LA INTRAHISTORIA I GP DE AUSTRALIA
Visita al santuario y tumba de Shoya Tomizawa
Es realmente impresionante el santuario que la familia ha montado en una amplia sala de estar de la casa del primer ganador de la historia de una carrera de Moto2.
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Han pasado ya nueve a?os desde que perdiera la vida Shoya Tomizawa, el primer ganador de la historia de una carrera de Moto2, en Qatar 2010. Fue exactamente el 5 de septiembre de 2010, fruto de un accidente en el circuito de Misano, que entonces a¨²n no se llamaba Marco Simoncelli, porque el italiano falleci¨® un a?o despu¨¦s.
La madre del nip¨®n, Yukiko, acude cada a?o all¨ª coincidiendo con el GP de San Marino para realizar un ofrenda floral en el punto de la fatal ca¨ªda y rendir tributo as¨ª a la memoria de su hijo. En una de esas visitas, nos invit¨® a pasarnos un d¨ªa por su casa, al paso del Mundial por Jap¨®n, y a visitar la tumba de su hijo, as¨ª que las ¨²ltimas horas de estancia en el pa¨ªs del sol naciente sirvieron para acercarse hasta la prefectura de Chiba, a dos horas de Tokio en coche, para saludar a Yukiko y rendir homenaje al piloto ca¨ªdo en el santuario que su familia ha creado. Una experiencia de piel de gallina y felicidad inmensa al mismo tiempo, por comprobar que su recuerdo est¨¢ muy vivo y por lo en paz y feliz que vive Yukiko a pesar de tan irreparable p¨¦rdida.
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Shoya tiene dos hermanos m¨¢s, que estaban en la escuela cuando llegamos a Chiba, de los cuales el m¨¢s grande tambi¨¦n ha hecho alguna carrera en moto, pero s¨®lo en competiciones locales. El padre estaba trabajando y, entre otras obligaciones, est¨¢ reparando los desastres que en la oficina de la familia ha generado el paso del tif¨®n Hagibis. Yukiko se r¨ªe cuando muestra el estado en el que ha quedado la instalaci¨®n, porque lo importante es que en su caso todos lo pueden contar y los da?os materiales son perfectamente reparables, no como los personales.
Volviendo a la figura de Shoya, es realmente impresionante el santuario que la familia ha montado en una amplia sala de estar de la casa. Hay muchas fotos del piloto, la mayor¨ªa sonriendo, porque casi siempre sonr¨ªa, monos de competici¨®n, recortes de prensa, cascos, trofeos y la Moto2 con la que corri¨® en ese 2010 en el que se dio a conocer al mundo. Primero por su victoria y liderato en la categor¨ªa. Despu¨¦s, por su triste desenlace.
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Esa Suter con su caracter¨ªstico 48 est¨¢ acompa?ada de una minimoto con id¨¦nticos colores, y ah¨ª, en esa sala, Yukiko siente que Shoya est¨¢ presente. Se le saluda encendiendo una varilla de incienso ante un retrato y, cuando se apaga, se hace sonar una campanilla para completar el ritual. Este cuidado santuario no es una habitaci¨®n cerrada a cal y canto que se emplee s¨®lo a modo de museo cuando la ocasi¨®n lo merece. Que va. Es una estancia m¨¢s de la casa y se hace vida normal en ella, ¡°al estilo japon¨¦s¡±, como dice Yukiko, con una mesa baja a la que se accede sent¨¢ndose en el suelo para tomar un caf¨¦ con pastas, como en nuestro caso.
Ya en el cementerio, el incienso vuelve a estar presente. Se encienden a la entrada unas varillas que se llevan hasta la tumba y, cuando se apagan, se depositan en el mausoleo familiar. La parte de Shoya est¨¢ perfectamente identificada, porque hay una l¨¢pida con su 48 y un grabado en el que aparece ¨¦l saludando encima de la moto. Al lado, adem¨¢s, hay tres botellas de cava de sus pasos por el podio mundialista, ¨¦l mismo que no se olvida de ¨¦l ni de ninguno de los que lo pisaron. Grande, muy grande, TO-MI-ZA-WA. Y su familia, tambi¨¦n.