CINE
?ltima noche en el Soho. Delirio musical y argumental
Un Edgar Wright desatado y sin embargo m¨¢s preso de s¨ª mismo que nunca no consigue un equilibrio en su ?ltima noche en el Soho.
Comienzo esperanzador
La pel¨ªcula comienza con personajes estenotipiados rondando varios planteamientos de distintos g¨¦neros cinematogr¨¢ficos. Si no sabes nada de la pel¨ªcula, no sabes donde se va a quedar y eso es bueno. Coquetea con el g¨¦nero adolescente, con la ciencia ficci¨®n, con el thriller, con la comedia rom¨¢ntica, y c¨®mo no, con el musical. Aunque confuso, resulta esperanzador para el espectador que trata de adivinar hacia donde ir¨¢ la pel¨ªcula. Pero ah¨ª se queda. O m¨¢s bien se va a todas partes y cien m¨¢s sin llegar a ning¨²n lugar. No pienso que las pel¨ªculas se deban ce?ir a un g¨¦nero puro o que deban seguir unos patrones claros y cl¨¢sicos, no. Viva la libertad y la experimentaci¨®n. Pero eso no salva a ?ltima noche en el Soho. Edgar Wright quiere explotar tanto su estilo que se olvida de lo dem¨¢s. O no, peor a¨²n, le da igual. Esto es bueno para el cine porque busca nuevas formas visuales de expresi¨®n, pero en este caso no salva a ?ltima noche en el Soho.
Problemas
De verdad, el guion, la coherencia, la historia, los personajes, el tono, el sentido com¨²n no es que queden en un segundo plano, es que quedan desvirtuados en pos de un sentido est¨¦tico. Y ese no es el problema en s¨ª, es que lo hace a medias. Y se nota. Me explico, si pasas de la historia y todo lo dem¨¢s para irte a un espect¨¢culo visual y sonoro, muy bien, perfecto, pero luego no vengas a la historia cuando ya no te quedan calles del norte de Londres por las que meter a Thomasin McKenzie con su en¨¦simo delirio pop.
Espec¨¢culo audiovisual
Pero insisto que el problema no es el sin sentido argumental, ni lo poco cre¨ªble de los giros sorpresa, ni el cambiante argumento, ni si quiera que no se centre en nada. El problema es que el enrevesado galimat¨ªas argumental promete demasiado para quedarse en un desarrollo y un final que no hay por donde cogerlo. Y el espect¨¢culo audiovisual que Edgar Wright rueda como nadie y que tiene un estilo ¨²nico, resulta repetitivo y vac¨ªo por estar ligado a este pollo sin cabeza que es la historia. ?l mismo tira por tierra todo su magn¨ªfico encofrado est¨¦tico por subordinarlo a una trama de chirigota. Los homenajes a la cultura londinense pop de los sesenta, lo bien que rueda las escenas mezclando esa m¨²sica inmejorable de la ¨¦poca, los movimientos de c¨¢mara, la luz, el montaje salvaje con un ritmo perfecto, no son suficientes ?C¨®mo es posible? Pues muy f¨¢cil, intentando justificar con una laber¨ªntica historia un videoclip de casi dos horas. Este argumento podr¨ªa dar a entender que es una pel¨ªcula simplona. No, de hecho, creo que por eso desentona tanto. Tiene tantas subtramas (incompletas en su mayor¨ªa), abre tantos melones, empieza a desarrollar tantos personajes, da tantos giros sorpresa, y vete t¨² a saber que m¨¢s, que el resultado se le escapa entre los dedos. Seguramente a Edgar Wright esto no le importa porque se sostiene en su virtuosismo cinematogr¨¢fico. Como la escena del baile en le club, en la que participan la espl¨¦ndida Anya Taylor-Joy y Thomasin McKenzie junto con el und¨¦cimo Doctor Who Matt Smith. Si ese fuera el trailer de la pel¨ªcula me dar¨ªan ganas de ver este sin sentido otra vez.
Casting
?Y el elenco? Algo irregular tal vez, pero sin duda con grandes interpretaciones. Normalmente dir¨ªa que no importa el trabajo que pueda haber detr¨¢s, lo que importa es lo que muestra el actor o actriz en pantalla, pero como en este caso Thomasin McKenzie sostiene esta argamasa de giros y g¨¦neros. Seguramente ni ella sabe que sentir en cada momento y aun as¨ª saca las escenas. Solo por eso merece un aplauso. Y aunque algo limitada de recursos en alg¨²n momento, seguramente por el laberinto emocional que debe sostener, est¨¢ m¨¢s que correcta. Anya Taylor-Joy con luz propia no necesita m¨¢s. Magnifica, incluso estando sobreactuada a ratos, le queda bien. Cuando la dejan bajar de las alturas y tiene que interpretar mejora aun m¨¢s. Matt Smith desaprovecha un buen personaje lleno de dobles caras, ¨¦l solo tiene una. Diana Rigg en el que supongo ha sido su ¨²ltimo trabajo consigue bajar la pelota al suelo y darle sentido al juego en los pocos momentos que la pel¨ªcula pasa por sus manos. Y Terence Stamp, simplemente perfecto. Y eso que su personaje no solo no sirve para nada, si lo quitas de la pel¨ªcula, no cambiar¨ªan nada de la trama. Pero aqu¨ª se ve como un actor hace lo que le mandan y en este caso convierte la paja en oro. ?No hay ning¨²n director brit¨¢nico que quiera ponerle una c¨¢mara delante? ?l har¨¢ el resto.
Conclusi¨®n
En definitiva, Edgar Wright mete demasiados g¨¦neros, homenajes, personajes, tramas, subtramas, subsubtramas, tramas de las subtramas que fatigan al espectador. Sin embargo, hay escenas de la pel¨ªcula que nadie hoy en d¨ªa puede rodar como ¨¦l. Y tal vez ese sea el problema que Edgar Wright est¨¢ tan encerrado en s¨ª mismo, en su virtuosismo que lo dem¨¢s no importa. Eso s¨ª, si disfrutas con su cine esta es tu pel¨ªcula, aunque le falten cornettos.
Lo mejor
- La escena del baile en el club
- Terence Stamp
- Anya Taylor-Joy
- El montaje
- La m¨²sica
- El ritmo
- La est¨¦tica
- La ambientaci¨®n art¨ªstica
- Diana rigg
- Los homenajes
Lo peor
- El guion
- La trama
- Las subtramas
- Los personajes secundarios
- Demasiados momentos ¨¢lgidos
- El final
- Demasiadas carreras por Londres
- Poca cerveza y poco cornetto
- Los puntos de giro
- La resoluci¨®n de algunas tramas