El jugador es ego¨ªsta, no conspirador
Los futbolistas somos de los tipos m¨¢s ego¨ªstas que caminan por el planeta, de los tres m¨¢s ego¨ªstas. Nunca tenemos la culpa cuando las cosas no funcionan, la tiene el entrenador que es un matao; si el entrenador tiene suficiente cr¨¦dito, anda fuerte, o acaba de llegar, el responsable es el preparador f¨ªsico, o el del campo, que tiene la hierba alta; el m¨¦dico equivocado de vitaminas, o el presi, que es un desastre; el masajista; la prensa, siempre tan borde; la afici¨®n, que no anima; los balones; las botas... Cualquier cosa menos aceptar que estoy jugando fatal. Todo eso compadecido con declaraciones del tipo: "Los responsables somos nosotros, la culpa es de los futbolistas".
Luego est¨¢ la realidad, tan obstinada: no conozco equipo que no se debilite, a veces hasta el resquebrajamiento total, cuando los resultados son tristes. Se crea entonces un malestar que el entrenador avispado corrige hasta donde puede, inventando alegr¨ªas en cada entrenamiento, pero una ma?ana ya no da m¨¢s y claudica. ?Deciden los jugadores que hay que echar al t¨¦cnico, se juntan en conspiraci¨®n los cabecillas y pactan la conjura que acabe con el de la gorra y el pito? No, jam¨¢s. Es, simplemente, una nube que crece, se hace espesa, desciende, y al final descarga el adi¨®s al m¨ªster (que muchas veces ha llegado al fin porque su capacidad qued¨® rebasada por la realidad o la exigencia del club, con lo que la destituci¨®n es justa).
Cuando escampa, con la voz nueva que manda mensajes nuevos, nuevas bromas, nuevos trucos, nuevos modos, nuevos gritos, nuevas reprimendas, la tropa se relaja de antipat¨ªas y en la nueva ilusi¨®n recrece. Eso, ni m¨¢s ni menos, es lo que pas¨® el domingo con los jugadores del Aleti. Eso y una defensa adelantada que apetece ver. Eso y guarnecer las bandas. Eso y alguna cosa m¨¢s. Nos vamos a divertir en las pr¨®ximas semanas.