La criatura que cambi¨® la historia de la saga
Mew, el salvador de Pok¨¦mon
Mew es uno de los Pok¨¦mon m¨¢s emblem¨¢ticos de la franquicia de Nintendo. Y no es para menos; te contamos c¨®mo Mew salv¨® a la saga del ostracismo.
Por: Israel Mall¨¦n @Mallendary
Para la generaci¨®n de quien firma estas l¨ªneas, Pok¨¦mon form¨® parte indispensable de su desarrollo vital. M¨¢s all¨¢ de lo emocional, las estad¨ªsticas de nuestra infancia son rotundas. Miles de patios curtiendo mi pericia period¨ªstica cribando y contrastando rumores sobre el puerto de Ciudad Carm¨ªn o los aleda?os de la Isla Espejismo. Cientos de horas devorando el limitado espacio de los ya vetustos cartuchos originales, casi desti?endo el caracter¨ªstico color que diferenciaba a los juegos de Pok¨¦mon hasta que Diamante y Perla rompieron con dicha tendencia. Decenas de noches de insomnio en las que la luz de mi a?orada Game Boy Advance, y m¨¢s tarde de las dos pantallas de mi DS, traspasaba la manta e iluminaba la estancia pese a que me creyera indetectable a los ojos de mis padres. Una vida entera junto a Pok¨¦mon.
El valor de todas estas experiencias, extrapolables a cualquier joven de mi quinta, contribuyeron a que Pok¨¦mon firmara cifras de ventas espectaculares desde el pasado milenio. Con m¨¢s de 300 millones de juegos vendidos hasta noviembre de 2017, seg¨²n The Pok¨¦mon Company, pocos se atrever¨ªan a negar la fuerza inconmensurable del fen¨®meno Pok¨¦mon. Incluso en 2016, cuando su calado en la cultura popular no era ni mucho menos el que ten¨ªa una d¨¦cada atr¨¢s, gener¨® una locura colectiva con Pok¨¦mon GO. Empero, durante casi un a?o y medio desde la salida de los t¨ªtulos originales, todas esas vivencias, estad¨ªsticas y sucesos estuvieron en jaque. Pok¨¦mon pendi¨® de un hilo; el fracaso expiraba su insoportable aliento en la nuca de Satoshi Tajiri y dem¨¢s responsables de la serie. Si hoy escribo estas l¨ªneas, si Pok¨¦mon ha jugado un papel clave en la vida de tant¨ªsimos coet¨¢neos, fue en gran medida gracias a una criatura ¨²nica. Mew salv¨® a Pok¨¦mon.
Antes de que Pok¨¦mon se hiciera con todos
El proyecto de Game Freak tal y como lo conocemos hoy naci¨® hace casi tres d¨¦cadas. En concreto, la empresa fundada por Satoshi Tajiri y Ken Sugimori dej¨® de informar sobre videojuegos para crearlos directamente hace 29 a?os, un 26 de abril de 1989. Pese a gozar de buenas cr¨ªticas merced a t¨ªtulos como Yoshi o Mario & Wario, el culmen de fama y creatividad de Game Freak lleg¨® con Pok¨¦mon. Las ediciones Roja y Verde constitu¨ªan la materializaci¨®n de un sue?o, el de Satoshi Tajiri. Con el objetivo de que los ni?os de los 90 experimentaran lo que ¨¦l sinti¨® coleccionando insectos, as¨ª como con la ilusi¨®n de desarrollar su propio RPG -g¨¦nero que tanto admiraba-, concibi¨® Pok¨¦mon.
La idea era sencilla: exprimir el concepto de coleccionismo de los capsule monsters y aprovechar las posibilidades de socializaci¨®n que ofrec¨ªa Game Boy con el cable Link. El resultado final, pese a ciertos errores, era magistral. Al menos, en t¨¦rminos videol¨²dicos, porque la percepci¨®n inicial del p¨²blico nip¨®n no fue la misma. En una de las m¨ªticas entrevistas que dej¨® el formato Iwata Pregunta, el expresidente de Nintendo convers¨® largo y tendido con Tsunekazu Ishihara y Shigeki Morimoto. El primero, m¨¢ximo mandatario de The Pok¨¦mon Company, confes¨® que las ventas iniciales sembraron dudas entre sus compa?eros. ¡°Recuerdo las cifras semanales, est¨¢bamos muy cerca de las ¨²ltimas posiciones del top diez¡±, refresc¨®.
Mew, una sorpresa milagrosa
Aquel ¡°principio modesto¡±, en palabras de Ishihara, gener¨® cierto temor. Y no es para menos, pues el desarrollo de Pok¨¦mon Rojo y Verde fue particularmente duro. Aunque el concepto se gest¨® en 1990, en pleno auge de Game Boy, la creaci¨®n de los primeros juegos de Pok¨¦mon se prolong¨® por seis a?os. ¡°Terminamos ambos juegos en octubre del a?o anterior y quer¨ªamos sacarlos enseguida, pero no llegamos a tiempo y acabaron lanz¨¢ndose en febrero. ?La peor ¨¦poca del a?o para estrenar un videojuego!¡±, desvel¨® Ishihara a Iwata. M¨¢s de un lustro es una cantidad de a?os dif¨ªcil de rentabilizar, por lo que Pok¨¦mon necesitaba vender bien para compensar el largo periodo de desarrollo y los costes que este supuso. Sin embargo, la saga lleg¨® tarde a la fiesta de una Game Boy ya decadente y as¨ª se reflej¨® en los datos de venta que cosech¨® en su debut. Por suerte, Morimoto dise?¨® un aut¨¦ntico game changer, una carta ganadora que salv¨® a la saga de Nintendo -y por ende a Game Freak- de un batacazo seguro. Su labor de programaci¨®n y dise?o de monstruos de bolsillo en Rojo y Verde fue determinante para la historia del videojuego.
Al final del desarrollo, Morimoto se sumergi¨® en un proceso de depuraci¨®n del juego. Su misi¨®n pasaba por corregir todos los bugs y glitches que conten¨ªan ambos juegos. Llegados a este punto, lo importante no es rese?ar que quiz¨¢ hablamos del proceso de correcci¨®n m¨¢s est¨¦ril de todos los tiempos por la inmensa cantidad de defectos presentes en los primeros juegos de Pok¨¦mon -especialmente en las versiones japonesas-. Lo crucial, sin duda, es lo que Morimoto pudo hacer tras eliminar todos los fallos que pudo. Pok¨¦mon iba justo de espacio, tanto como para tener que prescindir de varias de las criaturas pensadas originalmente y limitar la cifra a las 150 que finalmente acabaron poblando aquella Kanto monocrom¨¢tica. No obstante, Morimoto consigui¨® almacenamiento adicional merced al proceso descrito. Y lo aprovech¨® excepcionalmente bien.
Tras eliminar el software de limpieza -que obviamente no incluye la versi¨®n final-, el programador hall¨® que hab¨ªa en torno a 300 bytes disponibles. Dejarlos sin utilizar podr¨ªa haber derivado en m¨¢s problemas, pero tampoco era un espacio con el que hacer grandes virguer¨ªas, ni siquiera en la ¨¦poca de Game Boy. La soluci¨®n, que ya es historia del medio ludoficcional, fue incluir un Pok¨¦mon extra: Mew. Ante la inminente salida de los t¨ªtulos al mercado, Morimoto se limit¨® a crear el dise?o de aquel monstruo de bolsillo inesperado. No contempl¨® ni los ataques que este ¨²ltimo pod¨ªa dominar ni las MT y MO que era capaz de aprender. ?Para qu¨¦? Despu¨¦s de todo, ¡°el p¨²blico no sabr¨ªa de la existencia de Mew¡±, relat¨® Morimoto al difunto Iwata. Era poco m¨¢s que una excusa para lanzar un evento en el futuro, pero que no molestar¨ªa si no se activaba su aparici¨®n en los juegos. Lo que Morimoto no esperaba era que Mew acabara apareciendo en la partida de algunos jugadores debido al glitch que lleva su nombre, uno m¨¢s en la extensa lista de problemas de los que adolec¨ªan las primeras ediciones de Pok¨¦mon. Y, desde luego, tampoco esperaba la repercusi¨®n que tuvo aquella decisi¨®n inocente. Gracias a Arceus, Mew rescat¨® a Pok¨¦mon de un destino aciago.
En un contexto en el que la socializaci¨®n de internet no imperaba con la misma fuerza que ahora, la mayor¨ªa de los bulos no eran sencillos de contrastar. Pok¨¦mon no era una excepci¨®n y el rumor de que hab¨ªa un cent¨¦simo quincuag¨¦simo primer monstruo de bolsillo corri¨® como el m¨¢s presto Rapidash. El ¡°poder del boca a boca¡±, al que Ishihara le confiere una importancia especial en el ¨¦xito de Pok¨¦mon y Mew, fue imparable. Los patios, plazas y dem¨¢s epicentros del ocio nip¨®n se inundaron ipso facto de bisbiseos sobre tan enigm¨¢tica criatura. Como el m¨¦todo de obtenci¨®n era harto incierto y la Pok¨¦dex no ofrec¨ªa informaci¨®n alguna, era complicado desmentir las habladur¨ªas. Todo Jap¨®n -tengo mis dudas sobre que esto sea una hip¨¦rbole- se interes¨® por Mew y las ventas de los juegos incrementaron considerablemente. Eso s¨ª, lo mejor todav¨ªa estaba por acontecer.
La Oferta del Pok¨¦mon Legendario
Pok¨¦mon se populariz¨®, aunque no fuera desde el preciso instante de su lanzamiento. Para Tsunekazu Ishihara, el posterior auge de la saga se debi¨® a dos factores fundamentales. El primero, citado anteriormente, es el poder del boca a boca y la magia del rumor. En segundo lugar, el presidente de The Pok¨¦mon Company cree firmemente que los medios de comunicaci¨®n desempe?aron un rol clave en el contagio de la fiebre Pok¨¦mon. No es casualidad que cite concretamente a la revista japonesa CoroCoro y a su Oferta del Pok¨¦mon Legendario.
El magaz¨ªn nip¨®n present¨® un concurso que oficializ¨® a Mew y lo sorte¨® para que, por primera vez, una selecci¨®n de 20 afortunados pudiera disponer del Pok¨¦mon Nueva Especie de forma completamente legal. La veintena de premiados pudo, adem¨¢s, leer la primera descripci¨®n oficial de Mew en la Pok¨¦dex, que reza lo siguiente: ¡°Es tan raro que muchos expertos opinan que es solo una ilusi¨®n. Solo unos pocos lo han visto¡±. Desde luego, la enciclopedia digital de Oak no yerra en su definici¨®n, puesto que alrededor de 78.000 lectores de CoroCoro participaron esperanzados en la Oferta del Pok¨¦mon Legendario.
A ra¨ªz del sorteo, Mew se convirti¨® en objeto de deseo para una cantidad ingente de jugadores. En la ya citada entrevista de Iwata con dos de los responsables de la saga, Iwata destac¨® aquel concurso como un factor determinante en el posterior ¨¦xito de la franquicia. ¡°Ese fue el momento en el que el futuro de Pok¨¦mon dio un vuelco, la respuesta al anuncio fue incre¨ªble¡±, asever¨® el expresidente de la gran N. Evidentemente, las ventas de Rojo y Verde se beneficiaron del impacto social del sorteo. M¨¢s bien, Mew las dinamit¨®. Ishihara compart¨ªa la visi¨®n de Iwata. Para ¨¦l, Mew hizo de Pok¨¦mon lo que conocemos hoy. ¡°Empez¨® a venderse en una semana lo que hasta entonces se consegu¨ªa en un mes. Las ventas se triplicaron o cuadriplicaron¡±, record¨® efusivo el presidente de The Pok¨¦mon Company. Hubo que esperar un a?o y medio desde su salida para que Rojo y Verde coronaran las listas de ventas. Mew tard¨®, pero obr¨® el milagro.
El legado de Mew
La gratitud hacia la rosada criatura es m¨¢s que evidente. As¨ª lo demuestra el cameo de Morimoto en Sol y Luna -tambi¨¦n aparece en las versiones ultra y anteriormente en las ediciones de la quinta generaci¨®n-, juegos en los que ejerci¨® como director de combates. Bajo el pseud¨®nimo de Tirso y en el edificio de Game Freak que hay en Ciudad Kantai (Akala), es posible combatir contra Morimoto una vez al d¨ªa tras erigirse como Campe¨®n de Alola. Sin embargo, lo m¨¢s interesante es conversar con ¨¦l con un Pok¨¦mon procedente de Rojo, Azul y/o Amarillo para la Consola Virtual de 3DS. Morimoto divaga gustoso sobre Tauros, Diglett, Exeggutor, Mankey y, c¨®mo no, Mew. ¡°Conoces a Mew, ?verdad? Pues yo hice el pixel art, el grito, la entrada de la Pok¨¦dex, los par¨¢metros... ?Vamos, todo! Y no solo eso, lo ide¨¦ a ultim¨ªsima hora, justo antes de masterizar el juego. ?Por los pelos!¡±, confiesa Shigeki ¡®Tirso¡¯ Morimoto henchido de orgullo.
Mew revolucion¨® la historia de Pok¨¦mon. Su repercusi¨®n en t¨¦rminos comerciales y de popularidad dot¨® a Game Freak de unos ingresos que jam¨¢s imaginaron. Con ellos, la saga pudo ampliar sus miras y coronarse como el proyecto transmedia por excelencia. Juguetes, pel¨ªculas, anime, juego de cartas¡ Todo gracias al peque?o y escurridizo Pok¨¦mon. Es cierto que los t¨ªtulos originales gozaban de bastantes virtudes videol¨²dicas, pero quiz¨¢ estas jam¨¢s hubieran escapado del ostracismo sin la ayuda de Mew. Un ser errante que apenas necesit¨® 300 bytes para cambiar la historia de los videojuegos. Resulta ir¨®nico que mi infancia y la de tant¨ªsimas personas diera un giro radical merced a una cantidad de espacio que hoy, un tiempo en el que los videojuegos se miden en decenas de gigas, se antoja irrisoria. Pero as¨ª fue. Con tan pocos recursos, oculto en el c¨®digo y descubierto por la m¨¢s maravillosa de las casualidades. Quiz¨¢ ahora sea poco m¨¢s que un DLC en Let's Go Pikachu y Eevee, pero es posible que la saga jam¨¢s hubiera llegado a la era del contenido adicional sin ¨¦l. En el ultim¨ªsimo segundo, Mew desentra?¨® el poder que Pok¨¦mon guardaba en su interior.