Qu¨¦ bestia eres...

Hoy nos ponemos cara a cara con otra de las sagas de lucha m¨¢s populares de los ¨²ltimos tiempos. En su segunda entrega para Ps2 (y sexta en total), los luchadores que se convierten en poderosos animales azotan de la forma m¨¢s espectacular las pantallas de nuestros televisores. ?Habr¨¢n conseguido dar el paso definitivo para convertir esta entrega en un superventas?

Pues mi opini¨®n, si os he de ser sinceros, es que la respuesta es absolutamente negativa. Pero antes de empezar a explicaros los razonamientos de mi argumentaci¨®n, debo adelantaros que yo me consideraba un fan de la serie Bloody Roar sobretodo en las dos primeras entregas y que, tras cada nueva versi¨®n, me he ido decepcionando cada vez un poco m¨¢s de forma inevitable.

Y la raz¨®n principal, supongo, es la poca innovaci¨®n que aporta la saga. Recordemos que a pesar del t¨ªtulo, ¨¦sta no es la cuarta entrega; s¨ª es la cuarta versi¨®n que aparece para las plataformas de Sony: las dos primeras sobre la PsOne y estas dos ¨²ltimas sobre la consola que tenemos entre manos. Hay tambi¨¦n un Bloody Roar Extreme para Xbox y el Primal Fury para Gamecube; as¨ª pues estamos ante una saga que cuenta ya con 6 versiones distintas en la calle en el espacio de 5 a?os y medio.

Y eso significa que si no se aportan novedades fresquitas a cada entrega, el juego (salvo a los fans absolutamente incondicionales de la serie) puede llegar a cansar bastante r¨¢pidamente. Y como era de esperar, hay pocas cosas que supongan una diferencia importante que incline la balanza, bajo mi punto de vista, y nos lleve a optar por este juego como principal opci¨®n en los juegos de lucha, habiendo como hay m¨¢s y mejores opciones en el panorama del mercado actual.

Hablar tambi¨¦n del argumento ser¨ªa pr¨¢cticamente absurdo. Ni la propia Hudson parece haber puesto demasiado esmero en el tema y la verdad es que hay muy pocos juegos que hayan hecho hincapi¨¦ en este apartado; Soul Calibur se me ocurre como referente en este apartado (como en muchos otros tambi¨¦n), de forma que consigue muy bien compatibilizar un modo historia con la forma de combatir de los luchadores.

Y a¨²n siendo la velocidad de juego fren¨¦tica, muy alejada de algo m¨¢s meditado y cauto como puede ser Virtua Fighter 4, la tasa de frames es alta y aguanta durante la pr¨¢ctica totalidad de los combates (a excepci¨®n de algunas pocas ocasiones), incluidos los devastadores ataques super-bestia, dotados con fugaces pero bien conseguidos efectos de luz y movimiento. Nada que le pueda hacer caer la baba a uno pero vamos, bastante decentes.

Y esos efectos de luz contrastan con la oscuridad general que ronda al juego, que va desde el mismo dise?o de los personajes en cualquiera de las dos formas a la propia concepci¨®n de los escenarios, menos brillantes y con menos contrastes. En alg¨²n caso puede que incluso lleguemos a confundir alguno de los luchadores con el propio fondo; lo cual, dicho sea de paso, no sucede por mucho tiempo ya que os garantizo que el ¨¦xito del juego no consiste en quedarse parado a verlas venir.

La carga poligonal de los personajes tampoco es otra de sus mayores virtudes, en pro de que los movimientos puedan ser r¨¢pidos y fluidos, y respondan velozmente al manejo del control. Sin embargo, no est¨¢n al m¨¢ximo nivel de definici¨®n que a estas alturas cabe esperar, siendo muy similares a lo que ya eran en Bloody Roar 3. De nuevo Soul Calibur 2 o el propio DOA3 son los objetivos a batir en cuanto a representaci¨®n visual de los personajes (y escenarios) se refiere, y BR4 no lo consigue en ninguno de los dos apartados.

Dichos escenarios, adem¨¢s, no son interactivos. Es decir, no podremos acorralar al enemigo contra una columna, o hacer que sale varios pisos hacia abajo para conseguir da?o adicional. S¨ª es cierto que hay objetos en movimiento, como veh¨ªculos que pasan por la parte del fondo, e incluso oiremos a la gente apostada en gradas vitore¨¢ndonos, pero lejos de lo que a estas alturas ya cabe esperar.

Y es que el resto del dise?o del juego tampoco consigue apartarnos de esta sensaci¨®n de querer y no poder. Por ejemplo, por primera vez hay unos efectos de sangre que brotan de las heridas que sufren los luchadores, al estilo de Mortal Kombat (sin llegar a ese nivel, claro est¨¢), pero que se pierden en su mayor parte a menos que aumentemos el nivel de contraste de nuestro televisor.

Lo mismo sucede con el dise?o de los men¨²s de inicio, minimalista en el mejor de los casos, o incluso el del modo carrera: simplicidad a la m¨¢xima potencia. Y lo mismo sucede con el apartado sonoro, con m¨²sicas recicladas que apenas escucharemos debido a la ferocidad de los combates. Nada excepcionalmente pobre, es cierto, pero mediocre en cualquier caso. Mediocre y en ingl¨¦s, para m¨¢s inri.

Y no necesariamente estoy hablando de feroces bestias que causen miedo, no. Es decir, hay un personaje que se transforma en tigre o en zorro, pero otros lo hacen a insectos, vampiros, conejos o incluso cucarachas. Particularmente y no obstante, debo admitir que me dar¨ªa m¨¢s miedo tener delante una cucaracha de 2 metros y medio que no un le¨®n de ese mismo tama?o, pero eso ya son cosas particulares de cada uno.

Como cambio en esta entrega, adem¨¢s, cada uno de los personajes poseer¨¢ dos barras de energ¨ªa independientes, pudi¨¦ndose transformar en bestia desde el primer momento del juego. El indicador energ¨¦tico de la forma animal es el ¨²nico que se regenera mientras estemos en forma humana y recibamos o conectemos golpes, con lo que la estrategia consiste en pasar el mayor tiempo posible como animal que adem¨¢s nos garantiza mayores ventajas.

Si consumimos toda la energ¨ªa de esa barra pasaremos a entrar en el estado contrario, sea cual sea, excepto si consumimos toda la energ¨ªa 'humana', estado al que ya no podremos regresar. El asalto termina, obviamente, cuando ambas cantidades de energ¨ªa se consumen por completo, lo cual suele suceder bastante antes de los 60 segundos de asalto que existen por defecto.

Muchos de los personajes, que provienen de otras ediciones de Bloody Roar, se han visto beneficiados por esta caracter¨ªstica, ya que pueden transformarse en bestia al inicio de cada asalto y empezar a repartir le?a. Lo que s¨ª el juego hace bien es lo de regenerar la l¨ªnea humana en cada round pero mantener la de animal en la cantidad que termin¨® al finalizar el anterior asalto, como medida de contenci¨®n para no abusar del enemigo.

Pero abusar de ¨¦l, en realidad es cosa bien sencilla. La mec¨¢nica de juego me recuerda, con todos los respetos. Es decir, hac¨ªa por lo menos muchos meses que no tocaba ning¨²n Bloody Roar y a la primera partida, con Gado, consegu¨ª terminar el modo arcade con una sencilla combinaci¨®n de pu?os y patadas constantes. No necesit¨¦ utilizar ning¨²n ataque superbestia, de esos con los que puedes acabar con toda la energ¨ªa del rival, ni nada por el estilo.

Eso significa que aunque Hudson nos dice que el juego es sencillo de controlar pero dif¨ªcil de dominar, BR4 queda lejos de la profundidad de un Virtua Fighter, un Soul Calibur 2 o incluso de la de un Dead or Alive, bajo mi opini¨®n. Incluso despu¨¦s de haberme terminado el juego en varias ocasiones y haber progresado bastante en el modo carrera, mi propia esposa (que es rara, casi milagrosa, la ocasi¨®n en la que agarra un mando de la Ps2) consigui¨® vencerme en algunos asaltos? sin necesidad de demasiadas transformaciones.

Puede parecer o bien que ella sea excepcional en este tipo de juegos (que no lo ¨¦s), que yo sea un zopenco aut¨¦ntico de m¨¢ximo nivel (que creo tampoco ser) o bien que el juego beneficie aquel jugador apreta-botones que basa sus victorias en la rapidez que es capaz de pulsar el cuadrado y el tri¨¢ngulo. Es cierto que existen posibilidades bastante da?inas de contraataque pero vamos, la relaci¨®n coste-beneficio no compensa al binomio pu?o-patada que es el que hace ganar a la larga los combates.

De todos modos, el juego presenta los modos de juego habituales en un t¨ªtulo de lucha: arcade, survival, training, time attack, un modo versus, otro de sparring y el 'novedoso' Career mode, aparte de una opci¨®n para ver como dos luchadores controlados por la CPU se atizan en un combate aleatorio. La mayor¨ªa son autoexplicativos (notable la ausencia de un modo Tag *decente*), excepto tal vez el modo carrera.

En el modo Carrera los personajes se enfrentan a un gigantesco mapa similar al tablero de esferas de Final Fantasy X, donde la diferencia es que todas las esferas son iguales y todas nos llevan a lo mismo: un combate contra un luchador enemigo el cual tras vencerle nos otorgar¨¢ puntos ADN, con los que podremos adquirir nuevas habilidades para nuestro luchador.

A priori puede parecer bastante interesante en cuanto a concepto, pero es que un solo vistazo al tama?o del mapa y a lo cansino que se vuelve, una y otra vez, repetir los mismos combates hasta la saciedad para ganar habilidades que, os lo prometo, rara vez ser¨¢n necesarias, agota hasta al m¨¢s paciente. Otra vez m¨¢s, a Hudson le queda mucho camino hasta llegar donde Soul Calibur 2 ha llegado en ese aspecto.

El ¨²nico modo que salva los platos es el versus, donde podremos medirnos contra un amigo y el fuerte de la mayor¨ªa de los juegos de lucha. S¨ª, est¨¢ bien, uno se transforma en conejo y el otro en cuervo, o en zorro y lobo, o en vampiro y? bueno, a veces cuesta bastante distinguir los animales, sobretodo tras este cambio m¨¢s oscuro de la saga, pero vamos, si uno ha jugado a los anteriores t¨ªtulos de la saga, a buen seguro los reconocer¨¢ enseguida.

l  o    m  e  j  o  r

l  o    p  e  o  r