Son dos mil, pero rugen como tres millones
Zumba, retumba, zumba el coraz¨®n. Zumba, retumba, zumba: el grito, la canci¨®n. Zumba, retumba, zumba: en una esquina del estadio ajeno, antes de la victoria ya ha vencido mi afici¨®n. Y es mi orgullo ver a dos mil atl¨¦ticos en el campo del Levante adue?arse de la tarde valenciana sin un gesto hostil hacia el contrario, alegres en la senda de las once camisetas rojas y blancas que en un rato van a correr por la pradera. Por cierto (inciso, llaman a esto): hemos inventado el daltonismo atl¨¦tico: all¨¢ donde el mundo ve dos inexplicables franjas, una roja y otra blanca, vemos nosotros las rayas de siempre, tan esbeltas como exactas; es decir: las nuestras.
Pero sigo: son dos mil. Rugen como los tres millones de atl¨¦ticos que en el mundo somos. Puede que ganemos, puede que lo contrario. Da igual, est¨¢n all¨ª felices de lo que hemos dicho siempre, de ver salir al campo a nuestro equipo, salta el Aleti de todos. No s¨¦ si a los dos mil les hizo la ola la plantilla al terminar, imagino que s no s¨¦ si hubo el justo reconocimiento de quienes dirigen el club para los viajeros rojiblancos que por miles se hicieron con un flanco del Ciutat de Valencia. S¨¦ que no entregan su fin de semana para que les jaleen el gesto, pero, sabi¨¦ndolo, yo se lo reconozco y les hago la ola. Son emocionantes.
Alguna vez, habr¨¦is o¨ªdo en el Vicente Calder¨®n como en los escas¨ªsimos silencios de un encuentro, de golpe sale de la grada a todo ritmo "Paquito el Chocolatero". Esa es la se?al de que ha venido al campo, desde su Coceintana musical, la Pe?a Atl¨¦tica Cosentana. Se saben al detalle la historia, que les es familiar, del pasodoble m¨¢s famoso, compuesto por un paisano suyo seguramente atl¨¦tico (es lo l¨®gico con tanta sal en sus notas). Alguno, o todos, de los ochenta miembros de la pe?a estuvieron en la cancha granota, ole, ole, el domingo pasado ayudando a meter en la mochila los tres puntos que nos ponen ah¨ª, donde se le hinca el diente al primer aspirante europeo que se despiste, nosotros a lo nuestro. Y fueron ellos, los dos mil, los que con su presencia, sus gritos y su canci¨®n dijeron antes de empezar, zumba, retumba, zumba, he aqu¨ª la hinchada campeona de un equipo campe¨®n. Quien pueda llevar dos mil como visitante a un partido cualquiera de la Liga espa?ola en la primera vuelta, que lo mejore. Es lo que hay.
Por eso, por esos, justo tras su gol corri¨® hacia ellos nuestro capit¨¢n con el ¨ªndice que les se?alaba y la otra mano en el lugar donde se confunden escudo y coraz¨®n. Porque ese gol lo marc¨® Fernando Torres y lo hicieron dos mil.