El mundo en gominola

LocoRoco es uno de esos juegos ¨²nicos, diferentes, de los que se intuye algo bueno desde los primeros compases del juego. Poco tard¨® en ser abanderado como el t¨ªtulo mascota de una port¨¢til que en un principio no se deber¨ªa caracterizar por sus juegos alternativos, coloristas y alegres, viniendo a demostrar lo parad¨®jico de las previsiones de la mayor¨ªa de los analistas especializados en el sector. Con LocoRoco naci¨® una tendencia que nadie esperaba y que parec¨ªa reservada a la competencia, original e innovadora que llevaba el g¨¦nero de las plataformas en 2D hasta un nivel superior, caracterizado por la importancia de la m¨²sica y de todo lo relacionado con el aspecto art¨ªstico. El tiempo ha demostrado que Sony hizo bien en apostar por un concepto de juego que no margina a ninguna clase de jugador, y que adem¨¢s garantiza un n¨²mero bastante considerable de horas de entretenimiento.

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Con un planteamiento similar sobre la mesa, no es de extra?ar que a la hora de plantear una continuaci¨®n -hablar de secuela le vendr¨ªa demasiado grande a un juego que carece pr¨¢cticamente de argumento- Sony haya optado por mantener la misma l¨ªnea incorporando algunas novedades con las que justificar el nuevo ataque Mojo y la consecuente actuaci¨®n de las gominolas que controlamos. De hecho parece ser la opci¨®n m¨¢s asequible para asegurar no s¨®lo el ¨¦xito y las buenas ventas, sino tambi¨¦n que la diversi¨®n y el entretenimiento de los que hac¨ªa gala el original no se pierdan dos a?os despu¨¦s. Si de algo podemos estar seguros es de que pocas cosas han cambiado, de que la apariencia del juego sigue siendo afortunadamente la misma.

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Los botones L y R vuelven a ser esenciales en nuestra aventura; con ellos orientamos la pantalla hacia izquierda o derecha seg¨²n corresponda, con el consiguiente balanceo de la gominola o LocoRoco que hayamos elegido para la ocasi¨®n. Excepto el c¨ªrculo, con el que provocamos una tormenta que divide a nuestro personaje en tantas gominolas como plantas rojas hayamos adquirido, el resto de teclas no tienen uso alguno. Tan s¨®lo el stick anal¨®gico nos sirve para desplazar el puntero o alg¨²n objeto determinado cuando la situaci¨®n lo requiere. Dicho en otras palabras, con tres botones nos basta para controlar totalmente la experiencia que nos ofrece el juego.

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Una experiencia que b¨¢sicamente es la misma que disfrutamos hace dos a?os, y que pese a las novedades y al tiempo transcurrido sigue siendo perfectamente capaz de arrancar una sonrisa en momento puntuales. Lo realmente llamativo del t¨ªtulo no es tanto su sencillez como la magistral capacidad de sus creadores para ofrecer ciento y una formas de moldear la gominola y de retar al jugador con fases a cada cual m¨¢s bizarra y extra?a, algunas subacu¨¢ticas, otras eminentemente basadas en saltos?, un sinf¨ªn de recursos que pr¨¢cticamente sin quererlo nos obligan a repasar cada fase en m¨¢s de una ocasi¨®n con el objetivo de obtener todos los objetos desperdigados por los escenarios, de descubrir qu¨¦ se escond¨ªa tras ese salto imposible.

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Que la f¨®rmula no haya cambiado no es sin¨®nimo de que el juego sea exactamente igual, de que Sony haya bajado los brazos para ofrecer al jugador un simple pack con niveles y escenarios nunca antes vistos. Es cierto que el planteamiento apenas ha variado, pero hay novedades que justifican esta continuaci¨®n. Desaparecido el factor sorpresa y a sabiendas de que el p¨²blico quiere m¨¢s y no necesariamente mejor, se ha a?adido mayor cantidad de niveles, m¨¢s variados y con multitud de minijuegos con los que se refresca el transcurso de las misiones.

Los niveles son m¨¢s completos, m¨¢s complejos. Encontramos nuevos puzles y retos que nos dificultan la b¨²squeda de los objetos que se esconden tras cualquier fondo falso o peque?a apertura en el terreno, en general hay m¨¢s variedad de conceptos a la hora de crear los escenarios e incluso de unirlos al argumento, con dos o tres misiones entre interludio. Lo mismo sucede con los minijuegos, que recorren distintos estilos de juego, siendo la mayor¨ªa meros pasatiempos con los que entretenernos un rato hasta volver al mapamundi principal, que cuenta con 12 escenarios, inclusive la nueva casa MuiMui, para la cual tenemos que reunir una serie de materiales con los que ampliarla y hacerla m¨¢s confortable para los curiosos humanoides.

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La finalidad de los modos de juego secundarios es poco m¨¢s que la de ofrecer algo m¨¢s de variedad, y siendo esto as¨ª cumplen su cometido. A poco que comencemos a jugar descubriremos un sistema de sellos que grosso modo consiste en rellenar apropiadamente ilustraciones con los rostros de los LocoRoco con los que nos topamos durante la aventura, tambi¨¦n la posibilidad incorporada desde el t¨ªtulo original que nos permite tomar una foto en cualquier momento para envi¨¢rsela a un amigo.

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Algunos niveles cuentan con un tipo de superficie muy concreto que modifica nuestros movimientos, se busca aumentar la dificultad del t¨ªtulo paulatinamente a medida que avanzamos al plantearnos mayores retos y situaciones m¨¢s comprometidas. Una de las caracter¨ªsticas del juego es precisamente la de ofrecernos distintos caminos para acceder a un mismo punto o v¨ªas alternativas para finalizar algunas misiones, en las que depende exclusivamente de nosotros molestarnos por encontrar los objetos ocultos o dejarlo pasar hasta que nos interese.

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No nos cabe ninguna duda de que estamos ante uno de los t¨ªtulos que mayor n¨²mero de objetos coleccionables registra en su haber, de posibilidades en cuanto a rejugabilidad. Cada nivel puede durar aproximadamente entre 7 y 15 minutos, dependiendo siempre de la pericia del jugador y de nuestros propios intereses a la hora de afrontar cada escenario, pero no s¨®lo se trata de coleccionar sin ton ni son. Obtener una cantidad determinada de notas musicales nos permite subir de nivel al tiempo que la posibilidad de encontrar m¨¢s peque?os insectos que empleamos como moneda de cambio al construir muebles para los MuiMui o en los minijuegos. Adem¨¢s se ha aumentado de seis a siete el n¨²mero de gominolas disponibles, cada una con sus canciones y ritmos musicales independientes.

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El trabajo art¨ªstico refleja en gran parte la labor de desarrollo del juego, que como venimos comentando a lo largo del an¨¢lisis se contempla tanto en el apartado gr¨¢fico como en el sonoro. Sabedores de las posibilidades t¨¦cnicas de una consola como PSP s¨®lo nos puede sorprender el mimo con el que se ha tratado el apartado sonoro del juego, incluyendo alegres melod¨ªas para cada escenario y personaje. En ninguno de estos dos aspectos hay novedades de peso, y pese a la carencia de novedades significativas sigue siendo impactante el buen resultado de unos gr¨¢ficos a priori tan sencillos como los de LocoRoco.

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