a odiar la derrota: guerreros que conocen su obligaci¨®n. Si adem¨¢s el mercenario hace 23 goles en 23 partidos, me parecer¨¢ bien que duerma con la camiseta del equipo de su coraz¨®n.
Prefiero a los que son atl¨¦ticos, mas sabed que hay jugadores subrayados con honores en la historia del club (no tantos como al rev¨¦s, pero alguno) que eran madridistas y vivieron con ese fondo durante tiempo. Hasta que a fuerza de ponerse la buena en el pecho, se curaron. Pero esa es historia distinta que viajar¨¢ conmigo al otro pa¨ªs para mantener limpia, roja y blanca, su memoria.