Cuando, hace no tanto, Rayman Origins dejaba boquiabiertos a quienes esperaban otro gran plataformas bidimensional, se olfateaba la presencia de un perfume que convert¨ªa todo aquello en lo mejor que hab¨ªamos visto hacer al personaje hasta la fecha. Es cierto que el juego entraba por los ojos por sus gr¨¢ficos, punto y aparte entonces en unas 2D que no estaban tan bien tratadas entonces como lo han estado estos ¨²ltimos dos a?os. Tambi¨¦n lo es que su m¨²sica era exquisita y en ella sonaban algunos temas por los que el tiempo no va a pasar jam¨¢s. Todo ello, sin embargo, estaba supeditado al aroma de unos niveles fant¨¢sticamente dise?ados , muy variados y siempre interesantes, que se erig¨ªan en verdadero motivo de la gran acogida que obtuvo la vuelta de Rayman a las 2D. Ni Origins ni su secuela, el inconmensurable Rayman Legends , eran juegos f¨¢ciles, pero el sector m¨¢s veterano no pod¨ªa dejar de pensar que sus dise?adores hab¨ªan preferido pecar de conservadores en cuanto a la dificultad a base de no penalizar en exceso las c¨®micas muertes. Si tal cosa fue as¨ª realmente, Romain Claude, que dise?¨® niveles en aquellos proyectos, ha decidido purgar ahora sus demonios en este Splasher , un plataformas que seguramente se cuenta entre las propuestas indie m¨¢s ignoradas de este a?o pese a ser uno de esos juegos que lo clavan en lo que plantean. Un videojuego de puro plataformeo de los que se explayan en su dificultad, que har¨¢ las delicias de quienes busquen un reto complicado pero justo y, sobre todo y ante todo, un dise?o de niveles del todo estelar .Una est¨¦tica muy francesa Splasher recuerda visualmente a no pocos videojuegos franceses salidos de la escena independiente los ¨²ltimos tiempos. Gr¨¢ficos coloristas, chillones, con un punto bien llevado entre lo esquem¨¢tico y lo infantil y un componente de videojuego para sistemas m¨®viles, en la tradici¨®n de lo que hemos contemplado en propuestas tan golosas como las de The Bug Butcher o los juegos propios de DotEmu (Pang Adventures, Wonder Boy ). Gustar¨¢n m¨¢s o menos seg¨²n la predisposici¨®n de cada cual, pero art¨ªsticamente tienen su gracia, gozan de un buen nivel de detalle y consiguen meternos en situaci¨®n con solvencia, que es lo que pretenden. Fondos y personajes no ocultan que estamos ante un proyecto que se ha realizado con tanto esmero como pocos? recursos , pero Splasher es uno de los videojuegos que mejor se las apa?an para que nos llegue a dar exactamente igual si el proyecto de tres desarrolladores del pa¨ªs vecino tiene muchos medios detr¨¢s o no. Va al grano, se explica con sencillez y se nos lanza a la yugular con muy pocos pre¨¢mbulos. Despu¨¦s, una vez lo vamos dominando, consigue el gran logro de no hacerse repetitivo y seguir sorprendiendo casi hasta el final de sus niveles. Y si no recordamos mal esto es, ni m¨¢s ni menos, lo que pedimos a un buen t¨ªtulo de plataformas desde los tiempos a?ejos del g¨¦nero.
Tres ingredientes, m¨¢ximo sabor. No es que lleve a cabo nada muy original en este aspecto, pero Splasher es magistral cuando nos explica sus mec¨¢nicas sin mediar palabra alguna . Nos enteraremos en segundos de todas ellas sin que sean voces o textos, sino chorros de pintura , quienes nos las ense?en. Pronto aprenderemos tambi¨¦n que Romain Claude debi¨® quedarse fascinado con Super Meat Boy , un videojuego del que toma innumerables inspiraciones en forma de sierras mec¨¢nicas, plataformas al l¨ªmite o el comportamiento del protagonista en el aire. Tambi¨¦n debi¨® gustarle bastante Splatoon por lo que, ansioso por crear un plataformas con personalidad, ha terminado logrando una vuelta de tuerca novedosa dentro de un g¨¦nero al que no siempre sientan bien esas cosas, todo ello a base de simples chorros de pintura por las paredes . Esto ¨²ltimo se revela como un importante m¨¦rito a?adido, y es que en este Splasher todo se ha llevado a cabo a base de dotar al protagonista y su mundo de unas posibilidades casi inagotables usando solamente dos tipos distintos de pintura y un chorro de agua que puede limpiarlas. Muy pocos ingredientes, es cierto, pero logran el m¨¢ximo sabor e intensidad. La pintura roja, como la sangre que Super Meat Boy iba dejando por todos lados, nos permite agarrarnos a las paredes y techos , mientras que la amarilla nos propulsa en varias direcciones como si de un trampol¨ªn se tratase, y hablamos de un rebote como el que ya hemos visto cientos de veces en los cl¨¢sicos Mario, Sonic y Donkey Kong Country. Nada es esencialmente nuevo, pero lo pasaremos tan bien que nos dar¨¢ igual.Lo que de verdad importa Resuenan muchos ecos de Rayman Origins y Legends en Splasher , pero una vez superada la campa?a nos parece que comparten precisamente su logro m¨¢s importante. Como en los juegos de Ubisoft, aqu¨ª hay salas ocultas que plantean desaf¨ªos de todo tipo, personajillos por rescatar y unas gotas doradas pegadas aqu¨ª y all¨ª que pueden aumentar nuestra puntuaci¨®n global de cada nivel para abrirnos la contrarreloj del mismo. En cualquier caso, lo mejor de ambos Rayman era lo bien que manten¨ªan la coherencia y el inter¨¦s a lo largo de su campa?a (que dicho sea de paso no era precisamente corta), y esto es lo que m¨¢s gratamente nos ha sorprendido en Splasher. Sus m¨¢s de veinte niveles (m¨¢s desaf¨ªos contra el cron¨®metro que son en cierta medida nuevos niveles) no est¨¢n nada mal para un plataformas independiente , pero lo que consigue que un proyecto tan humilde como es este pueda competir, a nivel jugable, con los monstruos plataformeros de este a?o es precisamente esa caracter¨ªstica interna tan bien aprendida en Ubisoft. Con muy pocos mimbres en cuanto a la variedad de sus mec¨¢nicas, Splasher se las apa?a para explotarlas con tal maestr¨ªa que ning¨²n nivel llega a caer en lo reiterativo . Siempre hay alg¨²n uso novedoso de un chorro de agua para propulsarnos, un viento que nos lleva aqu¨ª o all¨¢, unos rayos l¨¢ser diab¨®licos o unos saltos con doble y triple rebote causados por la pintura amarilla, que nos obligan a estudiar cada situaci¨®n con detalle (muriendo, claro est¨¢, muchas veces en el intento ). Y eso que para ser totalmente justos, hay que decir que Splasher no termina de llegar nunca al nivel de brutalidad de Super Meat Boy o su secuela espiritual The End is Nigh , pero sin duda apuesta por un reto may¨²sculo al estilo de las obras maestras de McMillen, a las que se aproxima bastante en sus ¨²ltimos niveles. Incluso navegar por su overworld buscando el siguiente nivel tiene su elemento de complicaci¨®n, y rescatar a todos los personajillos indefensos que pueblan el mapeado se convierte en un desaf¨ªo tremendo al que dedicar muchas horas. Splasher no es, ni lo pretende , el m¨¢s avanzado t¨¦cnicamente entre los plataformas de este a?o, pero compite con todos ellos en jugabilidad al tiempo que, como buen videojuego neocl¨¢sico que es, sorprende con su econom¨ªa de medios. Quien decida darle un tiento a esta versi¨®n para la consola h¨ªbrida de Nintendo encontrar¨¢ en ¨¦l un videojuego de jugabilidad directa pero desarrollada, que adem¨¢s encuentra en Switch su medio ideal gracias a un control muy bien planteado con los Joy-Con.