Minit, Impresiones

Minit, Impresiones

Link entra a la caverna del sabio, coge la espada, avanza acabando con algunos Octorok¡­ y muere de repente. Imaginad que resucita tan r¨¢pido como muri¨®, ya con la espada en su poder y conociendo mejor ese peligroso mundo de Hyrule en el que est¨¢. Ahora esquivar¨¢ a esos enemigos que le han aportado apenas unas rupias, y tras pasar por varias pantallas del laber¨ªntico escenario, llegar¨¢ a un lugar del mapa en el que no hab¨ªa estado previamente, donde encuentra una mazmorra¡­ para volver a morir. De nuevo, aparece con vida, dispuesto a entrar directamente en ese lugar tenebroso, donde le da tiempo a resolver un peque?o puzle antes de que muera de nuevo. Lo pill¨¢is, ?verdad?

Este es el concepto de Minit, una original idea que se publicar¨¢ este a?o por parte de Devolver Digital y que est¨¢ siendo desarrollado por un equipo de cuatro personas: Jam Willem Nijman (cofundador de Vlambeer, responsables de Nuclear Throne y Ridiculous Fishing), Kitty Casi (Horizon Zero Dawn y Action Henk), Jukio Kallio (compositor de Nuclear Throne) y Dominik Johann (dise?ador gr¨¢fico en Dr. Langeskov, the Tiger, and the Terribly Cursed Emerald). Hay que progresar a trav¨¦s de un extra?o mundo con puzles, enemigos, curiosos personajes y objetos, pero nuestro protagonista morir¨¢ cuando los 60 segundos del temporizador lleguen a cero.

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Sin embargo, el redondito personaje que controlamos no perder¨¢ todo el progreso tras morir. El juego guardar¨¢ los objetos que hayamos conseguido, los puzles que hayamos solucionado y los cofres y caminos que hayamos abiertos; pero m¨¢s importante a¨²n es nuestra propia capacidad de guardado en recordar los escenarios, los atajos y los enemigos que hemos visto antes de reiniciar la partida una y otra vez.

Minit recuerda (y referencia) en un primer vistazo al The Legend of Zelda de NES, ya que vamos viajando entre pantallas que ocultan secretos, cavernas y objetos. Estos ¨²ltimos son lo que marcar¨¢ nuestro progreso, como una regadera que nos permitir¨¢ apagar las llamas de una mazmorra, unas aletas para nadar en las zonas acu¨¢ticas o una linterna imprescindible para avanzar por escenarios oscuros, entre muchos otros que hemos descubierto en las casi tres horas que hemos podido jugar. Tambi¨¦n recuerda al cl¨¢sico de los 8 bits en el combate, basado en esquivar a los enemigos para asestarles un espadazo en una de las cuatro direcciones posibles; y en el secretismo ¨C muros que se abrir¨¢n al derrotar a todos los enemigos de una zona, objetos que podemos utilizar en lugares que no hab¨ªamos pensado, y en un mundo del que sabemos bien poco.

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Pero este universo se fija a¨²n m¨¢s en otros cl¨¢sicos del RPG m¨¢s surrealistas y c¨®micos, como Earthbound y Undertale. El objetivo del juego, el por qu¨¦ estamos matando bichos y resolviendo puzles, nunca lo tenemos muy claro. Los habitantes del mundo tampoco le dan una l¨®gica al mismo: un se?or mayor que pasa el d¨ªa en el faro mirando los barcos y que habla tan lento que te har¨¢ morir para escuchar su discurso; un pez al que le gusta vivir en la tierra; un pulpo que ha perdido los tent¨¢culos; un personaje al que todo le parece mal hasta que escucha una canci¨®n que le gusta¡­ Son car¨¢cteres que impregnan de un tono absurdo el ambiente de un mundo tambi¨¦n absurdo con desiertos que no se acaban nunca, casas encantadas y grandes hoteles al lado de r¨ªos contaminados.

En lo visual, la perspectiva superior y el sencillo dise?o monocrom¨¢tico a lo Downwell est¨¢ tan bien orquestado como la mec¨¢nica roguelike de la repetici¨®n, pero la m¨²sica chiptune que se mezcla con diversos instrumentos y efectos es espectacular en su composici¨®n como en el dise?o de sonido.

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El t¨ªtulo se promete como un juego profundo a pesar de que las partidas duren tan solo un minuto. El surrealista mundo parece esconder algo mucho m¨¢s oscuro de lo que su simp¨¢tico exterior anticipa. El progreso a trav¨¦s de los objetos y de la necesidad de conocerse el escenario explorado como la palma de la mano anticipan un ¨¦xito para los aficionados a los speedrun. Y esa limitaci¨®n temporal de las partidas, m¨¢s all¨¢ de la consiguiente ¡°adictividad¡± con la que se suele calificar a los roguelike y a los arcades, supone que el jugador tenga siempre al cien por cien su habilidad y su memoria. En los pr¨®ximos meses veremos si Minit es uno de esos indies con buenas ideas que quedan olvidados a lo largo del a?o, o como parece prometer, uno de los que quedan en la memoria.

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