State of Mind, an¨¢lisis

Poco se habla de los protagonistas canallas, de los cabrones de verdad. De aquellos que no dicen una palabra bonita, que siempre levantan la voz o culpan a los dem¨¢s de todos los males del mundo. No nos referimos a Han Solo o Dante, pues son personajes carism¨¢ticos que empatizan con el jugador, sino a individuos desagradables que provocan rechazo al momento y que dejan un reguero de negatividad a su paso.

En las ficciones de videojuegos, se tiende a elegir a protagonistas del primer grupo, pero State of Mind hace todo lo contrario. El periodista Richard Nolan es amargado y maleducado, trata mal a su mujer, contesta a los compa?eros de trabajo en tono altivo e insulta a su robot personal sin ning¨²n miramiento. Las im¨¢genes de su pasado nos revelan que su personalidad se ha forjado en base a vivencias poco gratas, ya que su matrimonio con Tracy ha quedado da?ado de forma irreparable debido a un suceso cr¨ªtico y traum¨¢tico. Adem¨¢s, la relaci¨®n que mantiene con su hijo James es distante y poco paternal.

State of Mind, una aventura narrativa de ciencia ficci¨®n

Lo nuevo de Daedalic Entertainment¡ªcreadores de la saga Deponia y de la reciente adaptaci¨®n de Los Pilares de la Tierra¡ªse encuadra dentro del g¨¦nero de la aventura narrativa. El estudio alem¨¢n se aleja de la cl¨¢sica aventura gr¨¢fica point and click y presenta una propuesta cercana al estilo Telltale, aunque su aproximaci¨®n es mucho m¨¢s interactiva. Como todo producto de este corte, la obra se cimenta sobre el guion y los di¨¢logos, de forma que el relato se erige como el punto m¨¢s importante del videojuego. Teniendo en cuenta ese dato, debemos plantearnos si la trama argumental funciona o si, por el contrario, lastra la experiencia.

La historia se ambienta en el Berl¨ªn cyberpunk de un futuro no muy lejano. En el a?o 2048, la humanidad es prisionera de la tecnolog¨ªa. Los androides son una realidad del d¨ªa de d¨ªa y realizan todo tipo de tareas y de trabajos. No es extra?o encontrar ni?eras robot por las calles ni dependientes en las tiendas. Los cuerpos policiales ya no est¨¢n compuestos por individuos de carne y hueso, sino por seres met¨¢licos y llenos de cables. Esta situaci¨®n genera, como no pod¨ªa ser de otra manera, corrientes que se alinean en contra de los androides. Por supuesto, algunas de las cuestiones que se plantean nos resultan familiares, no solo porque en el mundo contempor¨¢neo haya surgido el debate sobre la influencia de la tecnolog¨ªa en nuestras vidas, sino porque tambi¨¦n en la ficci¨®n del videojuego se ha explorado recientemente. Detroit: Become Human, el t¨ªtulo exclusivo de PlayStation 4 dirigido por David Cage y desarrollado por Quantic Dream, reflexiona sobre la problem¨¢tica de las inteligencias artificiales por medio de una serie de androides que interact¨²an con los humanos, pero que al mismo tiempo creen en su propia humanidad.

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State of Mind retoma los temas habituales de lo cyberpunk sobre la vida y la muerte, ahonda en la transferencia de conciencias a otros cuerpos y muestra ese mundo cruel y oscuro donde la verdad siempre est¨¢ escondida bajo los nubarrones de las mentiras y de las medias verdades. La est¨¦tica, por lo tanto, sigue las l¨ªneas maestras tanto en los temas que se tratan como en la est¨¦tica. La Berl¨ªn m¨¢s oscura, de noche perenne, est¨¢ iluminada con luces de ne¨®n. Sus calles se esbozan sobrias y sucias, casi como si fueran indicativo de los peligros constantes que acechan en las sombras.

Daedalic ha optado por personajes de est¨¦tica low poly que encajan con el tono de colores macilentos de la ciudad, pues no se perciben como una caricatura graciosa de los personajes. El rendimiento en Nintendo Switch es bueno, salvo por alguna bajada puntual de framerate y ciertas texturas borrosas de los rostros que se aprecian m¨¢s cuando la consola est¨¢ conectada al dock. Cabe destacar que el juego est¨¢ traducido al espa?ol, aunque hemos encontrado algunos errores bastante evidentes que pod¨ªan haberse corregido en la versi¨®n final. Por otra parte, la m¨²sica tambi¨¦n encaja con el mundo decadente que muestra en pantalla.

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El punto de partida de la narraci¨®n, no exento de misterio, es el accidente de coche que sufre Richard Nolan, nuestro protagonista. Tras el choque, despierta en el hospital con algunos problemas de memoria, pero recibe el alta y regresa a casa. Cuando entra en el edificio, descubre sorprendido que ni su hijo ni su esposa se hallan en el inmueble. ?D¨®nde estar¨¢? Se pregunta el periodista. En su lugar encuentra a Simon, un robot al que desprecia desde el primer minuto, muy a pesar de que todo momento se muestra servicial y dispuesto a disipar las dudas del hura?o convaleciente. La irritaci¨®n va en aumento porque no consigue dar con su familia, y para m¨¢s inri, pronto se da cuenta de que su futuro en The Voice, el medio de comunicaci¨®n en el que trabaja, est¨¢ en entredicho.

La trama argumental nos ha resultado interesante y ha conseguido engancharnos, aunque nada de lo que se cuenta se sienta nuevo. De alguna manera, la sensaci¨®n que queda es que uno ya ha vivido historias similares en otros productos que tocan la ciencia ficci¨®n y el g¨¦nero cyberpunk. Asimismo, el ritmo del guion es al principio demasiado pausado, lo que te obliga a jugar unas cuentas horas para entrar de lleno en la historia de personajes que nos propone Daedalic. Pese a ello, por mucho que los ingredientes sean reciclados y que el conjunto no sea novedoso, posee el suficiente empaque. Adem¨¢s, que los desarrolladores eligieran a un protagonista que escapa de los clich¨¦s habituales no deja de ser rese?able.

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La parte jugable, que la tiene, es bastante simple. Propone varias mec¨¢nicas jugables en forma de minijuegos que no resultan especialmente divertidos, pero que al menos le dan un poquito de variedad, pues la base sigue siendo la conversaci¨®n pura y dura. El sistema de di¨¢logos, abierto a decisiones puntuales, carece de complejidad. Eso s¨ª, hay elecciones que pueden cambiar el destino de los personajes de una u otra forma.