S¨®lo para zombies

Durante estos ¨²ltimos a?os, y gracias a distribuidoras europeas modestas como 505 Game Street (que en Espa?a distribuye Proein), estamos viendo como algunos lanzamientos a priori destinados ¨²nicamente al p¨²blico nip¨®n van lleg¨¢ndonos con cuenta gotas. Tendr¨ªamos ejemplos como Graffiti Kingdom o Michigan: Report from Hell, o toda la Simple Series, que la distribuidora ha ido editando poco a poco en nuestro pa¨ªs en forma de juegos a precio muy reducido: Zombie Zone, Demolition Woman, etc¨¦tera.

En un lado opuesto, o quiz¨¢ no tanto, encontramos distribuidoras/desarrolladoras que directamente lanzan productos a bajo precio, quiz¨¢ esperando as¨ª impulsar sus ventas dado que no poseen licencias de ¨¦xito. Midas Games y Phoenix Games (esta ¨²ltima en boca de muchos por estar desarrollando actualmente el videojuego oficial del Neng de Castefa). Con respecto a Midas, pese a que habitualmente se encargan del desarrollo, alguna -rara- vez nos hacen llegar cosas. Es el caso de este Realm of the Dead, la versi¨®n occidental de un t¨ªtulo lanzado en Jap¨®n hace m¨¢s de dos a?os.

El juego original, llamado "Neverland Wars Zero", viene de las manos de Idea Factory, una compa?¨ªa que sin ser de masas tiene su renombre especialmente en Jap¨®n y cuenta en su haber con algunas sagas realmente buenas, como Spectral Souls o Generation of Chaos, e incluso un interesant¨ªsimo y reciente juego de lucha 2D: Spectral vs. Generation. Sorprendentemente, en lugar de haber distribuido en Espa?a alguno de estos juegos, Midas ha optado por traernos su peor obra.

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A la izquierda la portada original, a la derecha, la europea.

Zombies y todo eso
El argumento nos transporta a Neverland, un territorio pr¨®spero en tiempos remotos que actualmente se encuentra sumido en un enfrentamiento divino: Por un lado se encuentra Kollia, dios de los cielos, y por otro, tendr¨ªamos al Rey Demonio Janus, actual mandatario de la tierra. Como si tal cosa, en el a?o 994 del calendario de los demonios, hordas de muertos vivientes atacaron a los habitantes del un pueblo situado en la regi¨®n de?Kaizeron. Los muertos se coordinaron y comenzaron a lanzar ataques contra todos los pueblos de los alrededores...

Y aqu¨ª entramos nosotros, tomando el control de uno de tres personajes disponibles, cada uno de ellos diferenciado de los anteriores: Nos encontramos a Hiro, una joven que porta una enorme guada?a, a Lyla Dol, la bella muchacha que es letal en batalla, y finalmente a Greezer, el t¨ªpico espadach¨ªn que no puede faltar en un juego gen¨¦rico nip¨®n.

Repartiendo estopa... o recibi¨¦ndola
La base de Realm of the Dead es la de un Beat'em Up multitudinario de esos que populariz¨® Capcom con Devil May Cry. Con esta b¨¢sica premisa, Idea Factory ha conseguido realizar un producto mediocre hasta el hast¨ªo, llegando incluso a cuestionarnos la posibilidad de que ellos s¨®lo hayan puesto el nombre a un juego creado por cualquier compa?¨ªa novel de tres al cuarto.

Nos encontramos con tres personajes, y todos ellos poseen en la base los mismos movimientos. Pese a que Hiro utiliza una guada?a, sus animaciones no diferir¨¢n demasiado de las Lyla Dol o Greezer: Un golpe ¨¢gil con el bot¨®n apropiado, los mismos combos al presionar insistentemente el bot¨®n, hasta comparten el mismo modo historia, lo cual no ser¨ªa malo si este fuese m¨ªnimamente interesante.

Fase por fase, nivel por nivel, nuestra misi¨®n te¨®rica es limpiar el escenario de zombies, perros zombies, soldados zombie -mucha variedad de enemigos, tambi¨¦n hay magos zombie-. Desgraciadamente, esta se convierte en secundaria cuando lleguemos a comprender que la c¨¢mara es el principal enemigo en nuestra tarea. Y no es precisamente un "Final Boss", sino un "monstruo" constante.

Al hecho de que est¨¦ r¨ªgidamente invertida (pulsa derecha y se mueve a la izquierda, pulsa arriba y enfoca hacia abajo) se le unen unos enfoques poco oportunos. Ser¨¢ mover al personaje, realizar un golpe y ver la c¨¢mara girar aleatoriamente, dej¨¢ndonos entrever que los escenarios son de papel y cart¨®n, mostr¨¢ndonos edificaciones vac¨ªas desde su interior, etc¨¦tera. Por suerte o desgracia esto no significar¨¢ la muerte, dado que morir en Realm of the Dead es una tarea harto complicada.

La culpa es sin duda achacable a la nefasta IA que lucen los enemigos-zombie que nos encontramos por el mapeado. Y el extra?o rango de ataque del que hacen gala nuestros tres h¨¦roes. No ser¨¢ raro golpear hacia adelante y da?ar a un monstruo que tenemos cinco metros m¨¢s atr¨¢s. El desarrollo de los niveles tampoco dista de la inteligencia de los enemigos, una l¨¢stima.

Adem¨¢s de golpear a enemigos hasta el absurdo, nos encontraremos con peque?os elementos que en teor¨ªa sirven para reforzar una mec¨¢nica tremendamente imitada. Son por supuesto peque?os toques de RPG, como la subida de nivel y autom¨¢ticamente obtenci¨®n de habilidades/combos m¨¢s poderosos, mejora de atributos b¨¢sicos, etc¨¦tera. Al finaliza cada fase, podremos entrar en una tienda similar a la del a?orado Dragon Valor de PSOne, donde una dama misteriosa nos ofrece mejorar determinados puntos, comprar ¨ªtems...

Apartados t¨¦cnicos
Realm of the Dead es, a nivel gr¨¢fico, un t¨ªtulo que podr¨ªa considerarse perfectamente un lanzamiento de la ¨²ltima hornada de PSOne. O ni eso. Nos encontramos con unos modelados irregulares, decentes en algunos planos siempre valorando el producto por su antig¨¹edad, y en el resto de ocasiones rid¨ªculos. Las animaciones son rob¨®ticas, limitadas y cl¨®nicas. Lo ¨²nico salvable son los dise?os de los personajes, que sin ser excesivamente buenos o innovadores, al menos en este alboroto de malas ideas consiguen destacar.

Los escenarios... lamentables. A la cabeza se nos vienen peque?as joyas como Medievil o Soul Reaver -en PSOne- que son capaces de hacer palidecer en cualquier instante a la propuesta de Idea Factory. No se trata ¨²nicamente de una linealidad excesiva, sino ya de fallos gr¨¢ficos como clipping, que adem¨¢s afectan a la jugabilidad directamente. No ser¨ªa la primera vez que un enemigo atraviesa una pared y nos asesta un mordisco por la espalda.