Outlast: Bundle of Terror, an¨¢lisis Nintendo Switch

El tiempo transcurrido desde su lanzamiento original hace que probablemente sean ya muchos los jugadores que han disfrutado de Outlast, pero como es habitual, hay que celebrar la llegada de un representante de tal calibre a una plataforma de Nintendo, tan poco prol¨ªfica en el g¨¦nero. Su llegada se produce tal cual, sin caracter¨ªsticas que saquen provecho a alguna de las peculiaridades de Nintendo Switch, pero s¨ª con el DLC Whistleblower, que probablemente pasara m¨¢s desapercibido para gran parte del p¨²blico, con lo que se presenta como una oportunidad bastante a tener en cuenta, a pesar de un precio un tanto elevado.

Desarroll¨¢ndose entera y exclusivamente en una perspectiva en primera persona, esta c¨¢mara juega un papel fundamental en la jugabilidad, ya que no solo permite hacer zoom y ver peligros que pueden acechar m¨¢s adelante o pistas para poder avanzar, sino poder ver en la oscuridad gracias a su visi¨®n infrarroja, una manera tambi¨¦n ¨²til de sacar alg¨²n tipo de ventaja ante los enemigos. Dicho esto, hay que destacar que Miles no tiene absolutamente ninguna opci¨®n de defenderse ante ellos, es totalmente vulnerable, con lo que sus ¨²nicas opciones son correr o esconderse. Como ¨ªbamos diciendo, para usar esta imprescindible caracter¨ªstica de la c¨¢mara es preciso el uso de bater¨ªas que, obviamente, se van gastando, con lo que encontrarlas se convierte en una de las tareas m¨¢s arduas de todo el juego e implementa as¨ª una mec¨¢nica de supervivencia agobiante.

Probablemente, uno de los mejores piropos que se pueden decir de un videojuego de terror es que consigue hacer que el jugador no quiera avanzar, tema lo que puede encontrar m¨¢s adelante, o directamente, prefiera dejar de jugar. Outlast lo consigue, pero al mismo tiempo es capaz de ponerlo en un aprieto, oblig¨¢ndolo a explorar en busca de las preciadas bater¨ªas, una labor que no es nada agradable ya que en no pocas ocasiones simplemente queremos avanzar para salir de all¨ª y no entretenernos para absolutamente nada.

Sin embargo, y sin entrar en m¨¢s detalles jugables que se han tratado en su an¨¢lisis original, s¨ª cabe destacar que, a pesar de ser un juego que sin duda transmite una sensaci¨®n de agobio permanente, una vez transcurridas unas pocas horas se le aprecian las costuras en lo que a los sustos se refiere. No todos los internos son hostiles, y he ah¨ª uno de los atractivos de Outlast, el saber -o intuir- cu¨¢les son susceptibles de atacarnos y cu¨¢les no, pero en determinadas situaciones es demasiado evidente, como algunas en las que se interponen en nuestro camino, siendo este ¨²nico y no existiendo ruta alternativa. En estos casos, obviamente, sabemos que no vamos a ser atacados, lo que resta gran parte? de la tensi¨®n que resuelta de otra manera, esa situaci¨®n podr¨ªa causarnos.

Sin embargo, algo que llama la atenci¨®n poderosamente es c¨®mo vibran los Joy-Con de manera exagerad¨ªsima en situaciones como ataques enemigos, lo que en ocasiones nos saca de una inmersi¨®n que, por lo dem¨¢s, s¨ª est¨¢ bien conseguida. Lo que no falla es todo lo relacionado a la ambientaci¨®n, que se mantiene con la calidad de siempre gracias a entornos de tonos oscuros y oxidados sea en el modo que sea, y cuyos efectos de sonido se transmiten perfectamente tanto en los altavoces de la propia consola como cuando tenemos nuestra Nintendo Switch en modo sobremesa.