El estado de la plantilla: los porteros
Unos cuantos cachondos reciben a Leo cuando llega a la porter¨ªa del Fondo Sur con un grito que en otros tiempos era subvencionado con bocata y viaje en autob¨²s: Franco, Franco, Franco. A unas cuantas filas de mi asiento, un abuelete de los que no faltan nunca no puede dejar de emocionarse cuando lo oye; muy cerca de ¨¦l, mi amigo Antonio Carmona, conocido pr¨®cer socialista, defensor de su causa en mil tertulias televisivas y un ciento de la radio, seguro que lo grita tambi¨¦n. Carmona es otro cachondo. Eso es lo que tiene el Aleti, que el del medio minuto de nostalgia y el de los treinta segundos de retranca, norte y sur de las ideolog¨ªas pol¨ªticas, se van a dar un abrazo fraternal y emocionado cuando el Kun le haga el segundo al Schalke. El Kun o cualquiera de los que lleven la misma camiseta que el Kun.
Para que la alegr¨ªa sea definitiva y no de pon y quita, el que se coloque entre los palos tiene que cerrar la puerta con llave de plomo. Cero goles del rival. El encargado de hacerlo ser¨¢ el que decida Aguirre: Leo lleg¨® a una altura excepcional, tan alta que le llev¨® sin discusi¨®n a la porter¨ªa de Argentina, un pa¨ªs tan discutidor que se atrevi¨® a discutir a Ag¨¹ero hace una semana. Como los grandes siempre vuelven, Sergio les quit¨® la raz¨®n a los malos en un plis plas. Al mejor Leo Franco s¨®lo le pudo la lesi¨®n con la que defendi¨® el escudo rojiblanco durante bastante tiempo. El portero que le detuvo dos penaltis al Betis en el mismo partido aquella tarde m¨¢gica que envidiaron los grandes, de Carrizo a Madinabeitia, tiene derecho a que no lo olvidemos, tiene derecho a la espera. Si retorna a ese punto, recuperado totalmente de su mal, ser¨¢ un fichaje tan bueno como el mejor.
A su lado, no enfrente, est¨¢ Coupet, un campe¨®n. Un gran campe¨®n con siete t¨ªtulos seguidos en la liga francesa. Alma del Olympique de Lyon m¨¢s grande, Coupet ha sido el titular de la selecci¨®n del gallo hasta que ha querido. Eso es mucho. Pero ahora, al final, es cuando va a saber lo que ruge un coraz¨®n hambriento de recuperar su historia. Un coraz¨®n de cincuenta y cinco mil latidos y millones de ecos.
Aguirre decidir¨¢ cual de los dos. Si el que sale (con la ayuda del resto del equipo porque defender es cosa de todos y bl¨¢, bl¨¢, bl¨¢) deja a los alemanes en cero, el Aleti ir¨¢ a por la Copa de Europa. En la grada, un chaval¨ªn de Illescas, alto y decidido, esperar¨¢ tranquilo. Se llama David de Gea: los arcos del Calder¨®n se hicieron a su medida.