Diario de un adicto a los trofeos: an¨¦cdotas y curiosidades de una enfermedad con su propia liturgia
Cuentas compartidas, juegos de calidad ¨ªnfima que regalan platinos... Repasamos algunas historias de la adicci¨®n a los logros y trofeos en consolas.
Ochenta y cinco platinos. 85. Ahora la cifra no impresiona demasiado (o quiz¨¢s s¨ª, a saber), pero era pr¨¢cticamente la misma hace una d¨¦cada y entonces vaya que si impresionaba. Raro era el mes que nadie te propon¨ªa compartir cuenta (la tuya, la suya o una nueva) para sumar platinos entre ambos a una causa com¨²n. Llegaron a prometerme dinero y a ofrecerme participar en una cuenta con otras seis personas que ya entonces rebasan los 250 platinos conjuntos. Era como ser convocado para la selecci¨®n nacional.
Entre esos 85 nunca lleg¨® a estar My name is Mayo, ese juego que hace las veces de red flag y te avisa de que est¨¢s ante un posible adicto cuando alguien lo nombra o, peor a¨²n, reconoce haberlo jugado. Dura una hora, vale un euro, consiste en pulsar un ¨²nico bot¨®n y te regala el platino nada m¨¢s terminarlo. Toda su gracia es esa, que te suma un platino m¨¢s a la cuenta. Pagar por tener trofeos.
El caso es que no estuvo My Name is Mayo, pero s¨ª que cayeron en su d¨ªa productos de calidad ¨ªnfima como Terminator Salvation o Anarchy: Rush Hour, famosos por eso mismo, por ser cortos y de platino f¨¢cil. Y por supuesto, tengo repetido el platino de MotorStom RC y Sound Shapes porque si te lo sacabas en PS Vita y despu¨¦s iniciabas el juego en PS4, la lista de trofeos se duplicaba y te saltaban todos otra vez sin necesidad de hacer nada. (Sobra decir que no inicie ambos en PS4 porque quisiera jugar a ellos en sobremesa, sino porque quer¨ªa que pasara eso. Quer¨ªa, NECESITABA, sumar otro platino. Escuch¨¦ esa cascada incesante de campanillas con una sonrisa de satisfacci¨®n en la cara).
Lleg¨® un momento en que, antes de comprar o empezar un juego, no consultaba las opiniones de la gente ni sus an¨¢lisis. Tampoco me fijaba en sus tr¨¢ileres, precio o detalles. Lo primero que miraba era su lista de trofeos. Me obsesionaba sacar el 100% y quer¨ªa saber cu¨¢nto tiempo llevaba y c¨®mo de dif¨ªcil era. Tambi¨¦n importaba si hab¨ªa planes de DLC, pues con trofeos extra el historial quedaba emborronado con los dichosos 63, 72 u 81% de media que provocan los trofeos de contenidos descargables. Una paradoja, pues aunque los odiaba, al mismo tiempo no hab¨ªa mejor reclamo para m¨ª en una expansi¨®n que saber que ten¨ªa trofeos y encima facilitos.
Buscaba en p¨¢ginas de ¡°cazatrofeos¡± si un juego ten¨ªa un bug que hac¨ªa imposible completar la lista. O si era extremadamente dif¨ªcil. O gente con la que grindear cualquiera que fuera multijugador. P¨¢ginas sustentadas en foros repletos de gu¨ªas (playstation trophies y la joya de la corona nacional: laps4). Webs en las que a menudo se te trataba y juzgaba en base al n¨²mero de platinos que ten¨ªas. Se despreciaba tu opini¨®n si acababas de empezar a coleccionarlos o si ten¨ªas un porcentaje medio de completismo inferior al de tu interlocutor. Hasta se hac¨ªan aquelarres y escarnios p¨²blicos. El pan de cada d¨ªa era ese, calcular la media de tu historial, cu¨¢ntos d¨ªas seguidos llevabas sac¨¢ndote un trofeo y ver qui¨¦n era el primero del mundo y de tu pa¨ªs en completar x juego. Una continua carrera. Una eterna competici¨®n.
Alguna excepci¨®n me permit¨ªa sacar pecho, como el platino de WipEout HD, pero de la mayor¨ªa me arrepent¨ªa. Llegabas a coger tirria a juegazos como Resistance 2 y BioShock 2 por las cientos de horas invertidas en los trofeos de sus mediocres modos multijugador. Te olvidabas de tu experiencia original con Heavy Rain tras pas¨¢rtelo las mil y dos veces necesarias para sacar todos sus finales. Tambi¨¦n te humillabas y ped¨ªas ¡°heart x heart¡± en Little Big Planet para niveles reci¨¦n creados en cinco minutos que apenas consist¨ªan en empezar, dar tres pasos y terminar. Por no hablar de cuando avanzabas a diez por hora y con continuas interrupciones en aventuras como Tomb Raider Underworld y FFXIII, no fueras a perder un s¨®lo objeto, qued¨¢ndote sin la correspondiente copita por conseguirlos todos. Disfrutar no depend¨ªa del juego, sino de los trofeos.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s importantes de los videojuegos, la inmersi¨®n, desaparec¨ªa en pos de ellos. En vez de sentarte ante la televisi¨®n y abstraerte, a menudo ten¨ªas la gu¨ªa abierta al lado, un cuadernito y el rdenador encendido ayud¨¢ndote, con la luz ceg¨¢ndote por las noches. Si la tarea era muy tediosa te pon¨ªas un podcast de fondo, o un v¨ªdeo de Youtube que te entretuviera mientras tanto. Cualquier cosa menos atender a la pantalla. Cualquier cosa menos desconectar y dejarse llevar.
?Retrocompaqu¨¦? ?Eso se come? Si los juegos antiguos no tra¨ªan trofeos de quedaban aparcados. A¨²n recuerdo la campa?a que se hizo durante a?os para que Konami los introdujera en Metal Gear Solid 4. Lo hizo al cabo de cuatro a?os debido a lo pesada que fue la gente (sali¨® en 2008 y los recibi¨® en 2012). Pico y pala, victoria por cansinismo. Pero igual que te pasaba con los juegos antiguos, lo mismo te suced¨ªa con los de otras plataformas en las que no estuvieras especializado. No quer¨ªas dividir esfuerzos entre varias consolas para sumar todo en una. En el resto jugabas s¨®lo los exclusivos y si eso, que Nintendo no te daba nada y te sent¨ªas confuso y perdido.
El mundo de los cazatrofeos (o logros, que para el caso es lo mismo) tiene su propia liturgia y es casi m¨¢s exigente que la religiosa. Decenas de an¨¦cdotas, protocolos y comportamientos insalubres que vuelven este hobby un trabajo y ponen la satisfacci¨®n y felicidad en deberes y desaf¨ªos, no en la experiencia. Una se?ora adicci¨®n que a?os despu¨¦s a¨²n me provoca escalofr¨ªos cuando alguien me confiesa lo mucho que le gusta coleccionarlos.
Si has reconocido en ti muchos de lo descrito en el texto¡ ¨¢nimo, de todo se sale.