Red Bull Ring da alas a la F1

Lleno de no hay billetes, 200.000 hinchas, y atascos de acceso al imponente entorno de Red Bull Ring de esos que anuncian buenas noticias: el espect¨¢culo estaba a punto de comenzar. En el p¨¢rking, flota de caravanas y tiendas de campa?a para vivir el automovilismo desde casi a pie de pista. En el paddock descansa un Ferrari 312T de, probablemente, el m¨¢s legendario de los pilotos que han pasado por aqu¨ª. En el cielo, aviones militares, civiles y deportivos. En la grada, hordas holandesas te?¨ªan de naranja las colinas del circuito mientras se preparaba un enorme ¡®tifo¡¯ con los colores de la bandera local. Nada es artificial, a pocos kil¨®metros campan a sus anchas los tractores, la monta?a en su m¨¢ximo esplendor, las vacas lecheras y la industria de la madera. Quiz¨¢s la F1 no deber¨ªa hacer coincidir en fines de semana consecutivos los grandes premios de Francia y Austria. Como comparar no es justo, basta con decir que no hay comparaci¨®n.

Domina el buen gusto en este circuito, propiedad de la bebida energ¨¦tica, y no s¨®lo por el paisaje: sus instalaciones est¨¢n entre las mejores de todo el calendario y la configuraci¨®n del trazado invita al ¡®show¡¯ con rectas, frenadas y curvas en pendiente y suficientes zonas de adelantamiento. Y ese ¡®show¡¯ est¨¢ dirigido hacia el aficionado medio, que desde casi cualquier localidad puede ver m¨¢s de media pista. Siete d¨ªas despu¨¦s de una de las carreras m¨¢s aburridas de siempre, la F1, enredada en reglamentos, techos de gasto y retornos financieros, encontr¨® muchas respuestas sin haberse hecho todas las preguntas: pilotos j¨®venes con hambre encabezando la parrilla, gradas llenas, los coches m¨¢s r¨¢pidos del planeta y un circuito de los de toda la vida, que s¨®lo tiene diez curvas, la primera ya se llama Niki Lauda. Eso ten¨ªa que funcionar.