An¨¢lisis de Xenoblade Chronicles 2

Xenoblade Chronicles 2, an¨¢lisis

Los videojuegos modernos nos han condicionado de tal modo en el uso de Quick Time Events que es extremadamente f¨¢cil tardar horas en darse cuenta de que Xenoblade Chronicles 2 permite movernos al mismo tiempo que ejecutamos aquellos que regulan la efectividad de las t¨¦cnicas especiales de los Blades. Unidos a nuestro personaje por un peque?o hilo m¨¢gico, manifestaci¨®n visual del v¨ªnculo que ambos comparten, los Blades en ocasiones representan un inconveniente por reducir nuestra velocidad al correr, as¨ª que ese momento en el que se elevan en el aire para dirigir la ofensiva, normalmente en manos de los Pilotos, la carga se alivia y podemos correr por el escenario para cambiar nuestra posici¨®n respecto a un enemigo o recoger las pociones que el juego sabiamente integra como resultado de algunos ataques. Aunque usar la palabra ¡°carga¡± no es del todo adecuado teniendo en cuenta que sin ellos dif¨ªcilmente podr¨ªamos luchar en primer lugar. La relaci¨®n entre Piloto y Blade es una que tiene sus costes, pero sobre todo sus beneficios, y termina por definir a ambos.

Pese a ser la clase de juego que no escatima en di¨¢logos, esta din¨¢mica es tan importante para Xenoblade 2 que se empieza a forjar desde el propio combate. Tetsuya Takahashi es un autor conocido principalmente por la complejidad de sus argumentos, algo l¨®gico cuando uno se estrena en la silla de director con Xenogears. Sin embargo, de forma intencionada o casual, desde la adquisici¨®n de Monolith Soft por parte de Nintendo se ha podido apreciar una ligera reorientaci¨®n del foco hacia el juego como eso, juego. La elaborada simbolog¨ªa metaf¨ªsica de Xenosaga dio paso a un Xenoblade Chronicles construido por y para la exploraci¨®n de su mundo. Fuese por directrices de los nuevos jefes, su madurez creativa o la frustraci¨®n de escribir grandes ¨¦picas que no se consegu¨ªan materializar en las mejores condiciones, Takahashi y su equipo empezaron a concebir cada proyecto a partir de unos cimientos lo m¨¢s s¨®lidos posibles antes de hacer hueco a esas revelaciones y giros de gui¨®n que sus fans tanto ansiaban. Un reajuste de prioridades que, hasta la llegada de Breath of the Wild, convirti¨® a Monolith Soft en el gran referente de los mundos abiertos dentro de Nintendo.

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Gan¨¢ndose el Xeno: Una historia a la altura

A pesar del dos que figura en su t¨ªtulo, Xenoblade Chronicles 2 es ya el tercer juego de esta serie, lo que por un lado puede implicar cierta falta de originalidad, pero por otro asegura que esos cimientos sean firmes y el Takahashi de generaciones atr¨¢s asome un poco m¨¢s su cabeza. Ya lo avis¨® tras el lanzamiento de Xenoblade Chronicles X: el foco iba a volver a la historia. La entrega de Wii U fue un portento de la exploraci¨®n, con una libertad y estructura de misiones m¨¢s propia de un RPG occidental, pero la riqueza de su mundo, sus temas y sus posibilidades jugables circunvalaban un argumento central por debajo de la media de Monolith Soft. Con una duraci¨®n bastante inferior al Xenoblade de Wii y numerosos cabos sin atar, el relato del Planeta Mira se nutr¨ªa principalmente de los matices de sus secundarias y dej¨® a muchos fans con un sabor de boca algo agridulce, lo que lleg¨® a o¨ªdos de Takahashi y propici¨® la obra que recibimos ahora: Xenoblade 2 vuelve al cauce del primer juego y plantea una historia ¨¦pica, repleta de sorpresas y con quiz¨¢ el mejor reparto de la saga.

Antes de que alguien se emocione en exceso, decir que todav¨ªa no nos movemos en el terreno de Xenogears. El argumento engloba multitud de eventos (secundarias aparte, hablamos de una aventura de m¨¢s de 60 horas), entrelaza con solvencia casi una veintena de personajes y recurre a abundantes flashbacks para definir mejor las motivaciones, pero se mantiene bastante centrado y no se descarr¨ªa tanto hacia conceptos abstractos o tiempos pret¨¦ritos. Es ante todo la historia de los h¨¦roes que nos acompa?an, los peligros que afrontan y los lazos que se crean por el camino. Al igual que el hilo que une a Piloto y Blade, los v¨ªnculos se vuelven tangibles gracias a un buen gui¨®n, numerosos momentos cotidianos que perfilan sus personalidades m¨¢s all¨¢ del melodrama inevitable del g¨¦nero, un cambio en la direcci¨®n art¨ªstica que refuerza su expresividad frente a pasados Xenoblade, la genial banda sonora y un doblaje que tambi¨¦n da la talla (la sincronizaci¨®n labial algo menos). La elecci¨®n de actores brit¨¢nicos como en el original puede requerir cierta acomodaci¨®n, en especial en el caso de acentos m¨¢s marcados (Nia es de los mayores exponentes), pero el nivel medio es bueno e incluso eleva algunas escenas gracias a las actuaciones (Nia vuelve a ser otro gran ejemplo).

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Eso s¨ª, ni el gal¨¦s m¨¢s cerrado cambiar¨ªa que Xenoblade 2 sea una producci¨®n japonesa, y su origen se evidencia de forma m¨¢s clara aqu¨ª que en las anteriores entregas. Aparte del retoque est¨¦tico, el juego evoca la cultura ¨¢nime a trav¨¦s de gags, algunos dise?os a los que Occidente pondr¨¢ m¨¢s peros (a veces con raz¨®n), y esa clase de ingenuidad o excesivo entusiasmo que puede rozar lo empalagoso. Como en tantas ocasiones desde el salto a secuencias plenamente actuadas en tiempos de Final Fantasy X, el resultado no convencer¨¢ a todos los paladares, pero Monolith Soft tiende a encontrar un equilibrio entre las extravagancias y esa sensaci¨®n de intimidad necesaria para que el drama surta efecto. Al igual que el uso del simbolismo religioso (no tan predominante como en Xenogears o Xenosaga, pero s¨ª con cierta presencia), no se trata tanto de una reivindicaci¨®n como de recursos interiorizados. Es gracioso pensar que Xenogears casi no sali¨® de Jap¨®n ante la posibilidad de ser interpretado como un mensaje anti-cristiano, pero lo cierto es que el equipo se apoya en esa mitolog¨ªa de una forma no muy diferente a la que otros hacen con la griega o la n¨®rdica.

Por supuesto, en ese sentido ahora la potencial barrera cultural es m¨¢s fina, porque ni estamos en 1998, ni Xenoblade 2 tiene el mismo gusto por condenar el funcionamiento de organizaciones episcopales o matar a Yahv¨¦. Tampoco vamos a entrar en detalles m¨¢s all¨¢ de unas pinceladas b¨¢sicas, baste decir que si bien se han vuelto a introducir elementos que reconocer¨¢n los fans (no hace falta jugar a ning¨²n juego previo, pero hay gui?os dedicados a los que s¨ª lo hayan hecho), la historia funciona m¨¢s como una observaci¨®n introspectiva: la b¨²squeda del para¨ªso es un viaje f¨ªsico, aunque la respuesta a qu¨¦ significa dicha b¨²squeda es algo que puede variar seg¨²n el personaje. Salvar el mundo tambi¨¦n va en el paquete, no pod¨ªa ser de otro modo, pero por encima de intrigas o giros de gui¨®n est¨¢n temas como el afrontamiento de la muerte o el significado mismo de la vida. Todo ello condimentado con mechas y cuerpos de gigantes habitables (en esta ocasi¨®n titanes que flotan sobre un mar de nubes). No es juego orientado a cambiar c¨®mo vemos la saga, sino m¨¢s bien a reafirmar esa visi¨®n, tarea en la que Takahashi y sus colaboradores triunfan con creces.

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Los Blades: Coleccionables autoconscientes

Hablando de mechas, robots y ciencia ficci¨®n varia, su grado de integraci¨®n es bastante menor que el visto en Xenoblade X, ya que esta secuela tambi¨¦n propone un regreso a los ambientes m¨¢s org¨¢nicos del Xenoblade original. La tecnolog¨ªa no est¨¢ tan avanzada ni domina el d¨ªa a d¨ªa de nuestros protagonistas, aunque eso no impide entrada a un dilema tan recurrente como el de qu¨¦ define a los humanos cuando otros seres artificiales tienen la misma capacidad para comprender, sentir y padecer. La robot Poppi, uno de los personajes m¨¢s entra?ables del reparto, representa esta idea en su versi¨®n cl¨¢sica, pero se explora m¨¢s a fondo a trav¨¦s de los antes mencionados Blades, seres de carne y hueso que a efectos pr¨¢cticos son humanos (o animales parlantes) en todo menos nombre. Esta distinci¨®n se vuelve m¨¢s difusa a medida que progresamos, aunque existe un conflicto constante en torno a su naturaleza, inmortal, pero irremediablemente ligada al Piloto que los ¡°despierta¡±: b¨¢sicamente existen para servirles, en el mejor de los casos ser aliados o amigos, pero tarde o temprano est¨¢n condenados a volver al cristal y renacer en una nueva vida, con un nuevo humano.

De un modo no tan diferente al de Yoko Taro y sus androides de NieR: Automata, Takahashi utiliza a los Blades para trazar una l¨ªnea invisible entre su instrumentalidad dentro y fuera del juego: tambi¨¦n existen para servirnos a nosotros, pero inevitablemente llegar¨¢ el d¨ªa en el que pasemos p¨¢gina y los dejemos sin funci¨®n, a la espera de otra partida u otro jugador. Es un perverso giro al concepto de Pok¨¦mon y dem¨¢s t¨ªtulos de colecci¨®n de criaturas, aunque como juego para (casi) toda la familia, Xenoblade 2 tampoco se recrea demasiado en esto y suele mantener un tono ligero. A fin de cuentas, necesitamos a los Blades para seguir adelante, y su relaci¨®n con los Pilotos tiende a ser una simbiosis positiva, as¨ª que el objetivo no es tanto culpabilizar como reflexionar sobre el peculiar orden de las cosas en un contexto como este. De hecho, es un mensaje transmitido principalmente a trav¨¦s de los Blades con peso en la historia central, personajes tan o m¨¢s importantes que algunos de los propios Pilotos, pero se puede diluir a medida que pasamos horas y horas acumulando docenas con dise?os gen¨¦ricos y nombres que ni podemos recordar un minuto despu¨¦s de despertarlos.

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Durante el avance ya explicamos que Xenoblade 2 integra una especie de sistema de cajas de bot¨ªn en los cristales primordiales, ¨ªtems de los que surgen estas criaturas. Dichos cristales no se pueden comprar ni con dinero real, ni con el del juego en las tiendas de cada pueblo, sino explorando en busca de cofres o derrotando enemigos. Algunos, sin embargo, son recibidos durante el desarrollo central y forman parte de eventos preestablecidos. Y claro, luego est¨¢n los principales, despiertos desde antes del inicio de la historia y presentados como un personaje m¨¢s. En cualquiera de los casos, el juego introduce paulatinamente las muchas posibilidades de esta din¨¢mica entre Pilotos y Blades, in¨¦dita en la saga. El punto de partida es similar al de anteriores Xenoblade, con manejo libre del Piloto seleccionado (por defecto Rex, aunque podemos cambiar a cualquier otro del equipo) y ataques autom¨¢ticos que se activan cuando entramos en combate y estamos cerca de un enemigo. Aunque aqu¨ª Xenoblade 2 ya hace el primer cambio: los ataques autom¨¢ticos se ejecutan en series de tres de poder ascendente, pero mover el personaje reinicia el ciclo al instante.

Este reajuste da otro peso a una acci¨®n que en Xenoblade 1/X era simple rutina al no existir penalizaci¨®n por movimiento, s¨®lo el beneficio de golpear desde atr¨¢s o un lateral con t¨¦cnicas que lograban resultados ¨®ptimos desde esas posiciones. Y adem¨¢s cobra importancia extra al trabajar en t¨¢ndem con el tambi¨¦n remodelado uso de artes: estas habilidades se vuelven a activar de forma manual una vez cargadas gracias a los ataques autom¨¢ticos, pero reciben una bonificaci¨®n si se ejecutan justo tras el impacto de uno de ellos, formando una suerte de combo que funciona mejor si esperamos al final de la cadena de tres. Es un sistema que requiere cierta habituaci¨®n tanto para novatos como veteranos de la saga, y apenas supone la punta del iceberg, porque justo aqu¨ª entran los Blades. De ellos depende tanto el propio arma que empu?a el Piloto como las artes disponibles. Aunque por el bien de la conveniencia jugable Rex empieza con unas b¨¢sicas (en l¨ªnea con lo comentado antes: ataque lateral, trasero y el uso de su gancho de buceador para extraer pociones), tras el tutorial se reemplazan por la constante necesidad de llevar a alguno de estos asistentes al lado.

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Pyra es la Blade por excelencia, tanto a nivel argumental (su encuentro con Rex da el pistoletazo de salida a la aventura), como por recoger esas mismas artes con las que nos familiarizamos durante los primeros compases. A ellas a?ade el elemento de fuego, ¨²til para hacer m¨¢s da?o a enemigos con esa debilidad, y un cuarto arte especial que puede subir varios niveles de potencia y se activa en funci¨®n de la afinidad entre Blade y Piloto. Esto nos lleva de nuevo al inicio del texto, al hilo que conecta ambos personajes (pasa de azul a dorado si la afinidad mejora usando artes, pero se rompe al distancianciarse m¨¢s de lo debido). Si bien son invulnerables a los ataques enemigos, en cierto modo los Blades pueden suponer una carga, al menos mirando anteriores Xenoblade, puesto que reducen tanto nuestra velocidad como el n¨²mero de artes disponibles en pantalla. Sin embargo, a la larga este replanteamiento ofrece m¨¢s posibilidades al permitir asignar hasta tres Blades por Piloto en un equipo de tres Pilotos. O lo que es lo mismo, tener nueve Blades con sus propios elementos, armas y artes.

Combates: Peleando en equipo

Para bien o para mal, la limitaci¨®n al control de uno de los personajes sigue presente. Los otros dos est¨¢n en manos de la IA, que lo hace lo mejor que puede (por norma bien), pero eso no impide que haya muchos elementos de gesti¨®n dependientes del jugador dentro y fuera de los combates. Para empezar, los tres Blades vinculados a nuestro Piloto ya proporcionan un abanico importante al diferenciarse, adem¨¢s de por su elemento y arma (hay katanas, l¨¢tigos, hachas o incluso balones entre otras variedades), por su enfoque hacia el ataque, la defensa o la curaci¨®n. Esto significa que cualquier Piloto puede desempe?ar cualquier funci¨®n si tiene el Blade adecuado a sus espaldas, aunque sin por ello trivializar la importancia de los dem¨¢s: debido a los tiempos de espera requeridos para activar los cambios de Blade y las artes, es necesario organizar el equipo de modo que los diferentes miembros se puedan complementar y no quedar vendidos en batallas duras. Por ejemplo, la designaci¨®n de un Piloto dedicado a llamar la atenci¨®n del enemigo y absorber da?os (el com¨²nmente conocido como ¡°aggro¡±) es vital para que los dem¨¢s se puedan dedicar a otras labores con mayor seguridad.

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Ning¨²n personaje est¨¢ forzado a un rol por defecto (aunque hay cierta diferenciaci¨®n en sus estad¨ªsticas, no suele ser dr¨¢stica), as¨ª que una vez decidido a qui¨¦n queremos para una u otra funci¨®n, podemos optimizar su eficiencia con los Blades adecuados y una gran variedad de ¨ªtems orientados a potenciar los atributos que m¨¢s se ajusten a esa necesidad. Del mismo modo, esta personalizaci¨®n se puede extrapolar a los cl¨¢sicos ataques en cadena: existe una serie de t¨¦cnicas que, utilizadas en el orden correcto, desprotegen, derriban y lanzan a los enemigos, dej¨¢ndolos indefensos y m¨¢s susceptibles a da?os que en condiciones normales. En anteriores Xenoblade, cada uno de los pasos de esta cadena sol¨ªan depender de la coordinaci¨®n adecuada entre los miembros con esas artes espec¨ªficas, pero con el nuevo sistema podemos repartirlas con mayor flexibilidad (algunos pueden disponer de varias) y as¨ª aumentar exponencialmente las posibilidades de que la cadena llegue a buen puerto. Algo que, por supuesto, tambi¨¦n se aplica a las cadenas elementales, donde la IA atina bien con la elecci¨®n apropiada para cada contexto, e incluso nos permite elegir y activar manualmente los especiales de los otros Pilotos.

Hablando de cadenas, tambi¨¦n podr¨ªamos comentar el regreso de las de equipo, que se ejecutan al llenar la barra de grupo y detienen el tiempo para ir con todo durante un par de turnos (con la contrapartida de que al vaciar dicha barra quedamos expuestos, pues es la ¨²nica v¨ªa para revivir Pilotos ca¨ªdos). En realidad podr¨ªamos dedicar un texto entero a las particularidades del combate, abrumadoras si se explican de golpe. El estudio es consciente de ello, as¨ª que 20 ¨® 30 horas despu¨¦s de empezar se siguen introduciendo mec¨¢nicas, lo que por un lado significa que el sistema tarda en mostrar todas sus posibilidades, pero da pie a una curva de aprendizaje algo m¨¢s suave. A pesar de la aparente simpleza (cargar artes, usar artes), la madriguera del conejo desciende m¨¢s y m¨¢s si queremos sacarle partido y no imponernos por la fuerza bruta. Claro, tambi¨¦n podemos dedicar horas a subir niveles (esta vez asignados de forma manual desde las posadas), enfrentarnos a jefes desde una posici¨®n de superioridad y minimizar la importancia de la estrategia. Es una flexibilidad que todo RPG que se precie implementa, pero no cambia el hecho de que aquel que quiera experimentar y optimizar resultados, tiene un buen sistema para hacerlo.

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Afinigramas: Los Blades tambi¨¦n quieren mimos

Si acaso, uno de los problemas de Xenoblade 2 es que quiz¨¢ permite demasiada experimentaci¨®n. Una m¨¢s que posible decepci¨®n que se llevar¨¢n los fans de la saga es descubrir que ahora no podemos cambiar la indumentaria de nuestros personajes, tradici¨®n con algunos resultados hilarantes en entregas anteriores. Sin embargo, esto se ve reemplazado por una amalgama de opciones que permiten tanta o m¨¢s personalizaci¨®n, no a nivel visual, pero s¨ª jugable. Por el bien de la simplificaci¨®n, nos limitaremos a explicarlo a trav¨¦s del caso de Rex y Pyra, el d¨²o Piloto-Blade que lleva la voz cantante: como adelantamos antes, una vez asignada, Pyra proporciona un arma y un set de artes a Rex, as¨ª como alguna mejora de atributos. A partir de aqu¨ª podemos mejorar por separado el arma con unos chips especiales, la efectividad de cada una de las artes con la experiencia obtenida en combate o misiones, equipar un par de complementos extra a Rex (equivalentes a la indumentaria), otro par a Pyra (llamados n¨²cleos auxiliares) o meter en un alforja alguno de los cientos de objetos cotidianos que se compran en las tiendas (bebidas, comidas, instrumentos musicales, libros, cuadros, etc).

Esto ¨²ltimo, adem¨¢s de dar verosimilitud al mundo (siempre ha sido un poco raro que en las aldeas se pudiese comprar armas y armaduras a porrillo, pero nadie vendiese carne o verduras), tambi¨¦n sirve para a?adir una bonificaci¨®n temporal, como por ejemplo provocar que durante dos horas nuestros ataques hagan un 8% m¨¢s de da?o, o que las artes se carguen m¨¢s r¨¢pido. Es algo que no se aplica s¨®lo a Pyra, sino al tr¨ªo de Blades vinculados a Rex en ese momento, pero en el hipot¨¦tico caso de que adem¨¢s el objeto elegido le guste a ella (cada Blade tiene sus preferencias, que podemos descubrir experimentando o teniendo conversaciones opcionales en numerosos puntos del mundo), servir¨ªa para desbloquear diversas mejoras en su afinigrama. Es otro de los sistemas que regresan desde anteriores Xenoblade, pero replanteado casi por completo: los Pilotos disponen de uno, aunque funciona como el t¨ªpico ¨¢rbol de habilidades en el que canjeamos puntos sin m¨¢s misterio; el de Blades, por el contrario, propone logros espec¨ªficos que debemos cumplir para aprovechar todo su potencial. Requisitos que van desde derrotar ciertos enemigos, a usar esos objetos de su elecci¨®n o incluso superar algunas de las misiones secundarias.

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Es aqu¨ª donde Xenoblade 2 puede empezar a desbordar. El sistema en s¨ª es interesante, y vi¨¦ndolo como un m¨¦todo para mejorar a Pyra es mucho m¨¢s variado que simplemente pelear o comprar armaduras. Pero a Pyra hay que sumar otros dos Blades. Y a esos otros dos Blades, los tres de cada Piloto restante. Y a esos, todos los dem¨¢s que acabaremos teniendo en el ¡°banquillo¡± cuando, cristal tras cristal, nos plantemos en una cifra cercana o superior a las tres cifras. Por supuesto, la mayor¨ªa de esos Blades ser¨¢n variaciones gen¨¦ricas, con afinigramas mucho m¨¢s peque?os y sin logros tan personalizados. B¨¢sicamente est¨¢n ah¨ª para completar el equipo o usar sus competencias (hablaremos de esto m¨¢s adelante) mientras no conseguimos un buen n¨²mero de Blades inusuales, de aparici¨®n tambi¨¦n al azar, aunque con dise?o, personalidad y misiones propias como los Blades de la trama principal. Pero aun con esas, los inusuales por su cuenta ya superan la veintena, y conseguirlos todos es complicado dado el factor azar, por lo que la idea de plantearse una partida al 100% puede intimidar m¨¢s que en los otros t¨ªtulos de la saga (que ya es decir).

La l¨®gica aplicada por Monolith Soft la saben ellos, pero desde fuera da la sensaci¨®n de que Xenoblade 2 no es un juego afinado para completar (aunque luego alguno lo intente como con las infames 900 semillas Kolog de Breath of the Wild), sino para que cada jugador tenga su propia experiencia, con variaciones de cierta importancia respecto a los dem¨¢s. Tras m¨¢s de 100 horas jugando, todav¨ªa nos faltan por desbloquear una decena de Blades inusuales, as¨ª como finalizar los afinigramas de varios de los que tenemos, por lo que habremos visto contenido que otros no ver¨¢n, pero tambi¨¦n nos hemos quedado sin ver cosas que algunos ya desbloquear¨¢n con apenas 50 horas de juego. Es un arma de doble filo, porque lo que a?ades a la riqueza de algunos descubrimientos, m¨¢s exclusivos que en el t¨ªpico JRPG, lo quitas en calidad de vida al que quiera ver todo. Dibujados por varios artistas ajenos a la propia Monolith Soft, estos Blades tienen estilos diferenciados y en algunos casos muy creativos, y tambi¨¦n mini-arcos con sus propias escenas dobladas. Representan la mejor cara del contenido opcional, pero se rodea por muchas horas de contenido m¨¢s mundano.

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Explorando los titanes: El tama?o importa

Es algo que ha cuajado mejor o peor seg¨²n el jugador, pero la saga no ser¨ªa lo mismo sin esos escenarios tan gigantescos que explorarlos requiere m¨¢s tiempo que alg¨²n juego completo. Desde el cari?o o la animadversi¨®n, Xenoblade es sin¨®nimo de exceso en t¨¦rminos de escala, tanto por la inmensidad de sus llanuras y cuevas como por la a menudo c¨®mica desproporci¨®n de pueblos u otras estructuras humanas, que no requieren tanto espacio como los dise?adores les dan. Esto atiende a la intenci¨®n de abrumar, algo cada vez m¨¢s dif¨ªcil dada la explotaci¨®n de los mundos abiertos, pero que Monolith a¨²n consigue gracias a su ma?a art¨ªstica, el contraste entre los h¨¢bitats de los diferentes titanes, cambios sustanciales seg¨²n la fase del d¨ªa, el estado meteorol¨®gico o la marea de nubes, las bellas melod¨ªas que siempre acompa?an, y la ex¨®tica selecci¨®n de criaturas que merodea cada lugar, con ocasionales disgustos en forma de temibles monstruos que nos matan de un golpe. Incluso en pleno 2017, e inspir¨¢ndose tanto en su antecesor (uno de los primeros escenarios es un calco ambiental de la Pierna de Bionis), Xenoblade 2 consigue sorprender y a veces incluso maravillar con su mundo.

La otra raz¨®n de este exceso, la m¨¢s pr¨¢ctica, surge de la necesidad de tener cierta amplitud para los combates. Puesto que todo transcurre en tiempo real, enemigos que pasan cerca pueden sumarse a una pelea en cualquier momento, y los que ya est¨¢n en ella incluso pueden salir corriendo o alertar a otros de su especie, por lo que no son pocas las instancias en las que prestar atenci¨®n al entorno es decisivo para tener ¨¦xito. A veces nos vendr¨¢ bien atraer a uno lejos de su grupo para facilitar las cosas (hay un comando dedicado a eso), otras ser¨¢ vital observar la ruta que sigue uno de los monstruos de nivel 80 para que no se entrometa y ponga fin al combate abruptamente. Al principio es f¨¢cil caer en estos errores de novato, pero a medida que progresamos se convierte en parte de la gracia, y justifica tanto el tama?o como la gran disparidad entre los niveles de los enemigos que vamos encontrando. Muchos de ellos no son asequibles hasta despu¨¦s de superar la trama central, as¨ª que siempre hay alicientes para volver atr¨¢s y descubrir en el proceso zonas y tesoros que pasamos por alto.

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Salvo casos puntuales, los escenarios rara vez se extienden hacia el horizonte porque s¨ª y cuentan con muchos recovecos, cambios de altura o incluso elementos que dan pie a un poco de plataformeo. Con respecto a esto, es una l¨¢stima que Xenoblade 2 siga tan de cerca los pasos del primero, ya que X hab¨ªa introducido un manejo m¨¢s ¨¢gil, con mayor velocidad de carrera, capacidad de salto e incluso la total inexistencia de penalizaci¨®n por caer desde grandes alturas. Estas ventajas han desaparecido, lo que por un lado a?ade una pizca de tensi¨®n a la exploraci¨®n ante la posibilidad de pagar nuestros errores de c¨¢lculo, pero por otro reduce la satisfacci¨®n que en Wii U provocaba el mero movimiento. Pronto queda patente que Monolith Soft quer¨ªa marcar diferencias claras entre estas dos subsagas, pero al menos eso significa que Xenoblade 2 tambi¨¦n reaviva la sensaci¨®n de ¡°road trip¡± rolero, llev¨¢ndonos de un tit¨¢n a otro con buen ritmo para que cada varias horas tengamos un nuevo mundo que desempaquetar con ilusi¨®n (en ese sentido tambi¨¦n puede recordar a Baten Kaitos y sus islas flotantes, con algunas realmente similares a nivel de tem¨¢tica).

Huelga decir que aunque el desarrollo principal mire casi siempre hacia delante, eso no implica que los titanes previos pierdan importancia. El viaje r¨¢pido sigue disponible en todo momento (a pesar de las inconsistencias que cause salir al instante de un sitio del que intentamos escapar seg¨²n la trama), as¨ª que podemos saltar a cualquier marcador descubierto en cuesti¨®n de segundos. Poni¨¦ndonos un poco puntillosos, Monolith ha desaprovechado la oportunidad de incluir un acceso directo al mapa en el que estamos, ya que si bien hay bot¨®n dedicado al viaje r¨¢pido, nos hace pasar siempre por la selecci¨®n de tit¨¢n y zona antes de llegar a la interfaz donde est¨¢n los propios marcadores. Suena como queja mejor, y lo es, pero dado que los entornos son m¨¢s complejos y los mapas est¨¢n m¨¢s segmentados, no son pocas las veces en las que queremos orientarnos (hay opci¨®n de superponer el mapa en pantalla, pero su alcance es limitado) o viajar a una zona cercana y el proceso lleva m¨¢s de lo necesario. No obstante, aun con esas pronto saltamos miles de kil¨®metros como si nada, as¨ª que el juego puede desbloquear de forma gradual misiones en las ¨¢reas por las que pasamos horas atr¨¢s.

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Actividades secundarias: Rex el pluriempleado

Lo cierto es que permanecer en una zona para hacer todo lo posible antes de avanzar no es la mejor idea, porque la aparici¨®n de bastante contenido va ligado a la progresi¨®n de la trama (algunos NPCs tambi¨¦n se mueven entre titanes), los di¨¢logos van cambiando para reaccionar a novedades, y el cumplimiento de misiones de mercenarios sirve como llave de acceso a mercanc¨ªa nueva en las tiendas. Esto nos lleva al papel de Rex no como h¨¦roe que se dedica a salvar el mundo, sino como alguien que participa activamente en estas peque?as sociedades. Para empezar, su profesi¨®n de buceador no es una simple excusa para justificar su conocimiento del mar de nubes en el que viven los titanes, o la posesi¨®n del gancho que utilizamos para derribar enemigos, tambi¨¦n sirve para introducir un minijuego mediante el que recuperamos tesoros que no se encuentran en tierra firme. Es sencillo, s¨®lo requiere acertar tres QTE y comprar cilindros de mayor calidad para aumentar las posibilidades de ¨¦xito, pero si alguien queda con ganas m¨¢s tambi¨¦n existe una recreativa de gr¨¢ficos 2D programada por el nop¨®n del grupo (que de paso sirve para conseguir mejoras de su Blade).

Por otro lado, a partir de cierto punto se nos pone al frente de la organizaci¨®n de mercenarios ya citada, que no ofrece misiones reales para que superemos nosotros, sino encargos a los que mandar nuestros Blades ociosos. Esto mata varios p¨¢jaros de un tiro, porque nos aporta recompensas sin emplear tiempo extra, mejora el afinigrama de los Blades que no est¨¢n en el grupo, y a menudo tambi¨¦n tiene diversos beneficios para las aldeas. ?stas cuentan con un medidor que va de 1 a 5 estrellas, y a medida que compramos cosas en ellas, resolvemos sus misiones y hablamos con la gente ascienden de categor¨ªa, desbloqueando nuevos encargos e ¨ªtems para seguir con el ciclo. En cierto modo, Rex tambi¨¦n tiene su faceta de empresario e incluso puede adquirir muchos de estos negocios, lo que no reporta beneficios monetarios de forma directa, pero nos recompensa con m¨¢s mejoras pasivas como un incremento en el dinero ganado por combate o una ligera subida en la velocidad de carrera. As¨ª que tendr¨¢n m¨¢s o menos valor, pero siempre recibimos cosas ¨²tiles si nos paramos a ayudar a la gente entre misi¨®n principal y misi¨®n principal.

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Vicios viejos y vicios nuevos

Pero no es oro todo lo que reluce, y al final del d¨ªa Xenoblade 2 tampoco se libra de uno de los principales inconvenientes que aquejan a tantos RPGs: muchas misiones secundarias pecan de repetitivas o intrascendentes. A pesar de la cantidad de ideas que pone sobre la mesa, a¨²n recurre con frecuencia al ¡°mata X enemigos¡± o ¡°cons¨ªgueme X objetos¡±. Su capacidad para justificar estas tareas var¨ªa, y de vez en cuando encontramos historias interesantes, que ampl¨ªan nuestro conocimiento del mundo o conectan con otras que hemos resuelto antes. Tambi¨¦n hay algunas tomas de decisiones que afectan al desenlace de subtramas, o paseos que se aderezan con un rastreo similar al de The Witcher, pero sigue habiendo una importante cantidad de paja. Como en anteriores Xenoblade, la recolecci¨®n de ¨ªtems es la peor ofensa porque a veces nos dejan a ciegas y los escenarios son demasiado grandes como para buscar a lo loco. La interfaz nunca ha sido mejor (dispone de im¨¢genes y descripciones m¨¢s precisas), pero tarde o temprano damos contra alg¨²n muro y nos vemos forzados a cambiar de misi¨®n o gastar m¨¢s tiempo del que beneficia realmente al juego.

Otro elemento que podr¨ªa funcionar mejor son  las competencias de los Blades. Antes explicamos c¨®mo funcionan en combate, pero fuera tambi¨¦n reciben uso gracias a habilidades que sirven para abrir cofres, recolectar ¨ªtems, quemar telera?as, propulsarnos en corrientes de aire y un largo etc¨¦tera (volviendo a Pok¨¦mon, ser¨ªa un poco como las MO). El concepto de base es bueno porque a?ade situaciones nuevas a la exploraci¨®n, algo necesario en un t¨ªtulo de esta escala. Sin embargo, con el tiempo el sistema puede terminar por boicotearse a s¨ª mismo al subir m¨¢s y m¨¢s los requisitos. La intenci¨®n con esto es incentivar las mejoras de los afinigramas de los Blades para cumplir dichos requisitos, pero esta decisi¨®n de dise?o choca con otras dos: el factor azar de los cristales impide saber los Blades que tendremos o mejoraremos m¨¢s all¨¢ de los principales, y las habilidades s¨®lo se activan si dichos Blades forman parte del equipo. Por supuesto, son obst¨¢culos perfectamente salvables, pero en la pr¨¢ctica implican tener que posponer bastantes tareas para otro momento o pausar el juego, configurar el grupo para resolver la situaci¨®n, volver a pausarlo, y reconfigurarlo otra vez por si toca combate y queremos a nuestros mejores Blades con nosotros. Dista de ser la ejecuci¨®n ideal.

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Siendo juego tan extenso en contenido algunos de estos deslices quiz¨¢ son m¨¢s f¨¢ciles de perdonar, pero enturbian el conjunto a pesar del mimo que claramente ha puesto Monolith Soft en ¨¦l. Es algo parecido a lo que ocurre con el apartado t¨¦cnico, sorprendente por momentos y mejorable en otros: la escala, la distancia de dibujado y la direcci¨®n art¨ªstica hacen maravillas con los escenarios, pero conviven con el popping de enemigos y NPCs, una carga de texturas llamativa al cambiar de zona y algunas ca¨ªdas de framerate cuando lidia con muchos elementos (no graves ni perjudiciales para la jugabilidad, pero s¨ª perceptibles). Como ocurriera con Xenoblade 1 y X, ni siquiera eso le impide convertirse en uno de los mayores logros de su consola, aunque en el caso de Switch tambi¨¦n debemos a?adir un modo port¨¢til donde se hacen sacrificios extra. ?stos se manifiestan a trav¨¦s de artefactos de compresi¨®n y una resoluci¨®n din¨¢mica que, como en otros juegos recientes, resta bastante nitidez en momentos de mayor carga visual. No lo vuelve injugable, ni mucho menos, pero deja claro que Xenoblade a¨²n es una saga hecha para las pantallas grandes.