Al final ganar¨¢ la fe; hay que creer hasta vencer
A los estremecidos lectores que a punto estuvieron de palmar de un yuyu sobrevenido cuando asegur¨¦, muy serio, que ¨¦ramos tres millones en todo el mundo les habr¨¢ vuelto a dar el torz¨®n, la disenter¨ªa amebiana y el mal de altura al conocer que el Aleti supera al Barcelona en la televisi¨®n de pago no s¨®lo en Madrid sino tambi¨¦n en otras zonas como Galicia y Castilla La Mancha. Ya he preguntado como andan las cosas por Canarias y Extremadura pero me vale con las tres conocidas para reafirmar que crece la marea rojiblanca y que adem¨¢s tiene garbo y se lo gasta. Viene a consolidar lo ya expuesto, aficionados de encuesta hay legi¨®n, seguidores apasionados que sienten con su equipo, much¨ªsimos menos. Da la bonita casualidad, se?ores estad¨ªsticos, de que a esta otra categor¨ªa pertenece en bloque la gente atl¨¦tica, p¨®nganlo en sus notas que el asunto tiene su encanto y quiere decir algo. Toda esa hinchada lleva un par de d¨ªas un pel¨ªn perpleja por el hecho de que mezclando unos datos fen¨®menos en la batidora el resultado no es tan bueno.
Tiene su explicaci¨®n, el equipo es el que menos balones pierde, el segundo que m¨¢s tiene el bal¨®n, el tercero que m¨¢s pases buenos da. Ya est¨¢ bien que esto suceda ?pero d¨®nde sucede? En muchos partidos hemos ido tantas veces de un lateral a otro pasando por los centrales que los n¨²meros mejoran una barbaridad pero la eficacia es ninguna. En otros, recientes como la noche del Madrid, todo es vertical, vibrante, contagioso: f¨²tbol grande. De lo mejor que se vio este a?o en la Liga espa?ola. Demostrado que la escuadra es capaz de hacerlo, piense con su jefe al frente que la victoria no est¨¢ tan lejos y que para lograrla conoce el m¨¦todo. Apl¨ªquelo. Queda lo que queda para el final, va a haber mucho l¨ªo y mucha sorpresa. Ganar¨¢ la fe. Creer hasta vencer. Acabo: yendo al estadio el domingo entr¨® en el vag¨®n una anciana. Religiosa para m¨¢s se?as. Con su h¨¢bito y todo. Como vengo del siglo XVII le ced¨ª el sitio. No quer¨ªa pero acept¨® s¨®lo porque se lo ofrec¨ªa uno del Aleti. Lo dijo as¨ª, Aleti, lo de toda la vida. Me cont¨® que era de Alcal¨¢ de Henares, que su familia era colchonera a machamartillo y que hab¨ªa estado cuarenta a?os en un hospital de Toledo. Ahora la hab¨ªan jubilado. Cuando lleg¨® el tren a Pir¨¢mides, con los muchachos que estaban a la conversaci¨®n le pedimos una ayudita de su Jefe para lo que se acercaba. Eso est¨¢ hecho, nos dijo. A los treinta segundos del partido llev¨¢bamos un gol y antes del segundo minuto estuvimos a punto de hacer otro que termin¨® de asustarlos. No hab¨ªamos visto algo as¨ª desde el doblete. Por lo tanto: busco a una monja viejecita, menuda, con gafas y toca gris. Va en el metro. Se baja en Carabanchel. He de localizarla antes de las cinco de la tarde del pr¨®ximo domingo.