La ambici¨®n de The Elder Scrolls: Daggerfall que sigue impresionando

Hay una brecha existencial entre Daggerfall y el resto de la saga Elder Scrolls, una separaci¨®n que tiene mucho que ver con la transformaci¨®n interna de Bethesda y un cambio de liderazgo que dar¨ªa lugar a algo diferente, muy exitoso, pero distinto. No se puede negar que forman parte de una misma familia o que compartan mundo, historia, mitos e ideas, pero desde la perspectiva del tiempo y de haber jugado a las posteriores entregas, jugar a Daggerfall es un ejercicio muy distinto al de jugar a Morrowind, Oblivion o Skyrim.

La segunda entrega de Elder Scrolls era una representaci¨®n de la Bethesda de la ¨¦poca, un equipo enormemente ambicioso con ideas m¨¢s grandes que su capacidad para ejecutarlas a la perfecci¨®n, aunque esa era parte del encanto. Buena prueba estaba en su The Terminator de 1991; lo que otros hubieran usado para dar forma a un shooter o un plataformas de acci¨®n como era la norma de las licencias de la ¨¦poca, la Bethesda de entonces lo us¨® como excusa para crear una ambiciosa aventura con un enorme mapa abierto de Los Angeles que pod¨ªas explorar libremente desde el punto de vista de Connor o desde la del Terminator; un juego con sus problemas y un interfaz complejo, fruto de querer hacer varias cosas con bastante realismo, pero que ten¨ªa una innegable vocaci¨®n de impresionar con su planteamiento y tecnolog¨ªa.

Todo un pa¨ªs que recorrer

Daggerfall nace como un paso m¨¢s en esa tendencia, convirti¨¦ndose en la apuesta creativa y tecnol¨®gica m¨¢s poderosa de la Bethesda de mediados de los 90 y un singular ejemplo de juego de rol cuya importancia en el g¨¦nero se mantiene en lo m¨¢s alto un cuarto de siglo desde su aparici¨®n en el mercado. Su lista de logros y caracter¨ªsticas constituyen todo un dec¨¢logo de lo que un RPG de mundo abierto deber¨ªa ofrecer, aunque semejante lista de logros t¨¦cnicos tiene un precio, tanto ahora como hace 25 a?os.

La lista de virtudes sobre el papel es larga. Una de sus principales y m¨¢s notorias es su mapeado, cuya extensi¨®n se vendi¨® en su d¨ªa como ¡°similar a la del Reino Unido¡±, aunque ciertas medidas hechas por fans apuntan a algo menos (unos impresionantes 160.000 km cuadrados digitales frente a los m¨¢s de 200.000 km de Gran Breta?a). Si tomamos en consideraci¨®n que el mapa de Skyrim abarca alrededor de 38 km cuadrados, podemos hacernos una idea de la proporci¨®n de lo que estamos hablando. Su antecesor, Arena, ten¨ªa una cifra todav¨ªa m¨¢s impresionante sobre el papel, pero trampeaba al ofrecer un terreno que se generaba sobre la marcha y en el que era imposible ir de un sitio a otro a pie. En Daggerfall s¨ª es posible recorrer su superficie de punta a punta, algo pesado de hacer, pero posible, como prueban algunos v¨ªdeos de aventureros que se han pasado varias docenas de horas para llegar de una punta a otra.

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Siempre algo que hacer

A pesar de contar con miles de localizaciones, ciudades, pueblos, fortalezas, enormes y laber¨ªnticas mazmorras o puntos de inter¨¦s, el ir de un sitio para otro en Daggerfall sin usar los medios de transporte establecidos es un ejercicio de paciencia, con mucho vac¨ªo y paisaje clonado durante horas antes de poder percibir cualquier cambio. Pero era parte de la idea general de que el jugador tuviera un mundo lo suficientemente grande como para vivir su propia aventura, sin sentir que estaba siguiendo exactamente los mismos pasos que otros jugadores. Ese dise?o estaba apoyado en un vasto sistema de misiones con m¨¢s de doscientas tareas de complejidad variable, divididas entre misiones principales para completar la historia y una amalgama de misiones secundarias que pueden venir desde una amplia variedad de actores: poblaci¨®n local, nobles, gremios, comerciantes, asambleas de brujas, clanes vampiro o incluso se?ores daedricos, si tienes el poder de contactar con ellos.

Un sistema de facciones y de reputaci¨®n se asegura de que haya condiciones para acceder a estas tareas y una progresi¨®n dentro de ellas. Por supuesto, los gremios forman parte integral de este sistema, permiti¨¦ndote ganar una reputaci¨®n dentro de ellos que abre nuevas posibilidades de equipamiento y servicios. Luchadores, caballeros, templarios, magos, ladrones o la temible Hermandad Oscura est¨¢n presentes en Daggerfall para ayudarte a desarrollar y definir tu personaje, en un sistema que ha perdurado como una parte esencial de la experiencia de The Elder Scrolls. Pero adem¨¢s, la vasta extensi¨®n de terreno y el trabajo de fondo para crear un mundo cre¨ªble establece un sistema geopol¨ªtico en el que hay distintas facciones pujando por poder e influencia en las bah¨ªa de Iliac donde acontece el juego; ganarse el favor de unos y otros es otra ardua tarea del Agente, el personaje que encarnamos.

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Muchos veteranos del juego consideran que, aunque la historia principal es realmente interesante -una intriga pol¨ªtica alrededor de la muerte del rey de Daggerfall y los intentos del emperador por hacerse con un poderoso golem que tambi¨¦n codician otros personajes relevantes-, el fluir natural de Daggerfall es m¨¢s parecido al que podr¨ªan ser aventuras abiertas como Elite: libertad para establecer tus propios objetivos y crear tu lugar en el mundo, m¨¢s all¨¢ de la misi¨®n principal. Con una gran cantidad de contenido procedural, mazmorras kil¨®m¨¦tricas, un elaborado sistema de desarrollo de personaje y objetivos de alto nivel como conseguir equipamiento daedrico o dedicar grandes cantidades de dinero a conseguir una casa o un barco, adem¨¢s de escalar en la escala de apreciaci¨®n de las distintas facciones y gremios. Es uno de esos juegos que invita a ser jugado un rato todos los d¨ªas para ver qu¨¦ aventura te vas a encontrar esta vez.

Por supuesto, todo esto tiene un precio. No es de extra?ar que el lanzamiento original de Daggerfall estuviera plagado de bugs y comportamientos extra?os, algunos de los cuales fueron solucionados y otros han perdurado en el tiempo. Su vasta extensi¨®n, la reactividad del mundo a nuestro status, el contenido procedural, el elaborado sistema de encantamiento y creaci¨®n de hechizos o la tremenda cantidad de contenido da lugar a multitud de problemas de l¨®gica interna, bugs y otras molestias que de un modo u otro parecen siempre presentes en la mayor¨ªa de juegos abiertos con esta clase de ambici¨®n. A¨²n as¨ª, la escala ¨¦pica del mundo y sus posibilidades son una invitaci¨®n directa a nuestra imaginaci¨®n para sentirnos que vivimos en Tamriel y que la aventura est¨¢ a la vuelta de la esquina.

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Fin de una era

Daggerfall fue el resultado m¨¢s destacado de la vieja guardia de Bethesda, con Julian LeFay como director, programador y dise?ador junto a figuras como el productor y padre de la saga, Christopher Weaver o los dise?adores Bruce Nesmith o Ted Peterson. Es el juego que marca el punto y final de los dise?os de mundo expansivos y del uso del contenido procedural y sist¨¦mico para dotar de contenido al mundo. La tercera parte de la saga, Morrowind, que aparecer¨ªa seis a?os m¨¢s tarde, tendr¨ªa un nuevo liderazgo en la figura de Todd Howard como director, con una opini¨®n poco amable del contenido procedural y con una filosof¨ªa creativa distinta. Como dato m¨¢s representativo, de los 160.000 kil¨®metros cuadrados pasamos a 16 en la tercera parte de la saga, aunque meticulosamente dise?ados para crear el rico e ic¨®nico hogar de los elfos oscuros.

Otras facetas que se implementaron en Daggerfall, o que se intentaron implementar, fueron reducidas y centradas, siguiendo el camino de destilar los elementos brutos del RPG original para crear un juego m¨¢s accesible, sin los brutales picos de dificultad o la permanente sensaci¨®n de estar perdido sin saber qu¨¦ hacer, una l¨ªnea de desarrollo comenzada en Morrowind y que tuvo su evoluci¨®n natural en Oblivion y Skyrim, ambos juegos con elementos m¨¢s destilados -aunque tambi¨¦n dados a bugs y otros problemas, en lo que parece algo inevitable para las aspiraciones de cada entrega-.

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Filosof¨ªas distintas que las monumentales ventas de las entregas m¨¢s recientes parecen haber dado la raz¨®n a Howard, cuyo liderazgo salv¨® al estudio en sus horas m¨¢s bajas y al borde de la desaparici¨®n antes del lanzamiento de Morrowind. Sin embargo, Daggerfall sigue siendo objeto de asombro y admiraci¨®n por parte de viejos y nuevos jugadores, alimentando el debate sobre el alma de una de las sagas roleras de m¨¢s renombre en el mundo en el videojuego y la direcci¨®n que deber¨ªa tomar en el futuro. No parece que el dise?o expansivo vaya a volver, pero hay quien lo considera un elemento importante a la hora de ofrecer una gran aventura en la que nos sintamos capit¨¢n de nuestro destino. As¨ª lo consideran sus creadores originales Julian Lefay y Ted Peterson, embarcados actualmente en un nuevo juego de rol abierto bajo el nombre de The Wayward Realms, que promete acci¨®n y consecuencia a una escala nunca vista dentro de un archipi¨¦lago con islas de escala realista. ?Puede la tecnolog¨ªa actual dar una forma m¨¢s tangible y manejable a la ingenuidad del pasado? Veremos, pero Daggerfall permanecer¨¢ por siempre como un ejemplo de lo que es posible hacer cuando un equipo con talento y ambici¨®n se atreve a so?ar.

Nota: Un equipo de aficionados est¨¢ realizando la ardua tarea de llevar el juego a Unity para ser disfrutado en mayores resoluciones y otras ventajas. La versi¨®n original puede ser descargada gratuitamente por cortes¨ªa de Bethesda, aunque necesitar¨¢s un emulador de MS-DOS como DosBox para que funcione correctamente (DaggerfallSetup es la opci¨®n m¨¢s c¨®moda para dejarlo todo listo, incluyendo los ¨²ltimos parches oficiales y un largo trabajo de depuraci¨®n de bugs a cargo de los fans).