El Calder¨®n exigir¨¢ al Atl¨¦tico
Guerra al tibio, compa?eros! Quien sufra mal de v¨¦rtigo y se asuste por un horizonte en forma de copa que salga de la fila. Vamos todos juntos que nuestro paso anuncia: ya est¨¢, otra vez aqu¨ª, el Aleti de siempre. No es sencillo el caminar ?y qu¨¦? nunca lo fue para nosotros; ni el hecho de aceptar la pelea nos garantiza el triunfo final. Pero miremos de frente a la victoria y espere lejos, al amor del brasero, quien eluda el reto, o sea: los que se conformen con estar "entre los cuatro primeros", los medrosos, los conformistas y los pasivos. Al Calder¨®n se va a ver ganar al Aleti y a exigirle que lo haga. Que sirva la alegr¨ªa de los goles de hoy para espabilar a una hinchada narcotizada entre la ignorancia de su propia historia y la aceptaci¨®n de calificativos desastrosos, tal que "Pupas". Y si alguno pretende olvidarlo a conciencia esta columna se lo va a recordar.
Tano D¨ªaz Yanes, genio y atl¨¦tico, lo puso en boca de un hincha de San Lorenzo de Almagro disfrazado de capit¨¢n en Flandes y rodeado de camaradas moribundos (le sucedi¨® de verdad al Tercio de Villalba, el Tercio de la Sangre por buen nombre, y Agust¨ªn lo llev¨® al cine). El franc¨¦s le ofrece la rendici¨®n m¨¢s honrosa, sin ceder armas, bagajes ni hombres; no hubo caso, s¨®lo una respuesta que encerraba la fuerza de un alma gigante: "Somos un Tercio espa?ol". Fue en Rocroi y lleg¨® la muerte. As¨ª. Puedes perder luego y no habr¨¢ lamento, ser¨¢ porque est¨¦s rendido; no porque te hayas rendido. Aleti.