Cine
Elvis, cr¨ªtica. El rey no ha vuelto
Baz Luhrmann hace ejercicio de virtuosismo cinematogr¨¢fico al que no han invitado a Elvis, pone su talento por encima del de The King.
El d¨ªa que Elvis muri¨® otra leyenda urbana naci¨®. La de que Elvis continuaba vivo y escondido en alguna isla secreta para alg¨²n d¨ªa reaparecer. Han pasado 45 a?os y no parece que un Elvis de 87 a?os vaya a volver de su retiro. Solo Hollywood y la nueva moda de los biopics de figuras musicales pueden obrar el milagro. Por fin, el rey vuelve. El del rock.
En el siglo XX y lo que llevamos del XXI, pocas figuras han estado por encima de las modas y n¨²meros en sus respectivas disciplinas art¨ªsticas. Elvis es una de ellas. A pesar de esta grandeza, siempre tuvo una deuda con el cine y el cine con ¨¦l. Protagoniz¨® una infinidad de pel¨ªculas dolorosas para para el buen gusto. Definitivamente el cine desperdici¨®, en folletines a lo Pili y Mili, el arrollador esplendor de la grand¨ªsima estrella que era Elvis. Por otro lado, aquel ser que derret¨ªa las c¨¢maras solo con su presencia, cuando ten¨ªa que actuar dejaba fr¨ªo a cualquiera. Menos mal que siempre hab¨ªa n¨²meros musicales para justificar el filme.
Por eso mismo, una gran producci¨®n sobre la vida del Rey del Rock podr¨ªa haber supuesto la esperada perfecta simbiosis entre el cine y Elvis, creando una gran pel¨ªcula de una leyenda. Pero no, ¡°Elvis¡± (2022) de Baz Luhrmann no es la vuelta de Elvis, ni mucho menos. Baz ha utilizado su f¨®rmula habitual hasta el extremo. Su cine es as¨ª, recordemos la insoportable Australia y la renovadora Romeo y Julieta con Di Caprio y Claire Danes. Con estos antecedentes alguien pens¨® que Elvis cab¨ªa en Moilin Rouge, pero no.
De secundario a protagonista
El personaje de Elvis es riqu¨ªsimo, est¨¢ lleno de la nostalgia por los inicios del rock, de la ¨¦pica de su rebeld¨ªa, de arte, de m¨²sica y de excentricidades, de horter¨ªsimo y de renovaci¨®n est¨¦tica, pero Baz se centra en su propio estilo cinematogr¨¢fico convirtiendo la pel¨ªcula en un anuncio de colonia de tres horas. Eso s¨ª, cinematogr¨¢ficamente tiene un gran valor, lo tiene. Mantener el tono por las nubes durante un metraje tan largo es un logro t¨¦cnico, el problema es que no hay nada m¨¢s. Las espantosas pel¨ªculas que Elvis protagonizaba en los 60 al menos se salvaban cuando aparec¨ªa un n¨²mero musical, aqu¨ª, est¨¢n ahogados entre voces en off, cuando no mutilados en alardes de montaje o incluso otra persona canta alguno de sus temas.
Baz nos pone por encima de Elvis, su m¨²sica y su vida al Coronel Tom Parker. Un recurso narrativo para contar la pel¨ªcula. El coronel fue el representante de Elvis. Ya de por s¨ª fue un personaje oscuro y con leyenda propia, pues siempre se le ha acusado de provocar la muerte de Elvis. La idea es utilizar a un personaje tan retorcido para, desde su narraci¨®n en primera persona, contarnos la vida de Elvis. Es un recurso a priori original y que nos evita la cl¨¢sica estructura de ver la vida del personaje principal en primera persona. Baz quiere salir del convencionalismo y lo consigue, pero no funciona. El coronel no resulta un veh¨ªculo que nos ense?a al Rey del Rock, sino un obst¨¢culo que se interpone entre nosotros y Elvis. Tom Hanks lo intenta, de verdad que lo intenta y hace a la perfecci¨®n la caracterizaci¨®n de su personaje. Incluso hay que agradecerle que afortunadamente le saca de la epilepsia general de la pel¨ªcula. Pero es que no pinta nada, o desde luego no tanto. Cumple su funci¨®n de villano, pero no le odias por eso, sino porque se sienta en la butaca que tienes delante y no te deja ver nada. Hasta habla cuando canta Elvis.
?Austin no imita, act¨²a
Pero que el Coronel no nos impida hablar de la interpretaci¨®n de Austin Butler. Realiza una milim¨¦trica encarnaci¨®n del personaje de Elvis con desigual resultado. En los n¨²meros musicales definitivamente s¨ª funciona. En un mundo lleno de imitadores de Elvis y Charlot, tiene mucho m¨¦rito. Es sin duda lo mejor de la pel¨ªcula, Austin no imita, act¨²a y se nota, pero igual que le pasaba al propio Elvis, a la hora de actuar, en los momentos dram¨¢ticos no funciona. Pero en descargo de prometedor Austin, no tiene ni un solo plano apto para la pr¨¢ctica de la interpretaci¨®n pues, o bien duran una fracci¨®n de segundo, o el actor se limita a posar como un modelo para el anuncio de colonia en el que est¨¢.
Con todo y con eso, Baz no quiere que nada destaque por encima de su espect¨¢culo visual y no deja hueco al Elvis oscuro. Elvis fue un dios del espect¨¢culo pero no un santo y en esta pel¨ªcula es la reencarnaci¨®n de Gandhi en roquero. Parece que Baz quiere da una imagen limpia de una estrella llena de excesos, y sacar sus pecaditos sin penitencia alguna. Y lo consigue, y es leg¨ªtimo, pero el problema es que lo hace escondi¨¦ndose cartas en la manga para justificar lo que sucede en pantalla. Pero es de entender, el fin de la pel¨ªcula es el espect¨¢culo de luces y flases. El guion no debe entorpecer la creaci¨®n de grandes momentos visuales. Pero hasta eso se podr¨ªa pasar por alto si hubiera vuelto Elvis. Baz Luhrmann deber¨ªa aprender del Coronel y aprovecharse de una figura tan rica. Pero lo que hace es redundar en su estilo a lo Moulin Rouge traducido a la Vegas.
La BSO no es suficiente
La m¨²sica, como he dicho, en este caso no salva la pel¨ªcula. Solo un plano de una radio en la que suena el rock de la c¨¢rcel y ya media pel¨ªcula estar¨ªa hecha, pero hasta eso Baz lo desaprovecha.
De todos modos, hay que reconocer que, si nos olvidamos de Elvis, (olvidar a Elvis en una pel¨ªcula sobre Elvis) el filme resulta ser un ejercicio audiovisual agotador, pero ante todo espectacular. Una lecci¨®n de montaje audiovisual en el que se da rienda suelta al frenetismo de im¨¢genes sin justificaci¨®n, pero sin tregua. Y es que eso es Baz Luhrmann. Sabe lo que quiere y lo que hace, no enga?a a nadie, este es su cine y para eso le han contratado. La estrella es ¨¦l y no Elvis, como sucede en toda su filmograf¨ªa. Y no ser¨ªa justo pedirle o esperar otra cosa. Por eso, el problema no es Baz ni su estilo, son las malas decisiones narrativas que nos esconden lo que hemos ido a ver, a Elvis.
Esta moda de biopics de grupos o figuras de la m¨²sica, nos ha triado nostalgia y destellos de aciertos, pero ninguna gran pel¨ªcula a¨²n. Elvis ten¨ªa todos los ases en la mano para conseguirlo pero se ha quedado en un ejercicio de virtuosismo cinematogr¨¢fico al que no han invitado a Elvis.
El rey no ha vuelto. El cine no ha conseguido devolv¨¦rnoslo.