Cine
Cr¨ªtica Matrix Resurrections. Regreso a los or¨ªgenes
La pel¨ªcula de Lana Wachowski recupera a Neo y Trinity como iconos de la cultura cyberpunk y muestra que no han perdido su qu¨ªmica.
Matrix Resurrections es una vuelta a los or¨ªgenes de una saga que convirti¨® su pel¨ªcula original en un fen¨®meno cultural que trascendi¨® las barreras del cine y que en sus secuelas deriv¨® en mediocres productos de consumo. Lana Wachowski recupera maneras y filosof¨ªa para una cinta que bien podr¨ªa funcionar como secuela directa de la primera y en la que los millones de fans de Matrix se van a sentir en terreno conocido.
Resurrections arranca de la misma manera que lo hizo Matrix con la secuencia de Trinity en el hotel a la espera de una llamada y en la que se replican situaciones y di¨¢logos. Pero ahora se adopta la perspectiva de espectador a trav¨¦s de un nuevo personaje, Bugs (Jessica Henwick) que proporciona informaci¨®n adicional a la historia. Es el primer aviso de que esto es otra forma de ver Matrix, un viaje que conecta los viejos c¨®digos con los nuevos. Y aunque todo se siente familiar: la calle, la polic¨ªa, los agentes con sus gafas oscuras y el traje de cuero de Carrie-Anne Moss, el resto que envuelve el cuadro se ha hecho con otro tipo de pinceladas. Estamos en una nueva versi¨®n de Matrix.
Lazos con las primeras
La forma en que conecta con la trilog¨ªa es bastante inteligente, evitaremos entrar en detalles para no destripar el argumento, pero por un lado se r¨ªe de la trascendencia que muchos dieron a la saga por entonces y por otro adelanta al espectador que se encuentra de nuevo dentro de una realidad virtual habitada por dos versiones domesticadas de Neo y Trinity. Un primer tercio de pel¨ªcula s¨®lido y bien construido que plantea problemas universales como el libre albedr¨ªo, la ecuaci¨®n libertad-seguridad, la ilusi¨®n de vivir en mundo irreal donde las relaciones personales se construyen sobre convenciones y el abuso de medicaci¨®n como escape de la realidad.
En esta parte aparecen dos viejos conocidos, Morfeo y el agente Smith, pero ambos con caras nuevas. Yahya Abdul-Mateen II y Jonathan Groff est¨¢n a la altura de sus predecesores, Laurence Fishburne y Hugo Weaving. El primero no est¨¢ porque fue eliminado en un videojuego que forma parte del canon oficial del universo Matrix y el segundo, tras dar el s¨ª a Lana, no consigui¨® cuadrar su agenda. Pero lo cierto es que sus sustitutos logran un trabajo notable y adem¨¢s el cambio de paradigma camufla bien sus ausencias. Como curiosidad ambas sustituciones son explicadas de manera org¨¢nica en la pel¨ªcula, en el caso de Morfeo sirve adem¨¢s para contar el origen del personaje, una laguna que qued¨® sin cubrir en la primera entrega.
Tedio
En el segundo tercio de la pel¨ªcula el ritmo decae de manera alarmante para presentar di¨¢logos y situaciones que carecen de inter¨¦s y que intentan explicar la filosof¨ªa que se esconde tras la cinta; algo innecesario por conocido. Esta parte es la que m¨¢s emparenta con las secuelas y por ello tambi¨¦n la m¨¢s floja. Adem¨¢s, es en este mundo real donde se sit¨²an algunas incongruencias de gui¨®n que minan la historia general.
Grandes secuencias de acci¨®n
Si Matrix fue revolucionaria por sus conceptos, tambi¨¦n lo fue por sus efectos especiales y por una manera de rodar las escenas de acci¨®n como no se hab¨ªa visto nunca. Populariz¨® el tiempo bala, las carreras por las paredes, los golpes imposibles y el concepto de violencia como un acto est¨¦tico. De todo eso hay en esta cuarta entrega, pero hasta el ¨²ltimo tercio el espectador no va a sentir que est¨¢ viviendo otra vez una experiencia ¨²nica. Lana Wachowski confirma una vez m¨¢s su talento para este tipo de escenas montando una persecuci¨®n final que no da tregua. Tambi¨¦n aplica su propia visi¨®n del tiempo bala que guarda cierto parecido cono lo que Nolan hizo en Tenet.
Dos mitos
En cuanto al reparto, Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss demuestran que a pesar de los 22 a?os transcurridos desde Matrix (1999) siguen manteniendo esa qu¨ªmica que convirti¨® a sus personajes en dos iconos de la cultura. Reeves, por el que no parece pasar el tiempo, evidencia que se encuentra a¨²n c¨®modo en el cine de acci¨®n (John Wick, Matrix, 47 Ronin); gran trabajo en el que muestra diferentes facetas y en el que llega a re¨ªrse de s¨ª mismo sin ning¨²n tipo de complejo. La actriz canadiense sigue manteniendo a sus 54 a?os ese atractivo que cautiv¨® a millones de fans y da una r¨¦plica inteligente en la que brilla como anta?o.
La pel¨ªcula no lograr¨¢ el impacto de la primera, ya que se ha perdido el efecto sorpresa que caus¨® en su d¨ªa, pero es una buena continuaci¨®n para un universo Matrix que se movi¨® a la deriva en sus dos otras secuelas. Intenta ser rupturista en su fondo, pero lo cierto es que m¨¢s continuista de lo que muchos hubieran esperado. Las nuevas incorporaciones funcionan bien y la pareja Neo-Trinity sigue siendo un cheque al portador. Lana vuelve a jugar con conceptos como la relatividad del tiempo y la f¨ªsica cu¨¢ntica para dar una capa de modernidad a su Matrix, que en realidad sigue siendo la misma mentira en la que el hombre esconde sus miedos. Final abierto y muy del gusto de los fans que deja v¨ªa libre a posibles continuaciones si la taquilla y la Covid lo permiten.