Pac-Man Museum +, an¨¢lisis. Eterno comecocos

Nada menos que 42 a?os han pasado desde que Pac-Man lleg¨® a los salones recreativos. El primer personaje reconocible en aquel joven medio que eran los videojuegos, todav¨ªa por entonces en 1980, result¨® una revoluci¨®n que lo convirti¨® en icono pop. Dibujos animados, anuncios televisivos y merchandising a raudales que se adelantaron en repercusi¨®n a futuros reyes multimedia como Mario o Sonic. Aquella bolita amarilla allan¨® el camino en lo que a fen¨®menos se refiere, y m¨¢s de cuatro d¨¦cadas despu¨¦s sigue siendo reconocible por todo el mundo.

Durante a?os se han dado recopilaciones tanto grupales con otros iconos de la compa?¨ªa, como en solitario. Y es que existen tantos t¨ªtulos de Pac-Man publicados en todo este tiempo que el problema es decidir qu¨¦ meter y qu¨¦ dejar fuera de una lista de imprescindibles.

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Los elegidos de Museum +

Ya ten¨ªamos desde 2014 una recopilaci¨®n de una decena de juegos con el subt¨ªtulo de Museum en los a?os de Xbox Live Arcarde y PS3. En Museum + la cifra crece hasta un n¨²mero m¨¢gico ¨²ltimamente: 14. Pero la cifra no se sustenta con adiciones tal cual, ya que se echan de menos algunos t¨ªtulos cl¨¢sicos incuestionables como Ms Pac-Man (hay problemas legales de por medio), se mantienen otros que no han envejecido demasiado bien (Pac-Land, por ejemplo) y se suma el sorprendente Pac-Man 256, posterior al lanzamiento del primer Museum. El listado actual, nada despreciable, es pues, el siguiente:

La presentaci¨®n de Pac-Man Museum+. En busca de la frescura.

Se agradece que se hayan buscado f¨®rmulas m¨¢s all¨¢ de la simple barra de selecci¨®n de juegos. En Museum+ tenemos una sala recreativa dedicada exclusivamente al lucimiento del personaje. Si bien hay una m¨¢quina arcade desde la que acceder de principio a varios t¨ªtulos, estos se encuentran repartidos por el sal¨®n en muebles individuales.

No todo el cat¨¢logo est¨¢ disponible desde el principio. Tirando de monedas virtuales podemos ir desbloque¨¢ndolo a base de cumplir sencillos retos (jugar dos veces a un determinado t¨ªtulo, por ejemplo). Los premios que recibimos por nuestras partidas no se limitan a m¨¢s monedas o mayor acceso jugable. Se nos regalan recreativas que colocar en la sala, as¨ª como bancos, mesas, plantas, papel conmemorativo para cubrir las paredes¡­

Aunque la mayor¨ªa de estos elementos tambi¨¦n son accesibles desde m¨¢quinas expendedoras, el numeros¨ªsimo conjunto de logros por juego incita a la rejugabilidad continua y a que toda esta personalizaci¨®n sea accesible v¨ªa regalos postpartida. La comparaci¨®n clasificatoria en tablas online con amigos y jugadores de todo el mundo har¨¢ el resto, am¨¦n de los t¨ªtulos que permiten partidas de hasta cuatro jugadores. Pasaremos mucho tiempo en esa sala picoteando de m¨¢quina en m¨¢quina.

Las carencias de Museum +, que tambi¨¦n las hay

Creemos que una recopilaci¨®n de envergadura de un icono como Pac-Man podr¨ªa haber dado algo m¨¢s de s¨ª. No solo por la selecci¨®n de t¨ªtulos incluidos que, aunque mayor que en otras ocasiones, deja fuera decenas y decenas de iteraciones de una franquicia que nunca ha dejado de crecer. Las opciones de personalizaci¨®n de las partidas se limitan a poco m¨¢s que un filtro y poder agrandar la pantalla.

Tampoco hay material enciclop¨¦dico como textos de dise?o originales, entrevistas, publicidad de cada ¨¦poca¡­ (en ambos casos, en el extremo contrario estar¨ªan las cuidadas compilaciones como la ¨²ltima de Capcom, Arcade Stadium). Si en una compilaci¨®n de Namco como fue Pac-Man y Galaga Dimensions te ven¨ªa hasta un corto animado estereosc¨®pico.

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As¨ª, lo vistoso de su presentaci¨®n nos deja solo ara?ar la superficie de uno de los m¨¢s grandes iconos del medio. La ostentosa denominaci¨®n de Museo parece quedarle demasiado grande, y relegada a la peque?a sala repleta de m¨¢quinas arcade que realmente es.