Cine
Modelo 77: una mirada menos id¨ªlica de la Transici¨®n
La pel¨ªcula de Alberto Rodr¨ªguez no se queda la c¨¢rcel, salta sus muros y mezcla con precisi¨®n milim¨¦trica varios g¨¦neros.
En Modelo 77 Manuel entra injustamente en una c¨¢rcel espa?ola a finales de la dictadura de Franco con todo lo que eso conlleva. Los carceleros no quieren perder su poder y rechazan la renovaci¨®n en las leyes que trae la democracia. Aquello se convierte en el ¨²ltimo reducto de la dictadura. Los presos, olvidados por la sociedad, viven la transici¨®n como espectadores m¨¢s que como ciudadanos. Manuel, que busca la forma legal de salir de all¨ª, reemplaza su lucha personal por la com¨²n y avanza en el estatus carcelario hasta tener que decidir entre su camino a la libertad, o por la justicia social.
Una Transici¨®n no tan rom¨¢ntica
Pel¨ªcula de gran envergadura, como suelen ser las obras que explican una etapa hist¨®rica de un pa¨ªs. Y es que eso es lo que ocurre en Modelo 77. La pel¨ªcula no se queda en su celda y es la primera en saltar los muros de la c¨¢rcel, consiguiendo un crisol de g¨¦neros, mezclado con precisi¨®n milim¨¦trica por el m¨¢s que solvente Alberto Rodr¨ªguez. Atrevi¨¦ndose a quitarle brillo a la idealizada transici¨®n espa?ola. Existe una peque?a tradici¨®n cinematogr¨¢fica de reflejar las miserias de las clases dirigentes o simplemente el impacto social que sufri¨® el pa¨ªs durante el paso de la dictadura a la democracia. Alberto Rodr¨ªguez refresca la memoria, con un actor tan generacional como Miguel Herr¨¢n y cuestionando los pilares sobre los que est¨¢ cimentada la democracia de hoy.
Pero el m¨¦rito de las pel¨ªculas no reside en sus intenciones, m¨¢s bien dir¨ªa que est¨¢ en las emociones que transmite. As¨ª, Alberto Rodr¨ªguez nos mete en los a?os setenta sin acudir a estramb¨®ticos vestuarios, ni a clich¨¦s de que si cu¨¦ntame c¨®mo ocurri¨®, machacados en televisi¨®n. Tal vez por ello la ambientaci¨®n es inmejorablemente real, inmersiva.
Una segunda oportunidad
Pero vamos a lo que nos encontramos en la pantalla. La primera secuencia en la que Manuel ingresa en la modelo parece ser la t¨ªpica escena de g¨¦nero carcelario, pero es algo m¨¢s. El director encierra m¨¢s al protagonista entre las tensiones de la Espa?a tardo franquista, que entre las paredes del propio penal, situando inmejorablemente al espectador en un contexto hist¨®rico pol¨ªtico. A partir de ah¨ª, lo mismo, seguimos con las reglas del g¨¦nero, pero renovadas usando las claves de la cr¨ªtica a la transici¨®n espa?ola. Los carceleros, desmedidos y sanguinarios, el amigo que introduce al protagonista en la vida de las galer¨ªas, los capos del penal y hasta el alcaide mezquino est¨¢n en la pel¨ªcula. Estos personajes estereotipados deber¨¢n abandonar sus cl¨¢sicos roles por la llegada de un borr¨®n y cuenta nueva para todos. De una segunda oportunidad para los oprimidos.
La c¨¢rcel como reflejo de la sociedad
La Transici¨®n se muestra como una ¨¦poca de esperanza en un nuevo futuro m¨¢s justo, de revueltas populares, de cambio de dirigentes y de supresi¨®n de privilegios y privilegiados, pero en la que la omnipresente la Espa?a negra emerge ti?endo ese futuro y dejando las cosas como siempre. Este discurso lo utiliza Alberto Rodr¨ªguez en este aleg¨®rico micro mundo del interior de la c¨¢rcel. As¨ª, de una forma muy acertada y habilidosa, nos habla desde dentro de la c¨¢rcel sobre lo que ocurr¨ªa fuera de ella.
Quien no conozca la historia reciente de Espa?a, alguien joven o un extranjero, podr¨¢ respirar los enrarecidos aires de cambios de aquellos a?os mejor con esta pel¨ªcula que con los triunfalistas reportajes de televisi¨®n espa?ola. Por la simple raz¨®n de que no muestra una visi¨®n sesgada, sino veraz.
Un gran elenco de actores
La pel¨ªcula tiene un cuidado dise?o de producci¨®n, exceptuando alguna manifestaci¨®n con escasa de figuraci¨®n (un mal end¨¦mico de la ficci¨®n espa?ola). Los detalles est¨¢n cuidados sin tener nada que envidiar a grandes producciones llenas de d¨®lares. Los personajes son reales, as¨ª como la historia. Esto no es m¨¢s que un dato anecd¨®tico pues no tiene ning¨²n valor cinematogr¨¢fico, tan solo nost¨¢lgico para alg¨²n espectador. Como dec¨ªa, lo personajes son nacidos del estereotipo carcelario pero moldeados, no con las personas reales que eran, sino con la fascinante ¨¦poca en la que sucede todo y los actores que los interpretan. Aqu¨ª la pel¨ªcula tiene una peque?a fuga. Javier Guti¨¦rrez aparece como lo que es, no solo un jefe de la galer¨ªa sino tambi¨¦n del olimpo actoral espa?ol. Su presencia ciega tanto que llegamos a olvidar alguna carencia de su principal compa?ero. Pero eso lo veremos luego. Porque no quiero dejar de mencionar a Jes¨²s Carroza. Espectacular actor que en cada secundario crece m¨¢s. No tiene techo. ?Por qu¨¦ un actor, sencillamente tan bueno y con tanto carisma no es un habitual de los papeles principales? ?Qui¨¦n sabe? Catalina Sopena irrumpe exprimiendo cada p¨¦que?a intervenci¨®n, y Alfonso Lara provee de dudas a su personaje de carcelero tan solo con silencios y contenci¨®n. Gran actor. A Fernando Tejero, que m¨¢s all¨¢ de sus populares personajes televisivos siempre ha sabido diferenciarse de ellos en el cine, consiguiendo sobresalientes interpretaciones, esta vez parece que sus personajes de sitcom los lleva demasiado pegados. Cumple, pero no sorprende. Respecto al personaje principal de Manuel, interpretado por Miguel Herr¨¢n tal vez le quede la condena un poco larga. Un tanto grande. Manuel esta omnipresente en la pel¨ªcula. Casi no hay planos sin ¨¦l. Para m¨¢s complicaci¨®n es un personaje con verg¨¹enza de clase social, lleno de complejos, pero con una gran rectitud moral y f¨¦rrea determinaci¨®n que le hacen vivir en una contradicci¨®n. Este bagaje lleva a un trabajo actoral de contenci¨®n que debe expresar m¨¢s all¨¢ de lo que dicen los di¨¢logos. Pues bien, Miguel Herr¨¢n pone todo de su parte, y da la cara, pero no llega a la altura de ninguno de sus compa?eros de reparto. Alberto Rodriguez, experimentado en sacar provecho de actores galanes en ciernes, en este caso saca hasta la ¨²ltima gota de Miguel Herr¨¢n y la pel¨ªcula se sostiene, funciona ?pero como hubiera sido con un actor con el carisma de Jes¨²s Carroza como protagonista?
Conclusi¨®n
G¨¦nero carcelario elevado a denuncia pol¨ªtica y reivindicaci¨®n social, que tambi¨¦n funciona como entretenimiento, porque no abandona nunca las claves propias del g¨¦nero. La pel¨ªcula tiene un ritmo perfecto, un gran comienzo, un trepidante desarrollo y un grand¨ªsimo final. Cumple bien con el espectador que quiera pasarlo bien, pero tambi¨¦n con el que quiera ver una reivindicaci¨®n nost¨¢lgica.