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¡®What Remains of Edith Finch¡¯, Bafta al mejor poema de amor
Opini¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Villalobos.
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¡®What Remains of Edith Finch¡¯, Bafta al mejor poema de amor del a?o
¡®What Remains of Edith Finch¡¯ se ha alzado con el galard¨®n al mejor juego del a?o en los reci¨¦n entregados premios Bafta de la academia brit¨¢nica de Cine y Televisi¨®n. Habr¨¢ sorprendido a algunos teniendo en cuenta los pesos pesados con los que compart¨ªa nominaci¨®n, ¡®Horizon: Zero Dawn¡¯, ¡®The Legend of Zelda: Breath of the Wild¡¯ o ¡®Super Mario Odyssey¡¯ entre ellos. No deber¨ªa ser as¨ª a poco que se haya seguido la prestigiosa trayectoria del juego de Giant Sparrow desde que sali¨® a la venta en abril de 2017, hace justo un a?o. Aunque m¨¢s all¨¢ de fijarnos en la interminable lista de premios y nominaciones, hay una forma de apaciguar cualquier posible duda: jug¨¢ndolo.
Recuerdo cuando vi solo en mi casa hace como mil a?os ¡®Lloviendo piedras¡¯. Cuando termin¨® me levant¨¦ y me puse a aplaudir como loco por el disfrute de lo que hab¨ªa visto. He vuelto a jugar a Edith Finch antes de ponerme a escribir este art¨ªculo, y he sentido lo mismo que la primera vez y que en aquel visionado de la pel¨ªcula de Ken Loach, solo que en este caso me he derrumbado en el sof¨¢ y he soltado con la boca llena de satisfacci¨®n: ?Pero qu¨¦ grandes son los videojuegos, host***! Emocionado pens¨¦ que igual eran esas las ¨²nicas palabras que iba a poder escribir en esta columna de opini¨®n, pero claro, enseguida me di cuenta de que ustedes merecen mucho m¨¢s.
¡®What Remains of Edith Finch¡¯ parte de un g¨¦nero cuyas limitaciones han definido de forma peyorativa su propia denominaci¨®n: Walking Simulator. En los tiempos de ¡®Dear Esther¡¯ (2012) se dieron acaloradas discusiones de si eso de pasear ¡®y poco m¨¢s¡¯ se pod¨ªa considerar un videojuego o no. Vamos, como cuando se dudaba de si los virus eran seres vivos o no. Y mucha gente vio como una enfermedad que a este tipo de ¡®experimentos¡¯ se le diera cabida en el medio. Curiosamente, el ¡®simulador de paseo¡¯ ha sido de los g¨¦neros que han evolucionado de forma m¨¢s inteligente. Lejos de enrocarse, las continuas propuestas (de ¡®Gone Home¡¯ a ¡®Firewatch¡¯ pasando por propuestas m¨¢s convencionales como ¡®Everybody?s gone to the rapture¡¯) han ido subiendo pelda?os hasta llegar a la cima que supone Edith Finch. Mirando ahora de forma sosegada desde las alturas, Edith Finch no se corona solo como la cumbre de un g¨¦nero, lo hace dando lecciones maestras a todo el medio interactivo de c¨®mo contar una historia.
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Porque el Walking Simulator, con su fuerte carga narrativa (sea esta m¨¢s f¨¦rrea o diluida) coge cosas de los videojuegos, del cine, del documental si se quiere, pero sobre todo se amamanta de un arte mucho m¨¢s antiguo que todos ellos: la literatura. Y Edith Finch lo hace como nadie.
La protagonista llega en ferry a la isla donde se encuentra la vieja casa familiar. Vuelve tras m¨¢s de media vida alejada de ella. All¨ª se esconden en secreto las vidas de varias generaciones. Edith Finch vuelve por una necesidad: contarle al hijo que lleva en su vientre lo que ocurri¨® con sus desaparecidos parientes. Ella se sabe presa de la maldici¨®n que ha matado a los Finch durante d¨¦cadas, y quiere dejar constancia de ello en un diario para su ni?o que, teme, no va a conocer. Los pensamientos y reflexiones que se plasman en el diario empapan el aire, los objetos, las paredes del abandonado hogar antes de dibujarse en las hojas en blanco. Una frase puede aparecer escrita frente a nosotros para romperse de forma delicada cuando la atravesamos con nuestro cuerpo, otra puede adornar el sal¨®n antes de cobrar vida y salir volando gr¨¢cilmente por el conducto de la chimenea. Es el lenguaje palpitando, las palabras jugando al escondite, las s¨ªlabas dej¨¢ndose arrastrar queriendo ser cola de cometa. Letras que se divierten mientras se hacen pasar por diente de le¨®n solo para desvanecerse lentamente con la ligera brisa de la memoria.
Edith Finch expresa de mil formas sus pensamientos, pero la casa tambi¨¦n habla. Lo hace en silencio. Los retratos, los libros amontonados, los juguetes infantiles¡ Cada habitaci¨®n nos cuenta de forma detallada c¨®mo fueron sus antiguos inquilinos. Toneladas de recuerdos. El orden y el desorden sobreviviendo a duras penas bajo el polvo.
Estos elementos valdr¨ªan para convertir ¡®What Remains of Edith Finch¡¯ en un t¨ªtulo rese?able, pero Giant Sparrow no se queda ah¨ª, y echa el resto en la recreaci¨®n de la muerte de cada miembro de la familia. Cada momento diferente en voz, en tipograf¨ªa, en gameplay. Un homenaje pulp a las estrellas infantiles ca¨ªdas en desgracia a ritmo de las notas que compuso John Carpenter para ¡®La noche de Halloween¡¯ en 1978, una mente imaginativa que da rienda suelta a sus sue?os durante la interminable y mec¨¢nica jornada en la f¨¢brica, el simple impulso de un columpio m¨¢s y m¨¢s arriba hasta que su inquilino consigue su deseo de volar, todo cabe, todo asombra. El juego rese?able convertido en juego para la historia.
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Esta historia de muertes es una lecci¨®n de amor y vida. ?Qu¨¦ dejaremos a nuestros seres queridos cuando ya no estemos? Lo que permanece de Edith Finch tras jugarlo es un nudo en la garganta. Es el medio dando un paso de gigante desde un peque?o estudio californiano. Son locos enamorados del milenario legado de contar historias explorando las posibilidades ocultas de un arte nuevo. ?Pero qu¨¦ grandes son los videojuegos, host***!